¿Tú sabes qué es vicio?
por Graziella Marraccini em STUM WORLDAtualizado em 24/10/2010 10:41:27
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Cómo defines tú el vicio? ¿Te has parado a pensar en eso?
La Wikipedia define así esa palabra: Vicio (del latín “vitium”, que significa “falla o defecto”) es un hábito repetitivo que degenera o causa algún perjuicio al enviciado y a quienes conviven con él. También se emplea ese término de forma amena, muchas veces dejando un índice de su acepción completa. Por ejemplo, enviciado en el chocolate.
Su opuesto es la virtud. Entonces ahora sabemos qué es vicio, ¿no es cierto?
En una conocida sociedad secreta esotérica de la que formo parte, se pregunta al neófito que quiere ingresar en la Orden cómo define él el vicio. Como el neófito normalmente no sabe responder, se le proporciona una respuesta: “Vicio es todo aquello que esclaviza al hombre y lo convierte en rehén de sus instintos”. Pues entonces, estamos afirmando que esclavitud es lo opuesto a libertad. Ahí es donde comienza la confusión. ¿Le habéis preguntado a un fumador por qué no deja el vicio de fumar? Normalmente el fumador contesta: “Lo dejo cuando quiera. No tengo el vicio. No dejo el tabaco porque me hace bien. Me da placer. ¡Yo soy libre de hacer lo que quiero!” ¡Mentira, él no es libre en absoluto! Es esclavo del cigarrillo que al principio lo indujo con la falsa promesa de un placer rápido y fácil de obtener. Del mismo modo responderá un vicioso de la droga, de cualquier droga, incluso aquel que no puede abrir mano de un simple medicamento antidepresivo, tan usual y tan fácil de comprar. Entonces, yo contesto: “¡Tú no eres libre en absoluto, tú eres esclavo!”
Es sabido y comprobado que el vicio no perjudica solo al vicioso, sino además a aquellos que con él conviven. Por ello, aparte de hacerse esclavo, el vicioso también se convierte en un mal para la sociedad en que vive. Entonces ¿cuál es la ventaja? ¡La única ventaja la llevan las empresas que nos venden esos fragmentos de felicidad! ¡Qué timo!
Estamos de acuerdo en que vivimos en una sociedad que nos enseña que la felicidad está al alcance de nuestra mano. La conseguimos fácilmente en las góndolas de los supermercados – especialmente donde se exponen las golosinas – en las farmacias y droguerías, o en los escaparates de los centros comerciales o, todavía peor, ¡en los circuitos de tráfico! ¿Os habéis preguntado por qué ha aumentado en el mundo el índice de los enfermos de diabetes? ¡Porque las personas buscan los dulces y las harinas para suplir la necesidad de disfrutar del lado ‘dulce’ de la vida! El azúcar, como las otras harinas blancas (¡incluso la cocaína!) nos proporciona un placer inmediato, una sensación de vigor y bienestar que erróneamente interpretamos como felicidad. ¿Habéis notado que incluso el sexo se ha convertido en un vicio? Nos hacemos esclavos y dependientes, buscando algo que no alcanzaremos nunca si continuamos buscándolo ‘exteriormente’, pues la ‘felicidad’ es un estado interior y no exterior.
La tentación viene camuflada por los medios de comunicación y por las estrategias de marketing en todas sus formas y no siempre logramos darnos cuenta de que hemos caído en las garras de los productos destinados a producir dependencia en nosotros. Esta semana ha circulado por Internet un e-mail advirtiendo sobre el hecho de comprar agua embotellada en garrafas de plástico (extremadamente contaminantes para el medioambiente) en vez de tomar agua del grifo. Sin embargo, pagamos al ayuntamiento por recibir agua tratada. Entonces ¿por qué no confiamos y bebemos agua del grifo? Porque ‘sabemos’ que el agua del grifo no es buena para beber, huele mal, tiene mal sabor, etc., etc. No obstante, con un simple filtro podemos mejorar estos factores negativos y, a fin de cuentas, ¿no pagamos cara el agua que llega a nuestros grifos? Entonces, ¿por qué compramos agua en garrafas? Porque hemos sido condicionados por el marketing que alardea con bellos paisajes bucólicos que el agua de tal o tal marca es ‘mejor para la salud’. Mirad, nuestra salud depende de nuestro equilibrio mental: ¡“Mens sana in corpore sano”, decían los romanos!
Esta semana propongo una reflexión sobre nuestros vicios. Todos tenemos algunos, más o menos nocivos. Incluida yo. No escapamos fácilmente a este condicionamiento. Pero estoy segura de que podemos ejercer la ‘virtud’ corrigiendo los pequeños actos imperfectos que cometemos y que nos esclavizan. ¿Vamos a identificar nuestros vicios y a librarnos de ellos? El primer paso está en el reconocimiento del vicio. El segundo paso será dado cuando encontremos la fuerza de voluntad para librarnos de él.
Una técnica que ofrece excelentes resultados y es bastante fácil de aprender es la EFT*, Técnica de Liberación Emocional. Leed acerca de esta técnica maravillosa en mi Web personal. Mirad los vídeos. Comentad conmigo vuestras experiencias y, si lo deseáis, concertad una consulta presencial en el consultorio o mediante SKYPE (con cámara). En una sola sesión domináis la técnica y la aplicáis. Si os surgiesen dudas, estoy a vuestra disposición. Escribid.
¡Si nos libramos de la esclavitud del vicio – cualquiera que sea – tanto mejor viviremos satisfechos y felices, y plenamente en armonía con nuestro planeta!
¡Os deseo a todos una semana de armonía y paz, repleta de felicidad!
São Paulo, 21 de octubre de 2010
