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¿Viejos valores? No, gracias

por Sergio Scabia em STUM WORLD
Atualizado em 15/07/2009 16:42:28


Traducción de Teresa - [email protected]

Ayer, 14 de julio, hemos celebrado un nuevo aniversario de la toma de la Bastilla, quizá el acontecimiento principal de la Revolución Francesa de 1789. Fue un hito imborrable. La nobleza y el clero, autoridades supremas intocables hasta entonces, se amargaron en terrible y larga pesadilla y pagaron rigurosamente sus milenarios privilegios, en muchos casos con sus propias vidas.
La frase “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, que todos recordamos de los tiempos de escuela, motivó a la población pobre, cansada de la servidumbre, y rehén de un sistema feudal, a reinventar profunda y definitivamente a la sociedad de la época, que no dejaba siquiera entrever un hilo de esperanza al final del túnel.

Hoy, pasados 220 años, podemos constatar que estos tres valores fundamentales andan muy maltratados, muy mal de las piernas.
Las democracias, aunque sean todavía la mejor forma de gobierno, muestran graves signos de desgaste, de abuso de poder, de desgobierno, de falta de ética, de perpetuación en el poder por parte de castas de parlamentarios corruptos y casquivanos. Sin mencionar la deplorable promiscuidad entre los poderes públicos y los grandes grupos empresariales. Y esto sucede prácticamente en cualquier parte del planeta, causando situaciones de conflicto, miseria, hambre e injusticia que rozan lo absurdo, mostrando absoluto descaso para con el ser humano y la Naturaleza que nos hospeda.

, los sistemas políticos, financieros, sociales, de salud, de educación, de transporte, de comunicación, de defensa del medioambiente, de generación de energía, están al borde del colapso. Los “conductores” globales, salvo pocas y honrosas excepciones, muestran graves limitaciones de carácter, de ética, de decencia. Los valores perdurables, el buen sentido, el respeto y la preservación de todas las formas de vida están casi olvidados, no fuese por una consistente parte de la sociedad que, en silencio, pero con firmeza, se empeña a toda costa en dejarse guiar por ellos. Son esas personas, con su firme indignación y su puntual postura de honradez y respeto, los verdaderos héroes de nuestro tiempo: los humildes Trabajadores de la Luz, los silenciosos Guardianes de la Verdad.

Somos muchos y conseguimos equilibrar las energías nocivas que impregnan el éter. No ponemos empeño en lucirnos, en que se vea nuestra cara, en recibir elogios o recompensas. Sabemos qué es lo que la Unidad representa y vivimos en esta vibración; obedecemos solamente a las leyes naturales y estamos en sintonía fina con el Universo y sus señales. Somos personas más saludables, libres de condicionantes externos, más serenas y altruistas; muchos de nosotros ya vivimos nuestra senda personal y sabemos esperar el tiempo propicio, pues sentimos que el necesario cambio está procesándose a pleno vapor. Son conscientes de que ya no hay espacio para revoluciones radicales, sangrientas o no. No hay salvadores que vengan a rescatarnos, ya no existen soluciones despampanantes. No serán personas lo que encabece este movimiento. Estará al mando solamente una idea maestra, un concepto universal; la fuerza y la motivación se transformarán en una bandera de Luz que irá pasando de mano en mano, liberando uno a uno los corazones y mentes que lleguen a tener contacto con ella. Y la felicidad, la armonía completa y la paz tomarán así el lugar de la angustia, del miedo, de la posesión, del prejuicio y del separatismo.
Hay un empuje de gran magnitud dentro de cada uno de nosotros; el mismo impulso que nos ha dado la vida en esta dimensión nos dirige hacia la Unidad, hacia el contacto con el otro, con todo cuanto existe, con el Universo.

Llegamos a percibir esto al recorrer nuestro camino de forma positiva, firme, con coraje y determinación. La secuencia de experiencias, de acontecimientos, de signos, de sincronías, de resultados palpables, de buena salud física, mental, de estabilidad emocional, proporciona una fe consciente, un centro de gravedad permanente, que nos blinda contra la incertidumbre, la inseguridad y el miedo.
No estamos totalmente libres de la acción de estos tres factores nocivos, que constantemente interfieren en nuestra búsqueda, los cuales deben ser trabajados conforme a las innumerables técnicas de cura del Alma disponibles hoy, limpiando de una vez las heridas del desamor. Pero siempre teniendo conciencia de que los períodos de bienaventuranza ganan por goleada a los de bajo astral. Y es imposible no intentar permanecer en la vibración de la bendita armonía, de la paz de espíritu y de los sentidos, aspectos que se manifiestan cada vez más frecuente e intensamente en nuestra andadura. Quizá los conflictos existenciales estén provocados por este impulso innato y permanente de renovación que choca con nuestra inercia, con el mantenimiento de nuestra condición presente… y allá se va otro miedo – el del cambio.
Tenemos que rendirnos ante esta fuerza que nos invita a experimentar lo nuevo, lo desconocido, el desafío que la espiritualidad representa, que nos exige más y más expansión de conciencia, auto-conocimiento y, sobre todo, el abandono de las viejas y conocidas emociones negativas: la ira, el odio, el rencor, la culpa y otras más…

Se necesitan hoy, en todas las empresas, instituciones y ramas de actividad del globo, personas libertas, seres éticos, dedicados, vibrando intensamente Amor Incondicional; personas como Tú, que estás leyendo, que hayan encontrado su rumbo, aquel conjunto único de habilidades y dones pactado con los mentores antes de encarnar por aquí. El Universo necesita millones y millones de estos hombres y mujeres para iniciar cuanto antes la gran modificación que cada uno de nosotros ya está manifestando, pues basta tener ojos para mirar en nuestro entorno y sentir con el corazón, en sintonía total con cuanto existe, con todos los reinos, los seres, los planetas, las estrellas, las galaxias. Y todo esto no está fuera, distante, inalcanzable y complicado. Está – y siempre estuvo – en nuestro centro.

Somos seres poderosos y estamos rescatando nuestro legado, nuestro pasado de infinitas jornadas de aprendizaje, de experiencias y luchas. Juntémonos ahora en una gran oleada, en una incesante brigada de ayuda mutua, para – unidos – revertir en nombre de nuestro linaje definitivo, el rumbo de la Humanidad. Dejemos definitivamente en el pasado al pequeño ego que ya no nos representa y asumamos nuestra parte divina, solamente la parte que es incorruptible, inmortal y real, puesto que está formada únicamente de Luz pura.
Sí, somos todos uno solo. Somos un grano de arena y somos el mar; somos un rayo de luz y somos el Sol, somos una centella de Dios y somos Él.En tiempo… del editorial de hoy 15/7/09, en la Folha de São Paulo, del respetadísimo periodista Clóvis Rossi, que me ha dejado boquiabierto por el sincronismo y por la absoluta sintonía con el boletín que acababa de ser escrito. Vale la pena leerlo dos veces, imprimirlo y guardarlo…

Valores

SÃO PAULO – La sección brasileña del Pnud (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) dice que el próximo informe sobre Desarrollo Humano del Brasil tendrá como tema los “valores”. El tema surgió de una encuesta que englobó a 500 mil brasileños, a partir de la pregunta: “¿Qué es lo que debe cambiar en el Brasil para que su vida mejore de verdad?”

Las respuestas mayoritarias fueron: respeto, justicia, paz, ausencia de prejuicios, humanidad, amor, honradez, valor espiritual, responsabilidad y conciencia – conjunto de conceptos al final reunido en el tema “valores”.
¿Sorprendido con ese tipo de preocupaciones en un país tan escandalosamente ‘macunaímico’? Incluso el coordinador del informe, Flávio Comim, se dice sorprendido, pero atribuye el resultado al hecho de que, por primera vez, ese tipo de encuestas contenía una pregunta abierta, con lo cual “las personas dijeron lo que les pareció bien”.
Para mí, el resultado es absolutamente sorprendente. Juraría que, quitando un puñado de indignados, una parcela importante, quizá mayoritaria, de brasileños hubiese incorporado exactamente lo contrario, es decir, la ausencia de cualquier tipo de respeto a valores del tipo de la honradez, responsabilidad y conciencia.
Todo el mundo está cansado de saber que la corrupción, la trapacería, la caradura, no son una exclusiva de los políticos. Con perdón por recurrir a un desgastado tópico, se ha cristalizado la idea de que el brasileño gusta de sacar para sí provecho de todo, como decía el antiguo anuncio de tabaco.
Quién sabe el brasileño se ha cansado de la dejadez.
(…)

Lo siento mucho, te amo, muchas gracias (Valió, mis Guías. Gracias, Li, Sandra y Teresa)

Sergio - STUM



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