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Cuando falta algo para ser feliz

por Bel Cesar em STUM WORLD
Atualizado em 16/03/2009 14:04:45


Traducción de Teresa - [email protected]

¿Quién no conoce la sensación de que falta algo para ser feliz? Un sentimiento de estar en suspenso, a la espera de poder soltarse y sentir un gran alivio. Es como si nos faltase una larga exhalación, capaz de relajarnos hasta el punto de sentirnos profundamente enraizados, seguros en nuestro mundo interior.

Hablando así, incluso puede parecer que el sentimiento de completitud sea semejante al proceso de la muerte: al fin y al cabo, si ya no fuese preciso esforzarnos en ir en busca de nada, podríamos entregarnos y sentirnos completos, como en una misión cumplida con un final feliz. Escuché a un paciente que había intentado suicidarse, que su intención era esta – finalmente entregarse, pero que según empezó a sufrir vio enseguida que las cosas no eran precisamente así… pues su angustia continuaba presente durante toda su tentativa de morir.

La muerte en las pantallas del cine muchas veces se muestra así: tras un largo suspiro, la persona muere como si entrase suavemente en un sueño profundo, donde, finalmente, estuviese en paz.

En nuestra sociedad cristiana, asociamos la muerte a la paz eterna. Esta es una perspectiva que puede ayudarnos a aceptar nuestra propia muerte y la de aquellos que amamos. Pero este no es el punto sobre el cual vamos a apoyar nuestra reflexión. Pues, para muchos, estar ante el proceso de muerte es una vivencia de entrega sufrida, donde soltarse es una experiencia tan desconocida como la de sentirse completo y satisfecho.

Gangchen Rinpoche cierta vez nos habló sobre este sentimiento de no completitud: Frecuentemente, sentimos falta de algo casi imperceptible, algo que no es mental o intelectual. Incluso en las situaciones privilegiadas, en que pensamos estar satisfechos, pronto surge ese sentimiento sutil de que algo nos falta. Tenemos, entonces, la prueba de que la vida material no es suficiente, y salimos en busca de algo más espiritual. Ese algo que nos falta es tocar nuestro propio potencial de paz.

La paz, según el Budismo, es una manifestación natural de la mente, por eso se encuentra siempre lista y disponible. Los maestros budistas nos estimulan a comprender que aquello que estamos buscando fuera de nosotros se encuentra en nuestro interior. En este sentido, buscar la paz fuera de nosotros puede llevarnos hacia más lejos de ella. Es como si nos desesperásemos por llegar a algún lugar, cuando no hay lugar alguno a donde ir.

La paz no es algo que podemos comprender con un razonamiento lógico, es decir, por medio de conceptos. Por eso no es posible idealizarla, sino tan solo reconocerla.

La buena noticia es que ya no necesitamos esperar por algo que nos hará finalmente enteros y felices. Para ello podemos desde ahora reconocer los estados de calma de nuestra mente como nuestro mejor patrimonio.

Lama Gangchen nos recuerda: Nuestro problema es que no sabemos reconocer lo positivo. Primero, es preciso reconocer la paz interna, para después desarrollarla, o la perderemos nuevamente.

Este es el primer paso: reconocer la presencia de una mente satisfecha. Podemos empezar apenas identificando este estado mental en el momento en que vamos a dormir, cuando aliviamos la sed al tomar un vaso de agua, cuando refrescamos el cuerpo caliente con un baño de agua fresca, cuando nos sentimos en sintonía con la mirada de otra persona, con la escena de una película o con nuestra propia respiración.

Puede parecer demasiado simple, pero la lógica del Budismo es bastante clara: el efecto de los estados mentales es semejante al que se esté cultivando. O sea, solo la paz genera paz. En este sentido, la insatisfacción en sí nunca puede convertirse en satisfacción, al igual que la tristeza no se transforma naturalmente en felicidad.

Por eso, Lama Yeshe nos dice: No podemos esperar alcanzar nuestra meta de felicidad universal y completa poniéndonos sistemáticamente más tristes. Solo con el cultivo, hoy, de pequeñas experiencias de calma y satisfacción, es como seremos capaces de alcanzar nuestra meta última de paz y tranquilidad en el futuro.

Al aprender a reconocer nuestra mente de paz y satisfacción estaremos entrenando la confianza en nuestro potencial de entrega y relajación. ¡Quién sabe así, estaremos también más preparados para aceptar el proceso de la muerte como una experiencia de gran relajación!


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bel
Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia.
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