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¡Tú eres la síntesis de tus sueños!

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 02/04/2014 14:24:05


​por Flávio Bastos

​Traducción de Teresa - [email protected]

​“Soñar es despertarse hacia dentro”.
(Mario Quintana)​


Hace milenios que el hombre intenta explicar los sueños. Significados que algunas teorías materialistas informan a través de la simbología, imágenes, arquetipos, de lo mítico y de las metáforas visuales y emocionales contenidas en la actividad onírica, como veremos a continuación.

Según el psicoanálisis, los sueños pueden clasificarse en grandes o pequeños. Los sueños grandes son más arquetípicos, míticos, a menudo indescifrables desde el punto de vista individual, pero cargados de una energía capaz de “sacudir” la psiquis y modificar el curso de vida del individuo. En cambio los pequeños hablan de la vida individual, hablan de lo cotidiano psíquico del soñador.

Para la psicología Junguiana, los sueños están hechos de imágenes arquetípicas o símbolos, y son necesarios para el equilibrio biológico y mental, como el sueño, el oxígeno y la alimentación saludable.

En el ámbito de la pedagogía, el pedagogo Antonio Carlos da Costa, al echar mano de las ideas de los antiguos griegos, afirma que es importante trabajar en el individuo otras dimensiones aparte del Logos (lo relativo a la razón, la ciencia y la técnica), abriendo espacio también para el Pathos (sentimiento), el Eros (deseo) y el Mythus (dimensión de la relación del hombre con el misterio de la vida y de la muerte). Según Costa, la idea se relaciona con el concepto de Educación Interdimensional, que incentiva el autoconocimiento de forma lúdica a través de los sueños o de la fantasía.

En la esfera de la trascendencia humana, el Espiritismo nos informa de que el sueño es la emancipación del alma, el desprendimiento del espíritu encarnado, que le hace posible alejarse momentáneamente del cuerpo físico. En el estado de emancipación del alma, el espíritu se desplaza del cuerpo físico, los lazos que lo unen a la materia se vuelven más tenues, más flexibles, y el cuerpo espiritual actúa con mayor libertad.

En las proyecciones, tenemos que considerar la ley de la afinidad, o sea, nuestra condición espiritual. Nuestro grado evolutivo será el que determine la calidad de nuestros sueños, las compañías espirituales que buscaremos, los ambientes donde permaneceremos mientras nuestro cuerpo físico reposa.

Hay leyes de afinidad que responden por las aglutinaciones socio-morales-intelectuales, al reunir a los seres conforme a sus pautas y valores. Siendo así, durante el reposo nocturno estaremos vivenciando escenas y realizando tareas afines, si estamos emancipados espiritualmente. Buscamos siempre, durante el sueño, compañía y ambiente que tengan afinidad con nosotros y con los ideales que nos son peculiares.

Los sueños reflejan nuestra realidad interior, lo que somos y lo que pensamos. El tipo de vida que llevamos, determinará, invariablemente, el tipo de sueños que la noche nos ofertará, en respuesta a nuestras tendencias.

En esta lógica, si asociamos los conceptos psicoanalítico, pedagógico, filosófico y espírita, verificaremos una gama de explicaciones técnicas, metodológicas y espiritualizadas respecto de los sueños. Situación que revela una cierta confusión al intentar explicar o interpretar el sueño nuestro de cada día. Pese a todo, paradójica y curiosamente, la “confusión” parece revelar la síntesis de estos conocimientos, que podrá aportar más luz a la elucidación de los significados del sueño en nuestras vidas.

Quizá nos falte asociar la interpretación o análisis de los sueños al proceso de autoconocimiento, como registró Carl Gustav Jung al definir con transparencia la actividad onírica: “Para mí los sueños son expresiones de la naturaleza del hombre y no encierran la menor intención de engañar; dicen lo que pueden decir y tan bien como pueden, tal como hace una planta que nace o un animal que busca un pasto”.

En esta dirección, ciencia y trascendencia se aproximan, al definir los sueños como proyecciones de nuestros estados mental, emocional y consciencial, donde está en juego el equilibrio o el desequilibrio de ámbito psíquico-espiritual. Condición que revela los niveles evolutivos que acompañan al ser dotado de inteligencia y libre albedrío durante el proceso de autoconocimiento.

Por tanto, somos la síntesis de nuestros sueños, es decir, se duerme como se vive, siendo la experiencia onírica el retrato emocional de nuestra vida moral y espiritual. En este sentido, el análisis de los sueños puede traernos informaciones y experiencias valiosas para nuestro descubrimiento. De ahí la necesidad de adecuar nuestras vidas a los preceptos del bien, vivenciando el amor para ligarnos a los valores de sintonía superior. Así, tendremos un sueño tranquilo, reparador, y sueños constructivos, en afinidad con el proceso de evolución consciencial.


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