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Los puentes... ¡los benditos puentes! 7 maneras de construirlos...

Los puentes... ¡los benditos puentes! 7 maneras de construirlos...
Publicado dia 10/18/2007 6:02:19 PM em STUM WORLD

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Traducción de Teresa - [email protected]

Cuando escribí ‘El Síndrome de la Soledad’ (link al final), hace algunas semanas, sugería: ...Hemos de aprender a construir puentes. Puentes que nos lleven hasta donde deseamos llegar, especialmente hasta el otro lado de nosotros mismos... No tenemos los puentes, los benditos puentes. ¡Caramba! No hemos siquiera intentado construirlos...

Y para sorpresa mía, he descubierto que no fui suficiente. Ciertamente no lo fui. ¡Vosotros, todos cuanto me habéis escrito tenéis razón! Me alegra mucho saber que mi artículo no se lee tan sólo como un texto ‘bonito’ sino como un conjunto de palabras que tiene que servir para algo práctico, ¡eficiente!

Muy bien. Este es exactamente mi deseo cuando dedico algunas horas de mi semana a ‘cumplir mi misión’, que es como suelo encarar esta tarea. Entonces, me pareció fantástica la pregunta de mis lectores: ‘pero ¿¡cómo construir los puentes?!’

Durante todos estos días, cada vez que iba o venía de algún lugar, mientras conducía, aprovechaba para enfrascarme en este cuestionamiento. Ha sido un ejercicio increíble y muy provechoso. Y me decía a mí misma: ‘OK, Rosana... ¿y ahora? ¿¡Cómo construir los puentes?! Quiero respuestas claras, que a cada lector le remitan a una transformación de veras. Nada de palabras sueltas que les lleven solamente a reflexionar. ¡Ahora necesitas “know-how” y no meras teorías!’

Entonces, pensé: ‘Nada más obvio – necesitamos la actitud de construir, sea lo que fuere. La orden es una sola: ¡manos a la obra!’ Eso es. Construir es el verbo de acción. Exige trabajo, planificación y disposición. Pero en seguida me acordé de que no hemos sido enseñados a contemplar los sentimientos como siendo resultado de nuestras actitudes. Insistimos en creer que los sentimientos son como ‘magia’, sin que tengamos control alguno sobre ellos.

Con todo, mientras nos parezca así, nada podremos construir, porque pensaremos que construido está... por obra del destino, sin que nada podamos hacer para pasar al otro lado del abismo... aquel abismo que nos separa de nosotros mismos y nos confina en la orilla de la soledad...

Entonces, antes de levantarnos de la silla y remangarnos para, al fin, construir los benditos puentes, hemos de creernos realmente capaces de construirlos. Para ello, arriesgaré una analogía. En principio, todos nosotros deberíamos tener todos los órganos de nuestro cuerpo en perfecto funcionamiento. No obstante, debido a malformaciones, malos hábitos, mala alimentación o cualesquiera otros motivos, enfermamos. Frente a la enfermedad, sentimos dolor. Motivados por el deseo de no más sentir dolor, acudimos al médico.

Hechas las pruebas, resultados en mano, diagnóstico conocido, recogemos la tan esperada receta de cómo librarnos del dolor. Pasamos por la farmacia, compramos el dichoso medicamento y lo tomamos según las recomendaciones médicas. Si tenemos disciplina sobrada, retornamos al médico al final del tratamiento para verificar si está todo bien respecto del órgano que había enfermado y causado toda esta secuencia de actitudes. ¿¡Estoy en lo cierto?!? ¿¡Has pasado ya por esto?!? ¡Seguro que sí!

Pues bien, lo que quiero decir es que, cuando nos molesta un dolor físico, nos apresuramos a construir el puente que sea necesario para sentirnos curados. Pedimos la cita. Comparecemos en el día, hora y lugar marcados. Seguimos las instrucciones médicas y sólo nos relajamos cuando, al fin, el dolor se va.

Sin embargo, cuando el dolor es en el alma, cuando la molestia afecta al corazón (no al órgano, sino a lo que metafóricamente definimos como la casa de nuestros sentimientos), continuamos procediendo exactamente como si nada tuviésemos que hacer. Pensamos: ‘si el dolor ha venido, ya se marchará. Es así, y ya está.’ Nos limitamos a protestar, a llorar, a reñir con quien nos parezca ser el responsable de ello y... ¡nada más!

Así, van instalándose dolores que excavan abismos, que abren barrancos dentro de nosotros, haciendo que permanezcamos en una de las orillas sin saber cómo atravesar. Abismos que nos separan de nosotros mismos, colocándonos en un lugar en el cual tenemos como viejas compañeras a So y Sa... ¿¡¿No las conoces?¡? ¡Sí que las conoces!!! Son la Soledad y la Saudade. Pero están además el miedo, la rabia, la ansiedad, los celos, la falta de coraje para amar y permitir ser amado...

He aquí el gran momento de elegir. Permanecer así, en esta orilla, sentado en el borde y lamentándose por no saber cómo llegar hasta el otro lado... o... construir los puentes. Tal vez ahora argumentes: ‘pero no soy arquitecto, ni ingeniero, ni tampoco albañil. No sé construir puentes’.

Y yo te diría que, aunque lo fueses, no es ese el tipo de conocimientos que necesitas. Tienes que querer. Querer de veras pasar al otro lado, el de dentro, allí donde realmente vives tú. Allí donde están todos los mapas que te hacen falta para llegar a donde quieras, para encontrar a quien quieras.

Y entonces volvemos a la pregunta principal: ¿¡Cómo?!? ¡Muy bien! Tomando actitudes. Sin actitudes ningún puente podrá ser construido. Relatar tus dolores no basta. Llorar no basta. Sentirte solo y sin saber qué hacer para conseguir crear lazos no basta. Todo esto son síntomas y reacciones sintomáticas, pero no es actitud. No construye. No modifica. No te lleva de una orilla hasta la otra. No hace que llegues al camino de dentro.

¿¡Cuáles actitudes?!? Hay varias y todo depende del tamaño y de la profundidad de tu abismo.
Requiere un mínimo de auto-percepción, pero aún así relacionaré aquí actitudes desde las más sencillas hasta las más complejas. Habrás de adecuar la construcción de tu puente según la dimensión de tu abismo.

1. Lee libros que puedan romper tus paradigmas y abrir tu mente hacia caminos que hasta entonces no habías conseguido vislumbrar. Hay muchos buenos libros. Basta entrar en una gran librería y buscar, o aceptar indicaciones de amigos. Pero fíjate... no basta comprar. Hay que leer. Hay que practicar. ¡¡¡Actitud!!!

2. Realiza cursillos o asiste a conferencias de profesionales que aborden temas referentes al dolor que aumenta tu abismo. A través de la sabiduría ajena también puedes descubrir herramientas internas que te hagan posible la construcción de tu puente. Pero mira... no basta escuchar. Hay que poner en práctica lo que se aprendió. ¡¡¡Actitud!!!3. Ofrécete para un trabajo voluntario. Ayudar a quien lo necesita te hará descubrir una capacidad de amar y ser amado que hasta entonces desconocías, ¡puedes apostarlo! Participar en seminarios de salud, en iglesias. Distribuir sopa a los sin techo. Divertir a los niños en un orfanato. Enseñar un deporte a niños sin recursos. Contar cuentos o simplemente escuchar a los ancianos en un asilo. Opciones que pueden transformar tu vida de manera increíble... Pero observa... no basta hacer esto y después pensar que hay dos mundos o dos “tú”. Transfiere a tu rutina diaria todo sentimiento bueno que puedas aprender mientras practicas el amor incondicional. ¡¡¡Actitud!!!

4. Ponte en movimiento. Coloca acción en tu vida. Sal de la monotonía. ¿¡¿De qué manera?!? Elige la que mejor te parezca: yoga, natación, ciclismo, bailar con los amigos, cine, un viaje, meditación, florales, masajes, reiki, dieta, reeducación nutricional, volver a estudiar... Decídete por la mejor manera de construir tu puente. Pero haz algo, por amor de Dios. ¡¡¡Actitud!!!

5. Empieza una psicoterapia. Pide a amigos indicaciones acerca de profesionales de confianza. Acude a un profesional con el cual te identifiques. Si no te gusta el primero, inténtalo con otro. No renuncies de buenas a primeras, porque comenzar un proceso terapéutico es, muchas veces, extremadamente doloroso, ya que nos quita de la cómoda posición de ‘víctimas’ y nos coloca en la eficiente posición de ‘responsbles’. ¡Yo indico! Pero mira... no basta hablar, hablar y hablar... es preciso realmente abrirse para oír verdades acerca de ti mismo, por más horribles que te parezcan. Solamente así el proceso de construcción del puente será posible. ¡¡¡Actitud!!!

6. Alimenta tu espiritualidad. No importa cuál sea tu creencia, pero has de tener una que te devuelva la sensación de protección, de algo mayor, de misión de vida. La fe es capaz de promover cambios enormes en la vida de una persona. Ve a la iglesia, al templo, al salón, a la sinagoga, al centro, al culto o simplemente a contemplar el nacer o la puesta de sol... y encuentra la grandeza de la Creación. Tener un motivo noble para estar aquí puede transformarse en un puente perfecto para tu travesía. Además, agradece, agradece y agradece. Incluso puede que no sepas – todavía – por qué estás agradeciendo, pero puedes estar seguro de que motivos no te faltan. Poco a poco irás descubriéndolos, uno a uno. Claro que para ello, ¡¡¡necesitas tomar actitudes!!!

7. Consulta con un psiquiatra. Te estás encontrando sin fuerzas para cualquiera de las alternativas anteriores. ¿¡Sólo te apetece dormir, llorar o estar a solas?!? Entonces acude a un médico que pueda explicarte qué es lo que ocurre con tus niveles hormonales. Nuestro placer y ganas de vivir son motivados por substancias químicas denominadas neurotransmisores, como son la endorfina y la serotonina. Si te encuentras depresivo, un psiquiatra podrá identificar el nivel de esta depresión y recetarte medicamentos adecuados para que tu cuerpo produzca niveles equilibrados de esos neurotransmisores. Pero atiende... no basta ir al médico, tomar el medicamento durante dos semanas, mejorar un poquito y abandonar el tratamiento. La depresión vuelve empeorada cuando no se trata perfectamente. ¡¡¡Actitud!!!

No pretendía extenderme tanto. Pero tampoco podría hablar de construcciones, puentes y transformaciones de forma superficial. Espero haber conseguido motivarte, sabiendo incluso que tú mismo puedes tener otras maneras de construir tu propio puente.
Ciertamente no he escrito nada nuevo. Pero las soluciones son más obvias de lo que suponemos, la gran mayoría de las veces. No es de fórmulas mágicas de lo que necesitamos, sino de un paso después del otro.
Por lo demás, te deseo tan sólo coraje, para que puedas tomar la actitud más pertinente y, en fin, llevar a cabo tu travesía.

por Rosana Braga

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Sobre o autor
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Rosana Braga é Especialista em Relacionamento e Autoestima, Autora de 9 livros sobre o tema. Psicóloga e Coach. Busca através de seus artigos, ajudar pessoas a se sentirem verdadeiramente mais seguras e atraentes, além de mostrar que é possível viver relacionamentos maduros, saudáveis e prazerosos.
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