Vivir es una experiencia única y que contiene infinitas posibilidades.
Lamentablemente, muchos seres humanos atraviesan esta jornada de forma totalmente inconsciente, automática y preocupados apenas con la búsqueda de suplir las necesidades básicas de supervivencia.
Es claro que garantizar la supervivencia es nuestra prioridad principal.
Sin embargo, la existencia puede desarrollarse de forma mucho más rica e intensa, si tenemos la oportunidad de despertar una nueva manera de vivenciarla.
Despertar a la sensibilidad es un desafío, pues somos masacrados por una infinidad de estímulos para que sigamos anestesiados y actuando en piloto automático.
Estar atento a cada pequeño detalle con lo que la vida nos brinda en todo momento, ser capaz de emocionarse con una puesta del sol o con el canto de un pájaro, son apenas algunas innumerables posibilidades que nuestras sensibilidad puede proporcionarnos.
Cuanta más atención pongamos en nuestro día a día, más ampliaremos las chances de llevar una vida mucho más sensible y placentera.
“Sin dudas la sensibilidad aumenta con la meditación… la verdadera sensibilidad es fruto de una abertura, es el resultado de la integración de los sentidos externos y de la percepción pacífica y receptiva, interna. No existe sensibilidad restricta a esto o aquello. Cuando nos volvemos sensibles, estamos volviéndonos abiertos, estamos en contacto con lo profundo de la realidad, con la existencia en un acto pleno de amor y de acogimiento.
Todo pasa a estar incluido. La sensibilidad es la ausencia de cualquier dirección, de cualquier estrechez, es por el contrario, la aniquilación de las barreras, de los obstáculos”. Osho
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