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Cuando la dependencia es saludable

por Bel Cesar em STUM WORLD
Atualizado em 15/04/2005 14:06:35


Traducido por Melissa Park - [email protected]

Entre los rezos preliminares de las prácticas meditativas del budismo tibetano están las Siete Meditaciones Ilimitadas. Por medio de ellas, rezamos para que todos los seres tengan felicidad en sus quehaceres, y para que sean libres del sufrimiento y de sus causas. Según el maestro budista Lama Gangchen Rinpoche, una de las razones por que debemos hacer todos los días esta oración es por que estamos en todo momento viviendo gracias al esfuerzo de los otros y, por lo tanto, además de agradecer por esta dedicación, debemos dar algo a cambio: la buena energía.

Si reconocernos la realidad de que estamos profundamente ligados unos a los otros, no tendremos dificultad en admitir cuánto dependemos unos de los otros. En este mismo instante, por ejemplo, a pesar de que no podemos verlas, sabemos que dependemos de que muchas personas lean este texto en la Internet. Si profundizamos este análisis, veremos que esta dependencia es interminable, pues la acción de una persona está directamente ligada a la acción de otra.

En tanto, tenemos preconceptos sobre la palabra dependencia, pues ella nos remite a la idea de que perderemos el control sobre nuestra autonomía.

El concepto de autonomía surgió apenas al final del siglo XIX y se convirtió en un fuerte referencial de libertad para la sociedad occidental después de la Segunda Guerra Mundial, con la expansión de los principios de la democracia.

Mientras, cuanto más negamos nuestra dependencia, más dificultades tendremos en percibir la trama que nos liga unos a los otros. Es preciso entender de “nosotros” para desatarlos!

Cuanto más nos demos cuenta de cuánto somos dependientes unos de los otros, mejor podremos reconocer y lidiar con nuestras diferencias frente al modo como cada uno lleva la vida: su ritmo y sus aspiraciones.

Es interesante observar como cada uno posee un grado propio de disponibilidad interna para lidiar con las demandas externas. Esto es, algunas personas son capaces de mantenerse ligadas al mundo exterior por más tiempo que otras.

Quedo siempre impresionada al observar la incansable capacidad de Lama Gangchen Rinpoche para atender a las demandas externas. Como un terapeuta ambulante, él da atención a centenas de personas que lo buscan todos los días para recibir sus consejos y sabiduría.

Quién está a su alrededor puede sentirse fácilmente caótico, pues muchas veces, cuando él está diciéndole algo, es interrumpido por otra persona o por una llamada telefónica. Pero, con el tiempo, aprendemos que si aguardamos en silencio él retomará la conversación exactamente del punto donde paró.

Intento observar lo mucho que esa interrupción me deja nerviosa, despertando la sensación de que corro el riesgo de estar perdiendo la chance de recibir algo importante. Mas, con el pasar de los años, he aprendido a relajarme y confiar en que siempre recibiré sus consejos cuando los necesite.

Estuve visitando al Lama Gangchen este último mes. En el momento en que estaba para despedirme de él, vinieron varias preguntas a mi mente. Y comencé a hacerlas. Él no titubeó en responderlas, pero luego me dijo: “Bel, tendremos por delante toda la vida juntos para conversar sobre todo lo que usted quiera”. Esta frase tuvo un efecto balsámico sobre mí, pues comprendí que podía confiar en que recibiría en cualquier momento la información que necesite.

Esta experiencia me llevó a escribir este texto, pues pude reflexionar que la base de la dependencia saludable es construida en la confianza de que no seremos abandonados o sufriremos el dolor de la falta. Y más: es justamente esta sensación que nos enseña a confiar cada vez más en nuestra capacidad de contar con nuestros propios recursos internos.

La dependencia saludable nos torna cada vez más ágiles, más libres para fluir. Si no quisiéramos sufrir las consecuencias de la dependencia negativa, tendremos que auto-organizarnos.

Por ejemplo, cuanto más organizados fuéramos con las informaciones de las que necesitamos para agilizar nuestro cotidiano, más saludable será nuestra dependencia con los otros. El simple hecho de no tener anotado el teléfono de una persona con quien usted desea hablar, ya lo hace depender de la disponibilidad de que otros le den esta información cuando usted la necesite. Este hecho puede parecer sin mucha importancia, pero quién no se vio ya perdiendo oportunidades importantes simplemente por no saber el horario y dirección de donde debería ir?

Cuando más reconocemos cuanto los otros dependen de nuestra actitud organizada para seguir más fácilmente el flujo de los acontecimientos, más respeto tendremos por ellos. A su vez, seremos también más respetados. En este sentido, saber pedir ayuda e informar a otro de sus condiciones es esencial para convivir bajo una dependencia saludable. No ayuda decir al otro: “No quería darte trabajo, por eso intenté hacer todo solo, pero, disculpe, no conseguí”. Puede ser demasiado tarde para reconocer que dependemos, sí, unos de otros!

Podemos estimar si estamos viviendo bajo un flujo de dependencia saludable o no a partir de los resultados de nuestras acciones en grupo. Cuando una situación queda estancada es porque la dependencia entre las personas envueltas en esta acción, está comprometida. Entonces, es hora de cambiar, no adelanta insistir!

Muchas veces, las cosas no van hacia adelante porque depositamos excesiva confianza en los otros; y otras veces, ocurre exactamente lo contrario: centralizamos las decisiones, impidiendo a los otros actuar.

La dependencia saludable es posible en la medida que asumimos la responsabilidad por nosotros mismos, al mismo tiempo en que no nos aislamos de los otros.

Aquel que no asume la responsabilidad por sí mismo está siempre buscando chivos expiatorios para sus fracasos quedando, de esta forma, cada vez más preso a ellos. Relaciones basadas en esta dependencia insalubre se tornan densos y las personas envueltas cada vez más frágiles.

La dependencia saludable existe cuando no nos acomodamos con lo que parece más fácil. Por ejemplo, desahogar nuestras emociones o llevar la vida sin expresar nuestras ambiciones en pro de una aparente condición de estabilidad no nos hará felices.

Fingir que no existimos no es saludable! En tanto, eso ocurre muchas veces con aquellos que están sucumbidos a las reglas de aquellos que los mantienen financieramente. La dependencia financiera será saludable cuando no impide al otro realizar sus sueños y tornarse responsable por ellos!La dependencia saludable surge cuando somos capaces de cuidar de nosotros mismos. En tanto, la mayoría de nosotros recibió una educación contradictoria. De un lado, nos fue transmitido el mensaje de que sólo podríamos ser nosotros mismos a partir del momento en que fuésemos capaces de manternos financieramente, y de otro lado, fuimos criados para ser dependientes de nuestros padres! De esta forma, absorbemos diariamente sus miedos frente al mundo, así como la imagen de que esos miedos son o no posibles de ser enfrentados: “Cuidado con fulano”, “Si yo fuese tú no me arriesgaría”.

Cada uno recibió, cuando niño, una dosis afectiva de que sería capaz o no de auto-responsabilizarse por su vida. Si ésta fue ineficiente, nuestra tendencia será la de retroceder frente a cada nueva chance de crecer. Quedamos asustados frente a la idea de asumir el riesgo de actuar de un modo más arriesgado de aquel temeroso de nuestros padres.

Cuanto más nuestras carencias en la infancia no fueron atendidas, más inseguros nos tornamos cuando adultos. O sea, cuanto más vivimos la experiencia de que recibimos lo que necesitamos de aquellos de quien fuimos literalmente dependientes, más confianza tendremos internamente en nuestra capacidad de relacionarnos.

John Bradshaw escribe, en su libro “ Regreso al Hogar “ (“Volta ao Lar”) (Ed. Rocco): “Cuando no pueden confiar en las personas responsables por ellas, las criaturas desenvuelven un profundo sentimiento de desconfianza. El mundo parece un lugar peligroso, hostil e imprevisible. De esa manera, precisan estar constantemente en guardia y en el control. Terminan por creer que, ‘si yo controlar todo, nadie puede tomarme desprevenido y herirme’. Surge, entonces una especie de manía de control, o vicio del control. La manía del control crea graves problemas en las relaciones. No es posible la intimidad con una persona que no confía en nosotros. La intimidad exige la aceptación del compañero como él es. Los disturbios de confianza crean también problemas de exceso de confianza. La persona desiste de todo control y confía ingenua y absurdamente, prendiéndose a la otra persona e invirtiendo en ella un exceso de estima, o aislándose completamente, construyendo muros protectores e infranqueables”.

Por lo tanto, si nuestra noción básica de confianza quedó comprometida por la falta de seguridad cuando éramos criaturas, tendremos que reconstruirla ahora por medio de nuestro propio esfuerzo. Pero eso no quiere decir que debemos hacerlo a solas. Al contrario, será justamente la vivencia de una relación basada en la dependencia saludable que nos irá proporcionando esta autoconfianza que tanto nos hace falta.

Para determinar nuestras relaciones, precisamos aprender a reconocer la dinámica que ellos ejercen sobre la capacidad de responsabilizarnos por nuestro equilibrio interno. Por eso, aquí va una acotación preciosa: una relación que nutre la dependencia insalubre nos tornará cada vez más inhibidos, carentes de la aprobación ajena. Ya una relación basada en una dependencia saludable está siempre estimulándonos a ser nosotros mismos, esto es, a volver para nuestro eje de confianza interior.

El tema del próximo texto será la co-dependencia: cuando una persona independiente soporta e incentiva la dependencia del otro.

Bel Cesar


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bel
Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia.
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