Si hay algo que me pone triste es la intolerancia religiosa, mejor dicho, cualquier intolerancia me hace sentir mal; pero entre todas, la religiosa es la que más me intriga.
No me cabe en la cabeza cómo alguien puede considerarse mejor que otro por el simple hecho de profesar una religión. Peor que eso, no comprendo cómo alguien puede calumniar, denigrarle la imagen, humillar o incluso agredir a una persona por pertenecer a otra creencia religiosa.
¿Cómo alguien que afirma seguir los preceptos divinos, principalmente lo que está en la biblia, puede hacer daño a alguien “en nombre de Dios” si justamente uno de los diez mandamientos dice “ama al prójimo como a ti mismo”?
Vivir como si sólo existiesen las religiones cristianas de raíces europeas es una afrenta histórica. Respétense las religiones africanas, afrobrasileñas, asiáticas, indígenas, etc. Es hora de enterarnos de que amar a Dios es mucho más que arrodillarse, abrazar la biblia y gritar dentro de la iglesia.
Esa conducta de los pseudo-adoradores de Cristo es inadmisible y es preciso que se hable sobre ello hasta que las personas comprendan que la libertad religiosa es derecho de todos.
Yo voy incluso más lejos: según mi concepción, la existencia de diversas religiones, y de la diversidad en general, forma parte de un plan muy ingenioso de la divina espiritualidad. Lo que ésta quiere de nosotros es sencillo y fácil: ¡respeto mutuo! Aceptemos las elecciones del otro y vivamos nuestra propia vida.
Marcella Latanza
por WebMaster
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Publicado dia 9/21/2017 10:53:54 AM em STUM WORLD
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