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Cuidado con las palabras; la víctima puedes ser Tú

por Eraldo Manfredi em STUM WORLD
Atualizado em 05/11/2006 10:57:30


Traducción de Teresa - [email protected]

Sabemos que nuestros pensamientos pueden ser poderosos, pero cuando expresados a través de la palabra hablada o escrita, adquieren una fuerza incontrolable, capaz de causarnos mal o bien. Por ello debemos poner mucho cuidado antes de expresar nuestros pensamientos con las palabras.
De todas las poderosas armas de destrucción que el hombre ha sido capaz de inventar,
la más terrible – y la más cobarde – es la palabra.
Láminas afiladas, pólvora, energía atómica, dinamita y muchas otras energías utilizadas maléficamente por el hombre, dejan rastros de destrucción de mucho dolor y sangre, pero cuando usadas para servir al ser humano son altamente benéficas.
¡Qué no decir de la energía atómica utilizada en la medicina! – de la dinamita para la construcción de presas, de láminas afiladas para delicadas operaciones quirúrgicas y tantos otros beneficios... Lo mismo se da con las palabras.
Ellas han sido utilizadas para modelar la personalidad de la mayoría de nosotros por nuestros padres, educadores, religiosos – desde tierna edad, la mayor parte de las veces – con dogmas, conceptos, prejuicios, falsas creencias y tantas frases y jergas que van a perseguirnos hasta el final de nuestros días en este planeta.

Yo diría que la palabra es como la desintegración del átomo, causa una gran destrucción de inmediato, pero su mayor efecto es el retardado, pues perdura por muchos años causando silenciosamente daños en nuestro espíritu, en nuestra mente y en nuestro cuerpo físico.
A lo largo de años y años, muchas veces comenzando en la fecundación y propagándose durante toda nuestra vida, somos condicionados y forjados por la palabra, la mayoría de las veces con críticas y humillaciones que destruirán nuestra autoestima y nuestra seguridad, generando seres humanos con dificultades para relacionarse o amar y en su mayoría perdedores en todas las áreas de sus vidas. Ya sea en las relaciones amorosas, familiares, profesionales, en la salud física y mental, así como en muchos otros campos, lo cual hará de ellos seres fracasados en algún sector de sus vidas, cuando no en todos.
Cuando conseguimos salir de la tutela de aquellos que nos han criado, fuesen quienes fuesen, pensamos que todo será diferente, pero eso es una terrible equivocación, pues la palabra continuará su destrucción con todo lo que aún vendrá de educadores, religiosos, compañeros(as) sentimentales, colegas de trabajo, amigos, enemigos, parientes, la sociedad, los vehículos de comunicación, en fin, todo cuanto pueda llegar a nuestros oídos y a nuestros ojos a través de la palabra.

Y su fuerza es incontrolable, pues todo lo que recibimos a través de la palabra irá pasando inexorablemente de generación a generación. Sin embargo, cuando se consigue percibir el otro “filo” de esa poderosa arma, pasando a utilizarla para proporcionar solamente beneficios, su poder de destrucción se transformará en una herramienta poderosa capaz de operar verdaderos milagros. Su “poder de fuego” es tan fuerte que podemos cristalizar efectos benéficos o maléficos para todos nosotros y para todos los que amamos, alcanzando también a animales, vegetales, automóviles, equipos electrónicos, etc.

Entonces, procura analizar cual “filo” de esa poderosa arma estás usando o cual ha sido usado contigo, con tus familiares, compañeros, en fin, todos y todo cuanto forma parte de tu vida. – (destrucción o construcción).
Vamos ahora a enumerar algunas de esas “municiones” que son 'disparadas' a menudo para propagar el poder de destrucción de la palabra; algunas son bastante antiguas, pero continúan siendo actuales, pues tienen gran “poder de destrucción”.

-Quien nació para patacón nunca llega a millón.
-Para vivir tienes que sudar la camiseta.
-Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que entrar un rico en el cielo.
-El dinero no trae la felicidad.
-La abundancia financiera es fruto de actitudes deshonestas.
-El dinero se escurre por entre los dedos.
-No sé ganar dinero.
-Los hombres son todos iguales.
-Tú eres un pecador(a).
-Ese crío sólo me da problemas.
-Que feo, ya no me gustas.
-Yo debía haberte abortado.
-Tú eres tonto(a) y nunca vas a ser nada en la vida.
-En qué estaría yo pensando cuando me casé contigo.
-Vete al infierno.
-Los celos son la salsa del amor.
-Ese coche se lleva todo mi dinero.
-En la tele no hay nada que valga.
-Ya no aguanto más tantas facturas para pagar. (como si las facturas cayesen del cielo, con el agravante de destruir la creencia de alguien que consideró que tenías condiciones para pagar y por eso te concedió el crédito).
-Yo no merezco tanta alegría.
-Todo lo malo me pasa a mí.

Llenaríamos páginas y páginas con palabras, jergas y frases que tienen inmenso poder de causar el mal. Sé que el trabajo es arduo y por veces doloroso, pero para recolectar todo lo que nos aporte alegría, paz y prosperidad, tenemos que modificar nuestra manera de pensar, impregnando nuestra mente y nuestro espíritu con modelos de pensamientos constructivos, tales como:

-Atraigo todo lo bueno que es mío por derecho divino.
-Nada ni nadie interfieren en mi felicidad.
-Bendigo mis facturas a pagar, pues si debo es porque tengo condiciones para satisfacerlas.
-El dinero viene a mí con mucha alegría y sin dificultad.
-Yo tengo muchos talentos y habilidades, por eso nada temo.
-Soy digno(a) y merecedor(a) de recibir todo lo bueno que existe en el manantial Divino.
-Trato al dinero como a mi mejor aliado.
-Toda y cualquier mudanza es porque algo bueno está para suceder.
-Por ti yo lo haría todo nuevamente.
-Te pido perdón por todo lo que te he causado.
-También te perdono por todo.
-Abre los brazos y di en voz alta y con buen tono: “Atraigo mucha alegría, seguridad, paz, salud y prosperidad para mí, para mis familiares, amigos, y para toda la humanidad.”

Es lógico que nuestra mente no acepta mentiras como, por ejemplo, decir a un deficiente visual que él ve – pero tampoco necesitamos echar más “leña al fuego” diciendo que él nunca podrá vencer en la vida o llamarlo pobrecito y cosas así...
Historia verídica de una víctima del poder de las palabras.

Victorio era un hombre con dotes físicas que darían envidia a cualquier modelo de nuestra vida actual, rubio, fuerte y con penetrantes ojos azules.
Hijo de inmigrantes italianos, fue obligado desde niño a trabajar duramente para ayudar en el sostenimiento de la familia – que estaba compuesta por los padres y diez hijos – al lado de su padre, que era el encargado de una empresa especializada en las pavimentaciones de las vías públicas en Sao Paulo.
Con el advenimiento del asfalto fue el primer hombre en trabajar con el famoso rodillo compresor en el asfaltado del antiguo Parque Antártica.
Dotado de rara inteligencia, pero sin posibilidad de frecuentar escuelas, adquirió los más variados conocimientos como autodidacta.
Con eso dominó, entro otras, el área de la mecánica automovilística, de la electrónica, de la ebanistería, de la construcción civil y de la metalurgia.
Todo ello vendría más tarde a proporcionarle cargos en conceptuadas empresas, siendo que una de ellas es hoy una gran industria de piezas para autos.
Pero más allá de todos esos conocimientos, estaba dotado con aquello que hoy identificamos como paranormalidad; sin embargo él decía que apenas utilizaba la fuerza del pensamiento. Tal hecho hacía que su residencia estuviese siempre llena de personas que buscaban alivio para sus males.
Tuvo tres hijos, pero fue al primogénito a quien transmitió todos los conocimientos –incluso en el área de las ciencias ocultas – la mayoría de las veces con humillaciones a través de las palabras, que lo han marcado en lo más profundo de su espíritu, pues de algunas de esas mancillas ese hijo suyo lucha todavía hoy para libertarse.
No obstante, con tantos conocimientos técnicos, era analfabeto en el área de los sentimientos. Persona emocional, casado con una mujer que tampoco sabía lidiar con sus sentimientos y con lo que ocurría; diariamente reñían por celos infundados.
Durante las discusiones él siempre decía estas frases:

Tú me estropeas el hígado.
Esa mujer me acaba con el hígado.
Mi hígado ya no aguanta más
.

Él no fumaba, no era alcohólico y su alimentación era súper saludable, pues poseía en la casa un pomar, huerta, cultivo de hierbas medicinales, cría de gallinas... prácticamente todo lo necesario para alimento de la familia a plena satisfacción.

Victorio Manfredi – fue mi padre en la vida actual.
Falleció el día 01/03/1970 a los 56 años y – según el dictamen médico – víctima de “cirrosis hepática causada por mala irrigación de la vena porta”.
Quiero dejar impreso mi Amor y el agradecimiento por todos los conocimientos que me han sido transmitidos por ti.
Yo te amo.

Eraldo Manfredi
es...
El querido colaborador y amigo Eraldo Manfredi nos ha dejado el miércoles, día 16 de agosto, tras larga y valerosa lucha contra la enfermedad. La contribución y la dedicación de Eraldo han sido de inestimable valor para el stum y para muchos usuarios y su ausencia – tan sólo física – deja en todos nosotros una añoranza inmensa.


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Eraldo Manfredi é ...
O querido colaborador e amigo Eraldo Manfredi nos deixou no dia 16 de agosto 2006, após longa e corajosa luta contra doença. A contribuição e a dedicação de Eraldo foram de inestimável valor para o stum e para muitos usuários e sua ausência - somente física - deixa em todos nós uma saudade imensa.
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