Para iluminar la sombra reinante, en tiempos de cambios en todos los aspectos de la vida en este planeta, tenemos faros que la iluminan y que por ello han de ser mantenidos con extremo cuidado por cada uno de nosotros. La fe y la esperanza rasgan la oscuridad con haces luminosos de una fuerza inconmensurable.
La fe nos asegura que todo pasa y que la dinámica de la vida es el cambio constante. Si estudiamos la historia de la humanidad percibiremos cuánto hemos mejorado ya, aunque todavía nos falte mucho para llegar a donde es preciso para que vivamos realmente en paz. Nuestra conciencia nos habla de nuestro origen y de nuestro destino como seres cósmicos que tenemos una vida eterna, que por eso mismo ha de ser cuidada, ya que no habrá de tener fin, y será siempre tal y como la hayamos construido a lo largo de nuestros caminos. Independientemente de la creencia que cada uno de nosotros profese, tenemos siempre una idea de cómo fuimos creados y de la existencia de un Ser Superior responsable por toda la maravillosa armonía del Universo infinito. Tenemos que contactar de modo prioritario en nuestros días con esta energía creadora y mantenedora de la vida, a fin de alimentarnos siempre de una energía vivificadora y pura que nos impedirá el contacto continuo con las sombras. No sólo con las que nos rodean en este planeta de expiaciones y pruebas, sino además con las que todavía perduran en nosotros, seres en evolución, viajeros en el Tiempo.
Tenemos conocimiento de seres humanos que nacieron con muchos impedimentos físicos y que, aun así, con la fuerza de la propia esencia, de Dios en sus vidas, logran superar esos bloqueos, convirtiéndose en verdaderos fanales al iluminar nuestra andadura.
La esperanza es una luz infinitamente poderosa y no debemos permitir que la vida de hoy, repleta de noticias tristes y aterradoras la destruya. Sin fe ni esperanza se hace muy difícil lograr vencer los percances y decepciones que nos afectan a todo instante.
Saber agradecer por todo lo que consigamos ser y por las bendiciones de un cielo iluminado, por la belleza de las flores, de los paisajes de este planeta, por los amigos que encontramos y que nos ayudan, es imprescindible, también. Si hacemos de la gratitud un hábito diario, percibiremos todo lo bueno y bello que siempre nos está sucediendo.
Caminando y agradeciendo cada instante en que seamos bendecidos con la salud, con momentos de paz, con las condiciones para mantener nuestro cuerpo físico nutrido y cuidado, iluminaremos nuestras vidas y de alguna forma, la de todos aquellos con los cuales entremos en contacto.
Todo lo que aún no hemos logrado, será nuestro algún día, si lo merecemos. Importa ser feliz con lo que poseemos, manteniendo la esperanza en un mañana más cercano a nuestros sueños.
No hay nadie que tenga todo aquello que le gustaría, o que ya sea como quisiera ser. Tenemos un tiempo eterno por delante para ir avanzando, agradeciendo, cayendo, volviendo a empezar.
Esperanza tiene que ver con una espera. Y para quienes tienen fe, resta la seguridad de que ésta nunca será en vano…
Iremos conquistando y conociendo a nosotros mismos si tenemos la humildad de reconocer nuestros límites; así subiremos peldaños, poco a poco, hacia la tan soñada paz que todos merecemos tener, cada día en mayor proporción e intensidad.
Que en medio de toda esta bruma causada por noticias tan decepcionantes, podamos ser una luz, aunque sea pequeñita, pues así estaremos ayudando a toda la Tierra a ir mejorándose.
Es bueno atender siempre al hecho de que podemos dejar de oír lo que no nos ayuda en nada, eligiendo con quién pasar nuestras horas, qué libros leer, qué películas mirar.
Cada uno de nosotros tiene junto a sí una gran misión. La de ayudarnos, amarnos, perdonarnos también a nosotros mismos, ¡para poder así hacer lo mismo con el otro que se acerque a nuestro camino!
NO PODEMOS PERDER LA ESPERANZA o estaremos dejándonos vencer, y hemos encarnado para mejorar, para crecer.
por WebMaster
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Publicado dia 3/16/2017 12:52:22 PM em STUM WORLD
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