¡Y solamente yo soy capaz de interpretar mi papel!
En un tiempo etéreo, antes incluso de nacer, estudié mucho para participar en la gran novela de la vida. Pasé por perfeccionamientos y exámenes en diferentes áreas, interpretaciones de incontables papeles, lecturas y más lecturas de capítulos y más capítulos que parecían interminables. ¡Ese tiempo parecía no tener fin! Siquiera tuvo comienzo. En él, tuve muchos profesores, maestros de la interpretación, de la escenografía, de la coreografía, de las imágenes fotográficas y cinematográficas, directores experimentados, todo orientado y escrito por el único autor de la vida: ¡Dios!
En ese tiempo de pre-estrella, muchos estaban allá: grandes autores como Ivani Ribeiro, Janete Clair, Dias Gomes, tantos otros, también actores fantásticos y sus inolvidables personajes, todos allí, junto a mí, volviendo a aprender nuevos papeles que pronto íbamos todos a interpretar.
Todo era deslumbrante y la trama, espectacular.
Los últimos nueve meses fueron realmente extenuantes, pero mi personaje estaba listo para entrar en escena.
El gran estreno estaba fijado. ¡Sería el día de mi nacimiento!
En la última reunión hicimos el ensayo general, lectura final de los papeles – que en aquel momento ya eran legajos de textos – todo preparado y atado, aguardando solamente mi firma en el contrato; aguardando solamente mis respuestas:
¿Estaba yo realmente preparado? ¿Quería de veras participar en la novela? ¿Estaba de acuerdo con todo lo que había estudiado? ¿Era adecuado el tema? Los personajes que encontraría en aquella jornada ¿eran conformes a las expectativas de mi papel? Al fin y al cabo, iban a producirse encuentros y reencuentros a lo largo de una vida entera.
¿Era esto lo que yo realmente quería?
Estaba bien claro que mi papel tendría altibajos, puntos gloriosos que me llevarían al éxito, y también muchas dificultades que superar. Aún había tiempo para desistir. Pero yo tenía confianza, había estudiado mucho, practicado bastante y tenía todo el guión empollado. Ciertamente habría de salir triunfante en ese cometido.
Además tuve la oportunidad de saber todo lo que sucedería desde el primero al último capítulo. Y decidí:
¡Sí, acepto el papel!
Fue entonces que nací; mi estreno, mi primera escena en el primer capítulo en la novela de la vida. El 10 de marzo de 1955 di conmigo, solo en un inmenso escenario, sin guión, sin nadie al lado a quien reconociese, sin recuerdos… Esas cláusulas también estaban en el contrato. En las letras menudas que decían: Al nacer, todo será olvidado.
¿Y ahora?
Al nacer entramos en un determinado capítulo de la novela de Dios que viene siendo rodada desde el principio y que nos reserva un único papel para el cual tanto hemos estudiado. Pero con la condición sine qua non de no tener recuerdo alguno de todo cuanto hemos aprendido. Todo está borrado de nuestra mente para que todo permanezca grabado solamente en nuestro corazón.
¡Cosas de Dios!
Nacimos con un Proyecto de Vida que hemos de interpretar en esta novela. Pero al entrar en la escena física, quedamos privados de la memoria anterior, ciegos para todas las imágenes que conocíamos. Todo conocimiento de ese gran Proyecto sobrevive silencioso tan solo en nuestro corazón, listo para ser recordado con cada escena vivida y, justamente por eso, tenemos que seguir conforme a lo que traemos grabado. ¡Solo así lograremos seguir adelante, interpretar nuestro papel, hacer que nuestro personaje suceda!
Ciertamente muchos desempeñarán su papel igualito que el guión, tendrán éxito, superarán adversidades inherentes al papel, se convertirán en actores de renombre, incluso internacionalmente, llevando el personaje a muchos hogares y haciendo que muchas personas sigan su buen ejemplo.
Otros tantos no lograrán siquiera recordar que tienen un papel que interpretar, su propio papel. No convencerán a sus iguales, se convertirán en simples figurantes o incluso saldrán pronto de escena. ¡Esos serán los olvidados por el tiempo! Y por no lograr seguir los recuerdos de su corazón, harán el papel de otros, cambiarán sus escenas, metiendo manga por hombro ¡y acabarán peleados con el autor simplemente porque no han comprendido nada!
Sabed que solo existe una manera de interpretar nuestro papel: seguir a nuestro corazón, orientarnos por la intuición, por el Yo Interior, fijar el derrotero por nuestra propia cabeza, transitar por el camino del bien ¡y siempre buscar medios adecuados para cumplir con absoluto éxito nuestro papel en la novela de la vida, que nos marcará para siempre por toda la eternidad!
¡Por tanto, recordad pronto cuál es vuestro papel e interpretadlo lo mejor que podáis, en toda su perfección!
Es cierto que muchos creen en la vida más allá de la vida. Otros tantos, que también son muchos, dudan. A los que creen les será fácil comprender. A los no creyentes, que se abriguen bajo la lógica de la ciencia o de lo que prefieran, no importa. Aquí, creer o no creer no es la cuestión, pues la respuesta es la misma para todos:
Comprender, aceptar y desempeñar nuestro papel en la vida, pues solamente nosotros somos capaces de interpretarlo.
por WebMaster
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