Menu

Abriendo mano del control

por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLD
Atualizado em 25/11/2010 15:46:19


Traducción de Teresa - [email protected]

Una de las mayores fuentes de ansiedad para el ser humano es el deseo de controlar la realidad. Generalmente tendemos a querer que las cosas se manifiesten exactamente tal como deseamos o consideramos ideal.

Ocurre que, muchas veces, aquello que deseamos no es lo mejor para nosotros, o no ofrece oportunidades de crecimiento y evolución espiritual. Aún así, intentamos forzar los acontecimientos o entramos en un estado de ansiedad y miedo, temiendo que éstos no se concreticen. Esta postura interior solo hace retrasar la manifestación de nuestros deseos.

El control, por cierto, es uno de los aspectos del miedo, pues queremos manipular las variables de una situación porque tememos que ella no se desarrolle del modo como nos gustaría.

Este comportamiento, por lo regular, se debe al hecho de que vamos enseñados, desde pequeños, a hacer que las cosas ocurran. El mundo nos exige una acción permanente, afirmando que solo aquellos que corren en pos de lo que desean logran salir vencedores. Esta enseñanza conlleva en sí la ilusión de la omnipotencia, pues considera que la vida está tejida solamente por nuestros deseos.

Es importante, sí, luchar para alcanzar nuestros objetivos, y nuestra fuerza de voluntad tiene un papel importante en nuestras conquistas. Pero no podemos olvidar que en el Universo todo tiene un tiempo propicio para florecer, madurar, fructificar. Por tanto, la ansiedad y la prisa pueden, muchas veces, originar un efecto inverso, haciendo que alejemos, con la negatividad de nuestra mente, la consecución de nuestros objetivos.

Muchas veces, cuando las cosas se niegan a ocurrir de la manera que esperábamos, lo mejor es seguir en otra dirección, abandonando temporalmente aquella meta. Por lo regular, esta actitud acaba llevándonos exactamente a alcanzar lo que queríamos, pero por atajos diferentes, que nuestra mente, dirigida por el ego, no lograba percibir.

Es preciso confiar en la vida y dejar que ella indique soluciones para las situaciones aparentemente sin salida. Cuando nos apegamos obsesivamente a cosas, personas o situaciones, eliminamos cualquier posibilidad de que lo nuevo, lo inesperado y muchas veces, lo mejor, se manifieste.

El Universo sabe exactamente de qué necesitamos, por tanto, debemos darle la oportunidad de proveernos. Para ello hemos de abandonar la tendencia al inmediatismo y desarrollar la confianza y la capacidad de entrega a la magia de la vida. Es preciso luchar, cada día, por la certidumbre de que alcanzaremos todo aquello que necesitamos una vez que alimentemos en nosotros la fe y la confianza.

En una situación confusa, de perturbación ¿qué hacer?
Por favor, no hagas nada. Has creado una confusión a causa de tu hacer excesivo. Tú eres un tamaño hacedor, has confundido todo a tu alrededor – no solo para ti mismo, sino para los demás también. Sé un no-hacedor; eso será compasión para contigo mismo. Sé compasivo. No hagas nada, porque con la mente falsa, con una mente confusa, todas las cosas se hacen más confusas. Con una mente confusa es mejor esperar y no hacer nada, de forma que la confusión desaparezca. Ella desaparecerá; nada es permanente en este mundo. Tú solo necesitas una profunda paciencia. No seas apresurado.

Voy a contarte una historia. Buda iba viajando a través de un bosque. El día estaba caluroso. Era exactamente el mediodía y él tuvo sed; así, le dijo a su discípulo Ananda: “Vuelve. Por el camino hemos atravesado un pequeño arroyo. Vuelve allí y tráeme un poco de agua”.
Ananda volvió, pero el arroyo era muy pequeño y algunas carrozas lo estaban atravesando. El agua estaba toda agitada y se había vuelto sucia. Toda la suciedad que estaba asentada en él había salido a la superficie y el agua no era potable ahora. Así, Ananda pensó: “Tengo que volver”. Regresó y dijo a Buda: “Aquella agua se ha vuelto absolutamente sucia y no está buena para beber. Permíteme ir más adelante. Yo sé que hay un río a solo algunos kilómetros de distancia de aquí. Iré allí y buscaré agua para ti”.

Buda dijo: “¡No! Vuelve al mismo arroyo”. Como Buda dijo eso, Ananda tenía que seguir la orden. Pero la siguió sin entusiasmo, pues sabía que aquella agua no podía traerse. ¡Y se estaba perdiendo innecesariamente el tiempo! Y él tenía sed, pero como Buda dijo que fuese, tenía que ir.
Nuevamente retornó y dijo: “¿Por qué insistes? El agua no está potable”.
Buda dijo: “Ve nuevamente”. Y como Buda había dicho que había que volver, Ananda tuvo que ir.
La tercera vez que llegó al riachuelo, el agua estaba tan clara como siempre había estado. La suciedad se había ido, las hojas muertas se habían ido y el agua estaba pura nuevamente. Entonces Ananda rió. Trajo el agua y vino danzando. Cayó a los pies de Buda y dijo: “Tus medios de enseñar son asombrosos. Me has enseñado una gran lección – que solo es necesario tener paciencia y que nada es permanente”.

Y esta es la enseñanza básica de Buda: nada es permanente, todo es pasajero – entonces ¿por qué estar tan preocupado? Vuelve al mismo arroyo. Entonces, ya todo habrá cambiado. Nada permanece lo mismo. Tan solo sé paciente: ve nuevamente y nuevamente y nuevamente. Tan solo algunos momentos y las hojas se habrán ido y la suciedad se habrá asentado nuevamente y el agua estará pura nuevamente.
Ananda también preguntó a Buda, cuando iba a volver por segunda vez: “Tú insistes en que yo vaya pero ¿no puedo yo hacer algo para volver pura aquella agua?”

Buda dijo: “Por favor, no hagas nada; de lo contrario la volverás más impura. Y no entres en el arroyo. Tan solo permanece fuera, esperando, en la orilla. Tu entrada en el arroyo creará una confusión. El arroyo fluye por sí mismo, así es que, déjalo fluir”.
Nada es permanente; la vida es un flujo. Heráclito dijo que tú no puedes bañarte dos veces en el mismo río. Es imposible bañarte dos veces en el mismo río porque el río ha fluido; todo ha cambiado. Y no solamente el río ha fluido, tú también has fluido. Tú también eres distinto; tú también eres un río que fluye.

Observa esta no permanencia de todas las cosas. No tengas prisa; no intentes hacer nada. ¡Tan solo espera! Espera en un total no-hacer. Y si puedes esperar, la transformación estará presente. Este propio esperar es la transformación.

- Osho, The book of the Secrets.


estamos online   Facebook   E-mail   Whatsapp

Gostou?   Sim   Não  
starstarstarstarstar Avaliação: 5 | Votos: 1


elisa
Elisabeth Cavalcante é Taróloga, Astróloga, Consultora de I Ching e Terapeuta Floral.
Atende em São Paulo e para agendar uma consulta, envie um email.
Conheça o I-Ching
Visite o Site do Autor

Saiba mais sobre você!
Descubra sobre STUM WORLD clicando aqui.

Deixe seus comentários:



Veja também

As opiniões expressas no artigo são de responsabilidade do autor. O Site não se responsabiliza por quaisquer prestações de serviços de terceiros.


 


Siga-nos:
                 


© Copyright 2000-2024 SomosTodosUM - O SEU SITE DE AUTOCONHECIMENTO. Todos os direitos reservados. Política de Privacidade - Site Parceiro do UOL Universa