Menu

Ahora que he vuelto a casa – Capítulo 31

Ahora que he vuelto a casa – Capítulo 31
Publicado dia 3/7/2007 7:41:57 PM em STUM WORLD

Compartilhe

Facebook   E-mail   Whatsapp

Traducción de Teresa - [email protected]

Realmente me estaba sintiendo como si hubiese quedado huérfana, y por primera vez he sentido la angustia de estar jubilada, sin un lugar a donde dirigirme, y sin proyectos a la vista.
Estaba frente a frente con el fantasma que siempre había procurado exorcizar: la sensación de vacío.

Considero que existen millones de cosas que cada cual puede hacer para rellenar su tiempo; ese no es el problema. Lo difícil es convencer a nuestra alma de que estamos haciendo exactamente aquello que ella espera que hagamos para colmarla.
La mía no se encontraba ni un poco satisfecha.

Yo ya sabía distinguir lo que eran los fines y lo que eran los medios, ya no podía engañarme a mi misma. De repente me sentía tan cansada de experimentar cosas, ya había recibido tanta información, que no tenía más energía para comenzar todo nuevamente. Era como si estuviese sintiéndome intoxicada, nada más podía entrar.
Lo que estaba muy claro, a pesar de todo, es que no podría permanecer inactiva, en ningún sentido.

A aquellas alturas la vida ya me había convencido de que mi “dolencia” nada más era que un medio de buscar caminos que nunca habría recorrido si no hubiesen surgido aquellos síntomas. Todavía me encontraba lejos de la toma de conciencia real del por qué de todo aquello, pero por lo menos ya había recibido suficientes avisos para alejarme de un cierto tipo de vida fútil que probablemente mi vanidad me hubiese llevado a seguir.
Mis problemas físicos eran un óptimo pretexto para mantenerme ocupada buscando terapias, medicinas alternativas, soluciones, etc.
Al mismo tiempo, sabía que no podía darme al lujo de guardar para mí sola todo aquello que había almacenado, y que estaba sofocándome, pidiendo ser compartido.

La escritura, durante mi vida entera, siempre ha sido una válvula de que he echado mano, aun si tener conciencia de cuánto eso me ayudaba a no dejar agravar mis síntomas.
Siempre ha sido la manera que encontraba para compensar mi imposibilidad de revelar a los demás mis heridas más íntimas.
Además de no saber muy bien qué hacer con todo aquello, yo no quería ocuparme con nada que recordase un trabajo intelectual. Por encima de todo, mi autocrítica y el miedo al enjuiciamiento me impedían pensar en ese tipo de exposición.

En esa situación sin salida angustiante, un día, en una de mis andanzas un poco al acaso, me deparé con una unidad de una famosa institución para criaturas excepcionales.
Sentí un impulso irresistible de entrar, y cuando fui puesta frente a frente con la realidad de aquellas personas, me encontré tomada por una emoción tan grande, una solidaridad tan fuerte con aquel mundo, que creí haber encontrado el mejor destino posible para mi tiempo: podría trabajar como voluntaria en una de aquellas unidades.
Fui inmediatamente a informarme, pero mi entusiasmo recibió la primera ducha fría: había que esperar la fecha para ser admitida a un curso de capacitación, que sólo tendría lugar el año siguiente. Así y todo no desistí: esperé pacientemente hasta conseguir todas las credenciales necesarias para ser encaminada a un sector en el cual pudiese inserirme.
La experiencia sólo me sirvió para verificar la distancia que corría entre mi sueño de poder interactuar en el mundo de aquellas criaturas, y la realidad, que era completamente otra.
En aquella ocasión no tenía condiciones para darme cuenta, pero ahora sé que yo era la que estaba completamente desfasada, fuera de la realidad.

Un trabajo voluntario exige, como es obvio, personas dispuestas a encarar cualquier tipo de actividad, de acuerdo con la necesidad de la institución. Yo todavía alimentaba el sueño romántico de poder compartir mis experiencias en un ambiente que ni siquiera tenía previsto el contacto directo con los principales interesados.
Procuré cambiar de sector, para ver si conseguía adaptarme mejor, pero llegué a la conclusión de que mi proyecto no era compatible con las posibilidades existentes.
Todavía fui en busca de otras instituciones similares, pero la conclusión ha sido la misma: era yo la que tenía una visión que me impedía sentirme a gusto con las exigencias de aquel mundo.

Nuevamente me sentía encasquillada, desajustada en el mundo que me rodeaba, como si hubiese vuelto al punto cero.
A estas alturas, parece que estoy oyendo las reacciones de mis eventuales lectores (¿habrá todavía alguno que haya tenido la paciencia de seguirme hasta aquí?): “Pero entonces ¿de qué te ha servido todo cuanto habías aprendido?”
Era exactamente esta la pregunta que yo me hacía, sentía como si estuviese patinando, no conseguía salir del mismo lugar.
Si L. había muerto, la vida continuaba, y yo podría perfectamente buscar otros ambientes donde aplicar lo que había aprendido. Pero era como si un muelle se hubiese roto, yo no encontraba energía para sustituirlo.
Una vez más, mis guías espirituales han venido en mi ayuda, usando como vehículo un terapeuta, F., que ya se había tornado amigo mío y me había introducido al mundo del watsu.
Esta palabra, que es la unión de “water” con “shiatsu”, se refiere a una maravillosa modalidad de hidroterapia que tiene el don de curar los males del físico y de alimentar también el alma.

Ya el hecho de haber descubierto esa fantástica forma de relajar había sido un regalo que me devolvía el lujo de sentirme ligera, flexible, durante aquella hora y media en que me embarcaba en un delicioso viaje lejos de los problemas del día-a-día.
Lo mejor de todo, no obstante, ha sido entrar en contacto con un equipo de terapeutas que comparten una misma filosofía de vida y trabajan de manera realmente diversificada, bajo la batuta de mi amigo F.

He tenido el privilegio de recibir durante mucho tiempo una sesión semanal, hasta que un día F. declaró que era el momento de que yo recibiese un shiatsu más vigoroso, fuera del agua.
Me sugirió que buscase a otro terapeuta, S.

por Angela Li Volsi

Consulte grátis
Mapa Astral   Tarot   horoscopo


Leia Também

Ahora que he vuelto a casa – Capítulo 30

Ahora que he vuelto a casa – Capítulo 32



Gostou?   Sim   Não  
starstarstarstarstar Avaliação: 5 | Votos: 1


Sobre o autor
Angela Li Volsi é colaboradora nesta seção porque sua história foi selecionada como um grande depoimento de um ser humano que descobriu os caminhos da medicina alternativa como forma de curar as feridas emocionais e físicas. Através de capítulos semanais você vai acompanhar a trajetória desta mulher que, como todos nós, está buscando...
Email: [email protected]
Visite o Site do Autor



Siga-nos:
                 




publicidade










Receba o SomosTodosUM
em primeira mão!
 
 
Ao se cadastrar, você receberá sempre em primeira mão, o mais variado conteúdo de Autoconhecimento, Astrologia, Numerologia, Horóscopo, e muito mais...

As opiniões expressas no artigo são de responsabilidade do autor. O Site não se responsabiliza por quaisquer prestações de serviços de terceiros.


 


Siga-nos:
                 


© Copyright 2000-2024 SomosTodosUM - O SEU SITE DE AUTOCONHECIMENTO. Todos os direitos reservados. Política de Privacidade - Site Parceiro do UOL Universa