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El Miedo Bueno y el Miedo Malo

El Miedo Bueno y el Miedo Malo
Publicado dia 9/17/2014 9:37:23 AM em STUM WORLD

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Traducción de Teresa - [email protected]

El miedo, según el Diccionario Aurélio es un “sentimiento de gran inquietud ante la idea de un peligro real o imaginario, de una amenaza; susto, pavor, temor, terror”.
Todos los humanos, los considerados normales, tenemos incrustado en nosotros algún tipo de miedo. Es importante observar que en la definición de la palabra vemos que el miedo puede ser ante un peligro real o imaginario, pero en la vivencia de miedo que tiene alguien frente a un evento temible, para esa persona el peligro nunca es imaginario, sino que siempre es real. Por más fuera de lugar que esté la asociación de peligro que ella hace en alguna situación, e incluso aunque sea consciente de la imposibilidad de tal peligro, sentirá y experimentará el miedo como si el peligro fuese real.

Por eso el significado de peligro varía de persona a persona con la misma diversidad de la huella dactilar. Para el alpinista, escalar altas escarpas o montañas abruptas es una práctica placentera, una aventura agradable, en cambio para quien tiene fobia a la altura el simple hecho de pensar en tal cosa es motivo de insano desequilibrio. Para los mineros que trabajan en profundos túneles y galerías donde hay poca ventilación y claridad, esos ambientes son naturalmente familiares, mientras que para un claustrofóbico el simple hecho de entrar en una sala de fiestas para asistir a un espectáculo puede figurársele como algo impensable.

Vamos, como ejemplo, a analizar a partir de diversos parámetros posibles la siguiente situación: “Alguien que tiene miedo a las cucarachas”.

Primer análisis: La persona ya vivió en un pasado próximo o lejano alguna experiencia traumática con cucarachas y a partir de ahí desarrolló ese miedo, pudiendo en tales casos tener o no recuerdo de lo ocurrido.

Segundo análisis: la persona ha heredado ese miedo de alguien que participó en su formación o educación. Alguien que conoció tenía miedo a las cucarachas y ella de alguna manera ha incorporado en sí la representación de peligro por parte de las cucarachas.

Tercer análisis (visión holística o transpersonal): La persona tuvo cualquiera de las anteriores experiencias o algo semejante en una vida pasada y aún trae en su memoria espiritual la sensación de miedo relacionado con aquella experiencia. Por eso muchos miedos nos parecen totalmente inexplicables y sin lógica, porque su origen no está en esta vida.
Contrariamente a lo que muchos podrían pensar, el miedo no es solamente malo. Entonces, podemos decir que el miedo normal es bueno y el miedo anormal es malo y destructivo. Pero ¿cómo distinguir el miedo normal del miedo anormal?

Debemos entender como miedo normal todo aquel miedo que viene de nuestro instinto de auto-preservación. Surge a partir del contacto con algún estímulo físico o mental que origina una alerta en el organismo y éste desencadena una respuesta fisiológica que libera las hormonas del estrés, tales como la adrenalina y el cortisol, preparando al individuo para enfrentarse o escapar.

Todas esas reacciones físicas son involuntarias y tienen la finalidad de ayudar al individuo a sobrevivir frente a una situación peligrosa. Esa reacción de lucha o fuga es un instinto que todo animal posee. A ese miedo, entonces, le llamamos bueno, pues nos mantiene en alerta y alejados de los peligros que pueden perjudicarnos. Ayuda a la persona a evitar situaciones que la exponen a riesgos innecesarios.

El miedo malo es todo tipo de miedo que viene de percepciones distorsionadas o de interpretaciones anómalas de una realidad. Ese normalmente origina síntomas de ansiedad, pánico o fobia, que van a causar interferencia directa en la autoestima, en el amor propio y en la confianza en sí mismo. La característica más importante en ese miedo es el comprometimiento de la relación que el sujeto establece con el mundo que le rodea. En tal caso el miedo no prepara al individuo para decidir entre luchar o huir, sino que lo paraliza, le impide relacionarse con el objeto de su miedo.

Por ejemplo, una persona que no empieza un proyecto por miedo a no ser capaz de concluirlo, no cree en su capacidad, no tiene confianza en sí misma, dificultando automáticamente la posibilidad de revertir ese cuadro. O bien una persona que por miedo a engordar modifica su hábito alimentario de tal forma a comprometer seriamente su salud (trastornos alimentarios), tiene ante todo un grave comprometimiento de su autoestima y una seria ruptura en su amor propio.

Y más frecuentemente encontramos miedos en apariencia infundados, tales como: miedo al ascensor, a las puertas giratorias en los bancos, a la oscuridad, y cosas así. Aunque parezcan sin sentido, esos miedos son tan graves como los otros, pues limitan e incapacitan igualmente.
Ese miedo es entonces considerado malo por las consecuencias limitantes y de desestructuración que trae a su portador. De ahí la necesidad inmediata de tratamiento tan pronto como se perciban signos de esa presencia en el comportamiento del individuo.
Pese a ello, para que un tratamiento dé resultado positivo es necesario, ante todo, que la persona admita ser portadora de un trastorno que la está perjudicando y del cual desea verse libre.

Entre las técnicas de psicoterapia posibles para el tratamiento del miedo, una de las más utilizadas y más eficaz es la llamada Desensibilización Sistemática, en que la persona es colocada en estado de relajación y va gradualmente siendo expuesta al contacto con el objeto de su miedo; y cada nivel de ansiedad va siendo desestructurado hasta quedar extinguidos todos los estímulos asociados al miedo.

Es importante asimismo resaltar que el miedo a menudo no es percibido de manera explícita por su portador. Puede venir disfrazado de varias otras formas.
Ejemplos: un malestar siempre que la persona va a hacer determinada actividad, aumento incontrolado de la ansiedad ante ciertos acontecimientos, evitación constante y a veces inconsciente de practicar ciertas acciones.

Al miedo bueno debemos dar atención en el sentido de conocerlo mejor, y así emplearlo en nuestro beneficio.
Pero mayor cuidado hemos de poner en conocer el miedo malo, pues no basta identificarlo, hay que asumir su existencia y buscar ayuda para superarlo. Ese miedo limita y fragiliza a la persona, impide que se realice plenamente y que desarrolle sus potenciales más elevados.

por Ronaldo Cardim

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Sobre o autor
cardim
Ronaldo Cardim é Terapeuta Corporal e Psicoterapeuta Holístico, formado em psicologia, trabalha com as técnicas: Shiatsu, Zen-Shiatsu, Massoterapia Corporal, Massagem Bioenergética, Massagem de Alongamento, Sei-Tai (manipulação da coluna), Psicoterapia Holística, Relaxamento induzido, Hipnoterapia Condicionativa, Regressão (TVP).
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