Al comienzo de la Vida la función de la madre es tan importante, que a menudo no se honra adecuadamente la función igualmente importante del padre, para el niño y para el Sistema Familiar.
Durante la gestación, mientras es bebé y niño pequeño, es realmente la madre quien desempeña la función prioritaria, cobijando, nutriendo, sosteniendo y protegiendo.
Llega entonces el momento para el padre de expandir su acción, y ejercer su papel fundamental y complementario al de la madre durante el crecimiento del niño.
Para eso es necesario, según el terapeuta alemán Bert Hellinger, el papel activo de la madre en "presentar" el padre al hijo, y éste entonces le mostrará el mundo, lo diferente, la diversidad, el coraje y los desafíos, complementando lo que vino de la madre, e integrando ambas informaciones y aprendizajes para un crecimiento y desarrollo saludable de ese hijo.
El hijo observa y toma por modelo a sus padres, atento a cómo ambos miran el mundo, cómo son en cuanto padres, personas, hombre y mujer, y construye la base que llevará para sus propias relaciones al crecer.
A veces, lamentablemente el padre muere pronto, o hay relaciones disfuncionales y conflictos entre la pareja, separaciones, y el padre se aleja de la familia y del hijo, dejando un vacío que ninguna otra persona puede llenar.
Ninguna exclusión en cualquier sistema es buena.
Ese alejamiento puede partir del padre, o puede haber una exclusión de ese padre por parte de la madre, motivada por disgustos o enojos, y así se verifica la siempre sufrida alienación parental.
La exclusión del padre origina consecuencias negativas para todos, sin excepción.
El hijo siente la falta de su padre, independientemente de quien haya sido o de cómo haya actuado.
La madre, cuando no honra ni reconoce al padre de su hijo, o cuando lo rechaza, cuando aparta al hijo y le exige ponerse de su parte contra ese padre, ocasiona un grave enmarañamiento en el sistema familiar, que podrá perpetuarse por generaciones sucesivas, para sus descendientes.
En algún momento futuro, ese hijo que aceptó ponerse contra su padre por lealtad a la madre, se rebelará con esa situación, por haber sido apartado de su padre, y guardará resentimiento contra ella, pudiendo incluso alejarse.
El padre excluido se hará representar por un descendiente, que revivirá sus fracasos y dificultades, hasta que pueda ser visto, sistémicamente reconocido y vuelto a incluir en la familia, en una vivencia de constelación familiar.
Esas consecuencias ocurren por factores simples, aunque no fácilmente percibidos.
Somos hijos de ambos, madre y padre, el 50% de nuestra genética viene de cada uno de ellos, y negar esa verdad es negar parte de nosotros mismos.
La Vida ha llegado a nosotros a través de nuestros padres y de todos los antepasados de sus familias.
Necesitamos "tomar" plenamente la Vida que ha llegado a través de ellos, por el precio que le ha costado a cada uno de ellos.
Hacemos esto cuando tomamos a ambos, padre y madre, aceptándolos plenamente, exactamente como fueron y como son, con todo lo que nos dieron, sin juzgar o exigir que más nos fuese dado, que no fue lo suficiente o no fue como esperábamos.
Si presentamos tantas restricciones y juzgamientos, si no aceptamos a la madre y/o al padre, tomamos la Vida sólo parcialmente y experimentaremos lagunas que se expresarán de diversas posibles maneras, según el punto donde se haya originado la falta.
Posibles consecuencias son la existencia de problemas en diversas áreas de la vida, profesión, dinero, relaciones, sexualidad, amor, etc.
Debemos honrar padre y madre independientemente de quienes fueron o de lo que hicieron. Con lo menos que hicieron ya fue lo suficiente, nos dieron la Vida, y ella no tiene precio. Nunca podremos retribuir algo tan grande.
Si fue "solamente" la vida lo que nos dieron, agradezcamos y hagamos algo mejor con ella, llevándola adelante y dando continuidad a nuestro linaje, siendo cada vez mejores y llevando nuestra familia a un destino más saludable.
Retribuir la Vida sólo es posible haciendo ese mismo papel con nuestros hijos, o entonces y proyectos y acciones para la sociedad, dejando un legado de contribución, crecimiento y Amor.
Aunque los padres tengan problemas en su relación, si ambos consiguieron amarse uno al otro en la persona del hijo, y reconocerse uno al otro cuando miran para él, si aunque ya no estén juntos pueden percibir que en el hijo cada uno está igualmente representado, conseguirán dar nuevo significado a la separación y actuar conjuntamente en beneficio del hijo, que es menor que ambos, y tiene prioridad en el cuidado.
El hijo así podrá crecer saludable física y emocionalmente, con la presencia de ambos en su Vida, aunque alguno de ellos esté ausente físicamente, mediante el reconocimiento de su papel e importancia.
En cualquier época es posible ensanchar la consciencia, reconocer esas cuestiones y tomar la fuerza que viene de los padres y de la familia, reconciliándonos con la Vida y alterando nuestro destino.
Conocer y respetar las Leyes y los Órdenes de la Vida nos encamina a un trayecto más saludable, próspero y feliz.
Dr. Roberto Debski
Médico - CRM SP 58806
Especialista en Homeopatía y Acupuntura por la Associação Médica Brasileira
Psicólogo - CRP/06 84803
Preparador y Entrenador en Programación Neurolingüística
Facilitador en Constelaciones Familiares
por WebMaster
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Publicado dia 8/23/2017 11:20:59 AM em STUM WORLD
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