Las más de las veces parece que a las personas no les preocupa cuánto pueden estar actuando en detrimento de sí mismas. Acostumbradas a sobrepasar sus propias líneas rojas de límite interior, constantemente se hacen daño optando por dejar de sentir sus propios dolores en nombre de la supuesta felicidad del otro.
Y caminan como zombis, en la ciega jornada de sólo querer agradar, y al fin, quién sabe, poder ser vistas.
En tales relaciones, aunque no se sepa claramente, un comercio inconsciente acaba ocurriendo. Almas y más almas son trapicheadas en nombre de la promesa de afecto. Siempre en busca del sentimiento de pertenencia, del sentimiento de ser alguien para el otro. Un estado de constante agonía en nombre de sentirse mínimamente importante, de ser reconocido en el dolor de la soledad y del desamparo.
Todo aquel que opte por abandonar definitivamente la versión de la realidad en que permanece obsesivo, ora seduciendo, ora encantando, o incluso buscando adivinar los deseos más secretos de la persona-objetivo, intentando satisfacerla, podrá cambiar radicalmente a mucho mejor su bienestar.
Si te trabajas para honrar lo que quieres, así como lo que deseas, automáticamente vas a estar ocupando un nuevo trono: que es el lugar del que puede elegir, y no de aquel que es elegido.
Cierta vez una clienta en una sesión de EMDR entró en contacto con el dolor de su angustia; decía que ésta se hallaba localizada justo en medio de su pecho. "Este dolor, quienes sufren este tipo de angustia profunda lo conocen y saben", decía ella. Cuando empezó a reprocesar su dolor, lo sintió profundamente y pudo llorar. En la medida en que iba llorando, fue siendo la madre de su propio dolor y con la mano puesta en el sitio dolorido también iba acogiéndose a sí misma. Aún durante el reprocesamiento se acordó de un tiempo lejano, cuando lloró parte de ese dolor suyo en el regazo de una antigua profesora, pero aun así, en aquel momento no había logrado llorar todo cuanto necesitaba. Finalmente, tras varios años, pudo hacerlo en la sesión de EMDR. Muchas situaciones de desamparo, en las cuales se sintió obligada a hacer lo que sus padres determinaban, iban pasando como un film en su mente, en su cuerpo, y tocando sus más profundos sentimientos.
Y como en un trauma precoz, a medida en que la paciente iba reviviendo sus cuestiones, logró liberarse, dejar de ser rehén de la mirada de los demás, rehén del amor condicional que había vivenciado. Sus padres eran muy severos y, en este caso específico, la clienta temía que, si acaso no hiciese lo que ellos querían, perdería su amor y, en consecuencia, no lograría sobrevivir. Las personas con padres muy "permisivos" también podrían tener la misma sensación y así sucesivamente, en cada experiencia inicial de vida, con resultados emocionales distintos, sumada a una diversidad de creencias creadas sobre sí mismo y sobre la realidad. Cada caso es único, y la mente, por algún motivo, cuando somos pequeños, realiza las situaciones de vida a menudo como si tuviese que agradar a todos para ser amada, para existir.
Después de este reprocesamiento la clienta empezó a sentir más clareza y pudo percibir mejor cuál es su propio deseo y cuál es el deseo del otro. Quedó más centrada en sí misma. El dolor en el pecho dejó de incomodar.
Únicamente empezamos a diseñar nuestra propia existencia cuando conseguimos dejar de ser la sombra del deseo del otro.
El hecho de saber lo que se quiere y lo que no se quiere nos pone en constante estado de mutación y de libertad creativa para experimentarnos e ir más allá de lo que nos fue impuesto o planificado para nosotros.
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Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos
Publicado dia 4/8/2020 11:35:12 AM em STUM WORLD
