Hay personas que brillan y consiguen iluminar a todos en el ambiente en que están. Su luz logra contagiar, llevando alegría, paz, sentimientos de amor, ánimo, donde quiera que se encuentren, pero en determinado momento de su vida, ese brillo se esfuma… se apaga. Los que están a su alrededor preguntan: “¿Qué ha pasado? ¿Dónde está tu brillo?” Peor todavía es su propia perplejidad: “¿Qué ha pasado conmigo? ¿Se ha apagado mi llama? ¿O será que nunca la he tenido? ¿Habrá sido todo una ilusión?”
En nuestra vida pasamos por momentos muy buenos, y también por los que nos traen infelicidad y sufrimiento. Sabemos que en las horas malas es muy difícil apreciar que estamos evolucionando, pues el dolor trae aprendizaje y crecimiento, pero ¿quién conscientemente quiere sufrir para que eso ocurra?
Aunque la mayoría consiga percibir que a continuación de una crisis se producen muchos cambios y, casi siempre, para mejor, continúan repitiendo los mismos patrones, y sufriendo. Algunos permanecen como víctimas, otros en la creencia de la culpa, del Karma, otros prefieren rebelarse contra el medio externo. En cambio pocos callan y observan sin censura o crítica cómo estaban, qué pensaban y sentían en cada una de las etapas de la vida, buenas o malas.
En los momentos felices nuestro corazón está abierto y receptivo, en paz, lleno de amor, tranquilo, capaz de contemplarlo todo con belleza, con ritmo y alegría. Al enfrentarnos a las dificultades cerramos el corazón y quedamos sujetos a las emociones no resueltas, “preocupados” por hallar una solución a través de nuestro cerebro para el dolor que sentimos y, así, acabamos reflejando al exterior lo que se encuentra en nuestro interior.
Si asumimos total responsabilidad por nuestra vida e identificamos que todos los acontecimientos y experiencias son consecuencia de la manera en cómo pensamos y sentimos, podemos conseguir todo lo que queramos y cambiar la vida para mejor. Esto es ser co-creador.
Para ello es preciso reconocer que el verdadero creador solo crea con mucho amor, principalmente, hacia sí mismo. El corazón que no brilla permanece paralizado, endurecido y desmotivado por las marcas que la vida le ha dejado y se olvida de sí mismo. Olvidado, ya no consigue encontrar las respuestas que tan solo él mismo se puede dar.
Nos vemos perdidos en nuestros sentimientos y peleándonos con la razón; como los pensamientos y sentimientos tienen que estar sintonizados para que estemos felices y centrados, creamos un enorme abismo para encontrar la paz.
Sin ninguna utopía, todo obstáculo para una vida más feliz está en nuestro propio corazón alejado del amor y solo en el corazón es donde podemos superarlo. ¡No es preciso estar esperando que el cielo descienda a la Tierra, que todo hombre sea bueno y todo se transforme, porque con el corazón abierto y amoroso el cielo ya se encuentra aquí!
Está en nuestros ojos cuando miramos con compasión y en nuestras manos cuando las tendemos para ayudar a alguien. Y en nuestra mente cuando conseguimos ver el bien y lo bello, en lugar del mal.
La manera en cómo vemos el mundo determina cómo será él para nosotros. No podemos cambiar la realidad de los hombres, del mundo, solo podemos cambiar a nosotros mismos y pasaremos a reflejar el brillo de la divinidad que hay dentro de nuestro corazón. Y será ese brillo lo que irá poco a poco, iluminando y cambiando todo a nuestro alrededor.
VERA GODOY
por WebMaster
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Publicado dia 7/30/2009 3:04:40 PM em STUM WORLD
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