Las paredes tienen memoria… Nuestros pensamientos, actitudes y gestos impregnan los ambientes. ¿Qué decir de las casas que ya han tenido varios habitantes? ¿Cómo era el clima? ¿Había amor, complicidad y generosidad? ¿O las personas vivían en una eterna disputa por el poder, con muchas mentiras y traiciones? ¿Ocurrió la muerte de algún miembro de la familia en ese lugar?
La cercanía del cementerio, la iglesia o el hospital ¿influye en el bienestar de los usuarios de ese local? ¿Existe de veras la comunicación con otras dimensiones? ¿Y aquella sensación de que no estamos solos? ¿Y cómo explicar el repentino estremecimiento de frío?
Podemos sentir un astral pesado tras una discusión violenta en una sala. O cuando alguna persona no está emocionalmente bien. Las palabras tienen poder…
¿Y la madre que renunció a su vida profesional poniendo como disculpa el cuidar de los hijos? Ellos crecen, se hacen independientes y se marchan. La madre se queda, acusando, intentando sujetarlos por el remordimiento. La vida es nuestra: hemos de asumir la responsabilidad por ella, batallar por nuestros sueños.
La esposa que no ha buscado una actualización constante, que ha abandonado los estudios y vive entre la lavadora y el fogón. Sólo sabe conversar sobre los hijos, la casa y la empleada del hogar. Corre serios riesgos de que el marido se interese por otra más dinámica.
¡El novio que agobia a su amada con desconfianza, celos y golpes está pidiendo ser sustituido urgentemente! El control mediante llamadas telefónicas, registrar el bolso y la agenda, son actitudes de bajeza. Los vampiros emocionales tienen los días contados.
Vivir en edificios da más interferencias energéticas, pues basta que uno de los residentes esté deprimido aquel día, que pronto se hará con un “amiguito” en la calle. Después ellos entran en contacto con los vecinos más sensitivos y piden ayuda… Un consejo es no dormir en moteles: ¡ya durante la construcción se llenan de “sombras” con la finalidad de drenar la energía!
Entonces ¿cómo protegerse? Una forma es hacer una purificación de ambientes siempre que sea necesario. Un procedimiento sencillo es encender un incienso en el lugar, con las puertas y ventanas cerradas. Cuando se termine, abrir puertas y ventanas visualizando que las energías negativas salen a través de ellas.
El otro es mental: Imaginar que una luz dorada sale del tercer ojo (está entre los dos ojos, un poco más arriba) y que va creciendo hasta cubrir a la persona. Hecho esto, sentimos calor (protección) y vestimos un manto del color que necesitamos en ese momento. Sólo la energía positiva y los buenos pensamientos pasan a través de ese escudo. Es bueno hacerlo todos los días al despertar y al dormir.
Depende siempre y exclusivamente de nosotros la realización de nuestros sueños. Los demás pueden colaborar, pero el interés es siempre nuestro.
Publicado dia 7/14/2008 5:01:46 PM em STUM WORLD
