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Aprendiendo a respirar - Parte III

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 07/04/2015 09:37:08


por CASULO DE LUZ - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Tal como hemos visto, la respiración es la expresión de un proceso profundamente interior. Con ella tenemos en las manos un instrumento que, controlado por la mente esclarecida, hace posible dirigir incluso los procesos inconscientes y autónomos de nuestro cuerpo, poder de que sólo el hombre entre todos los seres vivos puede disponer.
Muchos Maestros han creado sus métodos de respiración. Algunos teniendo en vista la mejora de la salud física, otros con la mirada puesta en el aspecto psicológico de una buena respiración y la mayoría buscando facilitar el desarrollo espiritual de las personas a quienes querían ayudar.

La Respiración Integradora pretende englobar estos tres aspectos: el material o físico, el mental o psicológico y el espiritual o cósmico. El objeto de esta práctica es conducir al ser humano a encontrar su interior, a promover su auto-conocimiento y a convertir su ego exterior en una forma superior de conciencia. Así, la persona podrá expandir su verdadero ser más allá de sus límites corporales, integrando en sí a todos los demás seres del universo.
Con ella se pretende un doble movimiento de la conciencia: a) hacia dentro, hacia la fuente del más precioso potencial de realización existente en lo más hondo del ser humano; y b) hacia fuera, en busca de la conexión con todo el universo a partir del ambiente y de los seres que nos circundan hasta la más lejana de las galaxias.

Aparte de esto, la Respiración Integradora enfoca y valoriza todos los momentos de la respiración y destaca la necesidad del ritmo y de la profundidad de cada uno de ellos. Esto revitaliza los flujos energéticos, oxigena la sangre, hace una “limpieza” en el pulmón retirando residuos de respiraciones mal realizadas.
También produce la dilatación de los músculos superiores del tórax, originando una relajación profunda, aumenta la sensación de calma y paz interior, mejorando el sistema inmunológico y el funcionamiento general del organismo.
Observaciones – Este ejercicio respiratorio es el primer paso del Método Casulo de Luz de Meditação (Método Capullo de Luz de Meditación) que hemos desarrollado como resultado de largo período de estudios y práctica de la meditación cristiana y budista.

El Método Casulo de Luz de Meditação tiene en consideración no sólo los aspectos interiores del ser, sino además los externos para promover la integración de ambos en un mismo proceso. El resultado final pretendido es la transformación del mundo a partir de la íntima transformación de todos los individuos. Ayuda a afirmar el pensamiento y la atención en el tiempo presente; por eso alivia tensiones musculares o psicológicas. Los religiosos la utilizan para preparar el espíritu para un momento de comunión e integración con la divinidad.
Es recomendable su práctica antes de un día de trabajo, ya por la mañana al despertar y aliviar las necesidades fisiológicas características de ese momento. Para deshacer las tensiones, lo mejor es realizarla antes del último período de meditación o del descanso nocturno.

Cómo hacerla – Como toda respiración correcta y eficaz, la Respiración Integradora debe ser ejecutada contrayendo y aflojando el diafragma torácico. Para esto hay que evitar respirar elevando y bajando el pecho. Ha de hacerse el movimiento de hinchar y contraer los músculos del abdomen.
El ejercicio debe ser practicado con los ojos abiertos, pero no desmesuradamente. Es preferible dejarlos ligeramente entornados, en actitud meditativa, dirigida hacia el interior. Una nariz desobstruida es requisito esencial para que salga bien.
Si uno de los orificios nasales funciona mal, puede hacer enfermar todo el lado de cuerpo correspondiente, por insuficiencia de oxígeno y de prana o chi, la energía vital.
Es importante respirar por la nariz, a fin de mantener la humedad de las mucosas, calentar el aire y librarlo del polvo y otras impurezas.

Dónde hacerla – Un recinto sosegado y bien ventilado, o un lugar tranquilo en el seno de la naturaleza, serán condiciones ventajosas, pero no decisivas para que la práctica llegue a buen fin. Quizá al principio, cuando el practicante todavía no esté bien entrenado en la Respiración Integradora, sea recomendable situarse en un lugar que facilite la concentración.
Después, al adquirir más familiaridad con el método, es posible llegar a buen término incluso en un sito no muy sosegado ni muy silencioso. Más tarde los ejercicios sencillos podrán hacerse en el coche, sentado a la mesa de trabajo, en el autobús, en el avión o durante un paseo.

Cuándo hacerla – Lo ideal es practicar la Respiración Integradora todo el tiempo, hasta hacerla automática. Pese a todo, para eso sería necesaria una dedicación integral del individuo. Y como todavía atiende las demás ocupaciones necesarias para el mantenimiento de la vida, aconsejamos la práctica de este tipo de respiración el mayor número de veces posible, todos los días. Lo mínimo necesario es al menos dos períodos diarios de quince a veinte minutos cada uno. Recomendamos su práctica por la mañana, al despertar y por la noche, antes de irse a dormir. Y, al menos una vez cada dos meses, hacer períodos más largos y más intensos de Respiración Integradora, en grupo e individualmente.

Postura Corporal y Estado Mental
Para realizar el ejercicio de la Respiración Integradora es preciso observar algunas recomendaciones, comunes a los más antiguos y tradicionales métodos de las escuelas de sabiduría de diversos lugares y culturas.
- Primer momento – RELAJAR: Los ojos deben estar entornados, con los globos oculares dirigidos a la base de la nariz, como si se quisiese mirar dentro del propio cerebro. Para relajar los músculos es recomendable tomar conciencia de la sensación de peso en brazos y piernas, así como de la cabeza sobre el cuello y de éste sobre el tronco.
Repartir ese peso para ambas piernas por igual si se está de pie; para la base de la columna y de la pelvis, si se está sentado, y para toda la parte del cuerpo que esté en contacto con la esterilla o colchón si se está acostado. Pero siempre recordando que la relajación no puede ser confundida con una siesta en el sofá, sino que es establecer un estado de máxima concentración, vigilancia interior y plena atención.

- Segundo momento – RESPIRAR: Con la boca cerrada naturalmente, sin forzar, empieza a observar la respiración, intentando no interferir ni cambiar tu ritmo natural. Recuerda que, según enseñan los más diversos científicos, sabios y maestros, el sitio donde nace el impulso de inspirar es donde está el centro del individuo.
No trates de interferir en el acontecimiento natural, sólo obsérvalo. Naturalmente, por sí misma, la respiración empieza a hacerse más profunda, más tranquila y más lenta, y casi totalmente silenciosa. Haz que tu atención recorra todos tus miembros y toma conciencia, sin detallar excesivamente todos los fenómenos que ocurren dentro de ti y a tu alrededor. O sea, “permanece presente y atento al aquí y ahora”.

- Tercer momento – EXPANDIR: Siéntete como si estuvieses ensanchando la percepción de ti mismo más allá de tu propio cuerpo. Absorbe lo que está en tu entorno inmediato e incorpóralo en la misma sensación del propio cuerpo. No juzgues ni te intimides con las percepciones. Déjalas producirse. Expande todavía más el alcance de tu conciencia como si te hubieses convertido en una voluta de humo, en un gas, que lo va penetrando todo e incorporando todo a tu propio ser. Las personas, las cosas, los fenómenos, los sonidos, los olores, el aire. Como si estuvieses recibiendo imágenes provenientes de una nave que se alejase de la Tierra y abarcando en su ángulo de percepción a todo el Universo. Siéntete formando parte de todo y que todo forma parte de ti. Como si se hubiesen acabado las fronteras y los límites del propio cuerpo y de la propia mente.

POSICIONES – La más habitual en las varias tradiciones es la sentada. Y como el sentarse, como casi todas nuestras costumbres, ya se ha convertido en un movimiento casi automático, es bueno recordar cómo consideran los maestros que es sentarse correctamente. Sentarse atentamente para un ejercicio respiratorio es colocar los huesos de la pelvis en línea vertical, la columna vertebral erecta, los hombros sin contracción. Estar correctamente sentado puede incluso producir cierta sensación de ligera lordosis, o sea, con la columna vertebral describiendo una pequeña curvatura hacia dentro en la región lumbar. La cabeza no debe inclinarse hacia ningún lado y sí un poco hacia delante. La barbilla se baja un poco hacia el pecho, de tal modo que la coronilla, aquel sitio donde los sacerdotes judíos y cristianos colocan el solideo, parezca estar atraído hacia arriba por una fuerza invisible.

POSTURAS – La ideal varía según costumbres y cultura de quien la practica. Lo que para una persona es ideal e induce a relajación y concentración, a otra le causa malestar e incomodidad. Pruébalas todas y elige la que se adapte a tus necesidades personales. Lo importante es lograr el estado de relajación, concentración y atención necesario.

La postura del loto: sentado con las piernas cruzadas: plantas de los pies vueltas hacia arriba, dorso de cada pie reposa sobre la pantorrilla de la pierna opuesta.

Asiento japonés: de rodillas, sentarse sobre las piernas, con una pequeña almohada entre los pies y el suelo, o entre las nalgas y los talones, sin distender demasiado los tendones.

Asiento benedictino: en un pequeño banco: la parte inferior de las piernas se introduce bajo el banquito, de modo que es fácil mantener las espaldas erectas.

Asiento occidental: en una silla, piernas en ángulo recto, plantas de los pies apoyadas en el suelo o en una almohada (escabel) doblada.
La columna ha de estar erecta, y si el asiento de la silla tiene inclinación hacia atrás, se coloca un apoyo (un libro o una almohada) bajo el cóccix. Los muslos deben tener contacto con el asiento, pero la columna no debe arrimarse al respaldo de la silla.

Observación: Las dos primeras pueden ser más difíciles para el hombre occidental, pero vale la pena practicarlas. En esas posturas nuestra base está firmemente ancorada, es fácil mantener la columna y la pelvis en la vertical, y la energía fluye más libremente por ellas. Pero el buen sentido recomienda que el acto de sentarse debe facilitar y no convertir el ejercicio en un sacrificio doloroso y, por tanto, ineficaz.

Paso a paso
Percibe la temperatura, los sonidos, la textura y los olores del ambiente. Mézclate y siéntete integrado y penetrado por todos esos fenómenos sin dejarte poseer enteramente por ninguno. Expande ese sentido a todo tu entorno, la ciudad, la región, el país, el continente, el planeta, el Sistema Solar, el Universo.
Siente el aire en torno a ti como parte de todo y conectado a todo cuanto existe. Sorbe el aire por los orificios nasales, bien lentamente, prestando atención a los espacios internos del cuerpo que van siendo rellenados por el aire.
Llena lentamente los pulmones lo máximo posible, sirviéndote para ello de la contracción del diafragma por la dilatación de la barriga. Hincha la musculatura ensanchando el espacio en la parte inferior de los pulmones. Intenta hacer esto sin elevar los hombros ni hinchar demasiado el pecho.
Retén el aire en los pulmones tranquilamente el mayor tiempo que te sea posible. Al comienzo ese tiempo será corto. Con la práctica constante de este ejercicio ese tiempo irá aumentando gradualmente y el proceso se irá haciendo cada vez más natural.

Percibe al mismo tiempo el intercambio que se está produciendo en tus pulmones. Como si entregases todo el bello resultado del trabajo de tus células como regalo a todo el Universo, y al mismo tiempo recibieses del Universo otra materia prima nuevecita para trabajarla.
Empieza a soltar el aire lentamente por los orificios nasales y por la boca como si estuvieses soplando en todas las direcciones, devolviendo con mucha gratitud al mundo toda la luz que has recibido y que ahora envías de vuelta.
Deja que los pulmones se vacíen completamente, volviendo la barriga al nivel normal y dejando relajarse el diafragma, volviendo hacia arriba y contrayendo los pulmones sin violencia. Encoge la barriga para lanzar fuera lo que resta del aire que aún queda en los pulmones.
Intenta mantener tus pulmones vacíos durante el máximo de tiempo posible, en reposo.

Disfruta ese bienestar. Siéntete satisfecho por haber recibido y donado tanta energía. Cuando empieces a sentir la necesidad, empieza de nuevo a sorber lentamente el aire solamente por los orificios nasales para llenar los pulmones y repite todo el proceso descrito a partir del paso 3.
Observación: Ese tiempo de reposo también irá aumentando a medida que el organismo vaya adaptándose a la práctica.

Respirando Conscientemente
No es preciso que esperes a tener tiempo ni espacio para practicar la Respiración Integradora. Puedes practicarla en cualquier lugar y todo el tiempo. Adaptando tus momentos y posturas al ambiente en que te encuentres.
Para ayudar a la realización de este ejercicio sin tener que interrumpir las actividades cotidianas, sugerimos un modo compacto y simplificado de respirar de forma integradora y consciente. Este modo puede ser practicado en cualquier lugar y a todo momento.
Mientras esperas en la cola, en el tráfico, en casa haciendo las tareas domésticas o incluso en la oficina en el intermedio entre dos actividades y hasta en el baño es posible realizar una respiración completa, para concienciar, revitalizar y relajar.

Respirar sin interrumpir las actividades diarias
Empieza por instalarte cómodamente. Relajado, pero atento y concentrado.
Baja la mirada y fíjala en un punto imaginario más allá de todo lo que puedes contemplar. Es lo que llamamos “mirar sin ver”.
Toma conciencia del momento presente y del lugar donde estás. Colócate firmemente en el aquí y ahora.
Inspira lentamente por los orificios nasales llenando los pulmones de aire hasta su límite máximo. Para ello, dilata la barriga.
Mientras inspiras mentaliza la frase: “¡todo está en mí!”
Retén el aire en los pulmones el máximo tiempo posible, pero sin forzar. Toma conciencia del intercambio que está realizándose en los pulmones. Siéntete agradecido por estar recibiendo el oxígeno y la vida gratuitamente.
Cuando empieces a notar que debes espirar, comienza a hacerlo muy despacio. Siéntete donando al Universo, con generosidad y alegría, la paz, la luz y el calor generados en las células de tu cuerpo.
Vacía los pulmones lenta y totalmente. Para ello encoge los músculos de la barriga al máximo, pero sin violencia ni exageraciones.
Permanece el mayor tiempo posible con los pulmones vacíos. Imagínate todo fuera de ti mismo y totalmente integrado al universo y satisfecho por poder estar donándote.
Cuando sientas la necesidad de volver a inspirar, hazlo despacio repitiendo las acciones a partir del paso 4.
Percibe el bienestar que se ha apoderado de tu cuerpo y de tu mente. Este modo de respirar puede parecer difícil al comienzo. Aún así, no desistas y continúa practicándolo siempre que te acuerdes y puedas. Con el tiempo y la persistencia en su práctica pronto lo estarás haciendo fácilmente.

RECOMENDACIÓN FINAL
Es importante recordar que respirar por la nariz y dilatar el diafragma distendiendo la barriga y no sólo el pecho es la forma realmente correcta. Respirar por la boca, sin distender el abdomen, acaba por provocar un inmenso cansancio en quien tiene que hablar mucho o en alto. Y también puede incluso originar enfermedades de esófago y estómago.
Desgraciadamente los hábitos modernos, nuestro modo de hablar, de andar, y nuestras ropas, calzados, sillas, butacas y camas sólo contribuyen para una respiración mediocre y hasta perjudicial.
Pero todo eso puede, con buen sentido y persistencia, ser dejado de lado o al menos adaptado para interferir lo menos posible en el ritmo ideal de vida. A fin de cuentas, nada es permanente. Todo cambia y puede ser cambiado. La sabiduría está en hacer que esos cambios sean, en la mayor medida posible, para el bienestar, nuestro y de todos los seres.

¡Sarva mangalam!

¡Que todos los seres puedan estar en paz!


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