Al surgir una nueva terapia, medicamento o dieta, se emprende una carrera hacia ella en la esperanza de que sea la cura de todos los males, la pieza que faltaba para que aquel problema sea por fin solucionado, tanto si es una dolencia como una situación de baja autoestima, dificultades de relación, dificultades económicas, etc.
Y todos buscamos la panacea que resolverá todos los problemas a todos los niveles y para siempre.
Y aquellos que crean, descubren, inventan las nuevas terapias y medicamentos, predican su eficacia total ¡la panacea ha sido descubierta por fin!
Ocurre que no hay panaceas. ¿Y ahora?
Las dificultades son áreas de aprendizaje y si bien existen factores externos, la curación real es interna, de dentro hacia fuera, y se verifica a través de la concienciación de lo que sucede, a fin de que se produzca un cambio de percepción hacia lo que se desea.
Las terapias y medicamentos actúan a niveles diferentes. Y si el bloqueo de la cuestión se halla en el nivel de esta determinada terapia o medicamento, está resuelto. Si no, será necesario buscar otra solución.
Y es por eso que determinados procedimientos se convierten en una fiebre, pues acceden a un nivel que aún no había sido alcanzado, por decirlo así, y los bloqueos relativos a aquel nivel empiezan a ser solucionados. Hasta que alguien con un bloqueo a nivel diferente de ese no obtiene solución; entonces se dice que no funciona tanto, o que para obtener alivio la condición es creer en que va a funcionar.
Esto se dice mucho de las terapias complementarias, energéticas, las llamadas alternativas. Que es preciso creer para que den resultado.
Lo realmente necesario es estar receptivo. ¿Qué es estar receptivo? Es estar consciente de que hay algo que debe ser cambiado, que el cambio es de dentro hacia fuera, y estar dispuesto a cambiar.
No se obtienen resultados sin receptividad. Ni la luz se enciende sin receptores. No hay magia, hay proceso.
De nada sirve resistirse a situaciones que no agradan, mantener la indignación o hundirse en la tristeza o la depresión porque el camino se hace difícil. No obstante… ¿quién no hace eso alguna que otra vez? Que tire la primera piedra…
El deseo es que todo se solucione como en un pase de magia, tal como vemos en las películas. En realidad el truco consiste en tomar conciencia de la situación que debe ser cambiada, aceptar que existe una dificultad, cambiar la percepción de los hechos y adoptar actitudes.
Y cuando a pesar de varias y diferentes tentativas no se consigue cambiar la percepción por sí mismo, se busca ayuda. Y esta búsqueda comprende varios recursos, medicamentos, terapias, filosofías, religión. ¿Quién sabe? Depende de la necesidad de cada cual, de dónde se encuentra la dificultad en el individuo.
Y ¿qué pueden realmente hacer estas cosas? Pueden ayudar a cambiar la percepción, y puesto que cada herramienta actúa a un nivel – mental, físico, emocional, espiritual, energético – a veces en varios a la vez, incumbe al que busca experimentar hasta encontrar la adecuada a su situación.
Y tras esta reflexión percibo que sí existe una panacea: la buena voluntad, la voluntad sincera de mejorar, pues aquel que posee esta voluntad sincera busca hasta encontrar.
Mônica Turolla
por WebMaster
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Publicado dia 2/3/2017 10:41:37 AM em STUM WORLD
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