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Curas Milagrosas

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 25/04/2010 10:12:01


por Renato Mayol - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Los milagros son aquellos hechos extraordinarios que no tienen explicación científica con base en el conocimiento actual. O sea, lo que hoy puede parecer un milagro, en el futuro podrá ser algo común y banal. Ciertamente la medicina reconoce que hay muchos casos de curaciones inexplicables y considera importante el estudio de las curas llamadas milagrosas, a fin de intentar descubrir cómo se verifican y, si posible, reproducirlas, para adentrarse en una nueva fase de la medicina curativa. Para ello, los conocimientos médicos en el área de la psiconeuroinmunología, aliados a los de la física moderna, los de la filosofía y los del misticismo, están poco a poco aportando luz a la comprensión de las curas milagrosas.

Para que algo exista a nivel físico, debe antes existir en un nivel más sutil, el nivel de la mente, según enseñanzas de Sidarta Gautama, el Buda: “La mente precede a todas las cosas, domina todas las cosas, crea todas las cosas”. Una casa no aparece de la nada. Primero ha de ser pensada y planificada. Por tanto, todo lo que existe, existe porque de alguna forma estamos de acuerdo con su existencia.

El nivel físico está compuesto por cuatro elementos – fuego, agua, aire y tierra, y está constituido por átomos. Pese a que la representación del átomo como un núcleo central y partículas girando alrededor de él haya quedado trasnochada, si imaginamos una esfera de 60 centímetros como núcleo central, ¡todo lo que gira a su alrededor estaría a una distancia de tres kilómetros! En ese aparentemente inmenso espacio vacío tendríamos el éter o el “quinto elemento” de Aristóteles, que interpenetraría el Universo rellenando todos los espacios y conectando todo. Su frecuencia vibratoria sería superior a la de la velocidad de la luz; y tal energía densificada daría lugar a la aparición de la materia. El éter fue llamado por Isaac Newton, “el espíritu de la materia”, del cual todo se originaría. Sería la “fuente de los milagros” de los alquimistas, o sea, el elemento que por la acción del pensamiento podría ver disminuida su frecuencia vibratoria, materializando el fruto de la mente. Y, en relación a la salud, es de conocimiento antiguo el dicho “mente sana en cuerpo sano”.

Para la medicina, la salud se caracteriza por el equilibrio de todas las funciones del individuo y de sus relaciones con el medioambiente, resultando en un estado de bienestar físico, mental y social, en que la armonía es mantenida por el trípode formado por los sistemas inmunológico, endocrino y cerebro-espinal, que actúan de forma integrada, adecuando las respuestas adaptativas del organismo a los estímulos externos. Siendo cada célula de nuestro cuerpo una pequeña batería biológica, la interfaz entre la mente (consciente y subconsciente) y el cuerpo, sería principalmente a través del cerebro, que actuaría como un transformador entre frecuencias vibratorias de diferentes magnitudes.

La mente subconsciente es el repositorio de la memoria racial, social, religiosa y también de los deseos, de los placeres y de los patrones a que estamos sujetos desde el nacimiento (y quizá desde la vida intrauterina) hasta la edad de la razón; es entonces cuando empieza la participación de la mente consciente, que es la mente que, con base en las informaciones recibidas del medio exterior por los órganos de los sentidos, raciocina, juzga, decide e imagina. Y el cerebro lo compara con lo pasado, analiza la perspectiva del futuro y transforma pensamientos y emociones en neurotransmisores que actúan en los órganos-objetivo, modulando la frecuencia de las vibraciones energéticas. No obstante, si hay conflicto entre la mente subconsciente y la consciente, no habrá integración entre lo que deseamos y lo que fue programado en nuestro comportamiento, resultando una desarmonía en el patrón energético del organismo. Desarmonía que puede manifestarse como infelicidad, estrés o enfermedad.

Con la desarmonía manifestándose, por ejemplo, en forma de cáncer, una cura inmediata podría producirse tan pronto como fuese restablecido el patrón normal de vibración de los elementos de la materia, con reversión de las células enfermas en células sanas. Respecto de esto es interesante el registro de que allá por el año 1300, en Italia, a Peregrino Laziosi le fue diagnosticado cáncer en una pierna, que por eso debería ser amputada.
Preocupado y con mucho miedo, la víspera de la intervención quirúrgica él rezó con fervor toda la noche; adormeciendo soñó que Jesús bajaba de la cruz y, tocándole la pierna, lo curaba. Al día siguiente, para sorpresa de los médicos, cuando se le retiraron los apósitos, ya no quedaba lesión alguna en la pierna. Por tanto, tal como una alteración orgánica puede originarse a partir de la mente, ésta también puede restaurar la frecuencia vibratoria normal de las células, con el consiguiente restablecimiento “milagroso” de la salud. Y no son pocas las evidencias científicas de que el pensamiento puede modificar la materia y de que los mecanismos mentales son importantes en la curación de las enfermedades. Teoría ésta defendida por muchos estudiosos, entre los cuales están Bernie Siegel, Franz Alexander, William Osler, Tilden Everson, Warren Cole, Edward Bach, Celso Charuri, Massaru Emoto y Patrick Drouot.

En dirección a una cura milagrosa, parece prometedor entonces, utilizar la mente consciente en la programación de la mente subconsciente a través de repetidas órdenes y visualizaciones hechas con emoción, fervor y en estado ensanchado de consciencia. Y las curas milagrosas dependerían de terceros en la medida en que fuese más fácil depositar la fe en alguien o en algo fuera de nosotros, que en nosotros mismos. Sin embargo, mientras los esfuerzos, la fe y el fervor no sean merecedores de la cura energética o vibracional a partir del cuerpo mental, se debe buscar tratamiento médico para intervención directa en el cuerpo físico.

Cuando hay integración entre la mente consciente y la subconsciente, la resultante es la salud, la felicidad y la paz. Y el sentimiento integrador por excelencia es el Amor. Amor que hace amarlo todo y sentir compasión por todos. Lo opuesto al Amor es el egoísmo, y así como a partir de una única célula enferma todo el organismo puede llegar a verse gravemente afectado y morir, también a partir de un único pensamiento egoísta puede atenuarse la luz de la expresión de los atributos del alma, trayendo oscuridad, tristeza y dolencias. Y es por el Conocimiento y por el despertar de la Auto-consciencia como el hombre podrá curarse y nacer para la Vida Eterna.


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