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El auto-conocimiento es fundamental para relacionarse

por Rosemeire Zago em STUM WORLD
Atualizado em 10/05/2009 07:58:37


Traducción de Teresa - [email protected]

Las relaciones en general son siempre motivo de quejas y una de las más frecuentes es el modo como somos tratados, independientemente de los motivos. La frase: “Lo opuesto del amor no es el odio, es la indiferencia” de Érico Veríssimo, nos hace recordar con qué indiferencia tratan las personas a aquellos con quienes conviven, y a quienes dicen amar. ¡No, ciertamente eso no es amor! Algunas personas entran en la vida de otras y hacen un verdadero estrago… y siquiera demuestran arrepentimiento, siquiera vuelven para pedir disculpas o saber cómo te sientes.
Quien ha sido objeto de la indiferencia sabe el dolor y el estrago que causa, y sabe también que los cachos serán uno a uno recogidos, pero hasta que esto suceda cuánto sufrimiento provoca… Y quien lo ha causado sigue su vida, muchas veces sin sentir el mínimo dolor, al menos aparentemente, y va haciendo daño a otros por donde pasa.

Claro que una relación afectiva tiene su base y sus peculiaridades, y en la medida en que uno hace algo, es que el otro lo ha permitido; pero la verdad es que quien no está bien consigo mismo, debería como mínimo tener la responsabilidad de no envolverse con otra persona. Sí, muchas personas ni siquiera tienen la percepción de no estar bien, y cuando se relacionan, el otro muchas veces funciona como un verdadero espejo, o sea, aquello que no ven en sí mismos, lo proyectan en el otro, creyendo verdaderamente que no les pertenece. Usan al otro como espejo, siempre con el dedo acusador, sin darse cuenta de que están solamente proyectando en el otro todo lo que no consiguen – o no quieren – contemplar en sí mismos.

Es importante pensar además que, “envolverse” para uno puede no tener el mismo significado que para el otro, pues la mayoría tan solo mantiene relaciones superficiales. En fin, las variables son muchas, lo cual no nos impide reflexionar sobre las posibles causas y sus consecuencias y estar más atentos en la próxima relación. Al fin y al cabo, los errores y las experiencias son para que aprendamos. Por lo tanto, cabe a quien conoce este proceso no caer en semejante trampa.

Las personas están alienadas de sí mismas, viviendo tan en la superficialidad que se olvidan de valores básicos como la educación y sobre todo el respeto. Pero ¿cómo pueden preocuparse con lo que siente el otro, si no identifican siquiera lo que está allí dentro de sí mismos? ¿Cómo respetar los sentimientos del otro, si no respetan ni sus propios sentimientos? Frente a tantos desencuentros, ¿cómo envolverse, verdaderamente, sin hacerse daño?

Sí, el otro nos ha hecho daño, y nosotros, por varios motivos, conscientes o no, lo hemos permitido, consentido, nos hemos dejado iludir, hemos creado expectativas, y además, no hemos tenido en cuenta las señales, sutiles o evidentes, y el resultado de todo eso es uno solo: ¡dolor, dolor y dolor! Muchas veces hacemos mucho, cedemos mucho, con la intención de que la relación salga adelante, esperábamos que esa vez fuese diferente, ¡pero no lo es! Nos decepcionamos. Y tal vez se decepcionen con nosotros. Sea cual fuere la realidad, todos podemos aprender con todo lo que sucede. Pero solo aprende quien quiere, quien desea crecer, evolucionar, y está abierto para percibir lo fundamental que es el conocimiento; de lo contrario, volverán a ocurrir situaciones semejantes, tanto para quien ha hecho el daño como para quien lo ha sufrido.

Permanecer señalando con el dedo, criticando, juzgando, solo demuestra lo poco que se consigue mirar dentro de sí. No es nada fácil tener el coraje de enfrentar un proceso de análisis, cuyo objetivo principal es el auto-conocimiento; por eso es mucho más fácil señalar lo que el otro, supuestamente, ha hecho mal. Proponer y comprometerse a permanecer sentado una hora todas las semanas, durante un período indeterminado, para encontrarse consigo mismo, y así buscar el origen de los conflictos, identificar las máscaras, comprender los motivos de nuestros comportamientos, encontrar nuestra verdadera esencia, realmente no es para cualquiera, pero el que nunca haya pasado por ese proceso, acusa al otro de todas las dificultades encontradas en la relación, y si éste tampoco se conoce, fácilmente asumirá toda la culpa por lo que ha salido mal. Esto pasa más frecuentemente en las relaciones afectivas, pero también encontramos conflictos por falta de auto-conocimiento en las relaciones de amistad, familiares, profesionales. Auto-conocimiento debería ser condición básica para cualquier tipo de relación. Ya decía Sócrates: “Conócete a ti mismo”, y yo añadiría: “…antes de envolverte emocionalmente con otra persona.”

Cuando una persona, tú, yo, pretende, quiere o comienza a envolverse con alguien, debe sí tener la responsabilidad de estar bien consigo mismo para no arrojar todas sus basuras al otro, pues es eso lo que sucede cuando uno no se conoce. Nadie tiene la responsabilidad de salvar, suplir necesidades emocionales del pasado, o modificar el historial de vida de nadie, pues eso es imposible, pero tampoco nadie tiene el derecho de empeorar aquello que ya ha sido o es tan difícil de superar. Aunque la persona no sepa nada sobre el pasado y las necesidades del otro, debe respetarlo por encima de todo como ser humano, y recordar que todos tienen un historial, unos más difíciles de superar, otros menos.

Las personas ni siquiera tienen conciencia de sus necesidades emocionales, las cuales dan origen a las máscaras, y salen en busca de quien las salve, cuando ellas mismas no logran salvarse. ¿Complicado? Puede parecerlo, pero no lo es. Todos nosotros utilizamos máscaras, pues es un proceso inconsciente como protección y defensa contra el dolor, pero sin auto-conocimiento vivimos como si esas máscaras fuesen nuestra esencia, lo cual no es verdad, puesto que nuestra esencia está oculta, y solo la descubrimos cuando nos disponemos a conocernos. Ante ese cuadro la mayoría de las relaciones envuelve solamente enmascarados. Yo uso mis máscaras (de las cuales ni siquiera tengo conocimiento), tu utilizas las tuyas, y el conflicto se instala. Y el amor solo puede ser realmente sentido cuando dos esencias se encuentran, ¡es esta la gran diferencia!
En un encuentro de dos personas que estén abiertas para evolucionar, hay siempre la oportunidad de que ambos aprendan el uno con el otro y de que crezcan. ¡Una relación se hace a dos, cuya base es el intercambio… de afecto, cariño, atención, amistad, complicidad, respeto, verdad, fidelidad, amor! Y cuando no se está preparado para tal intercambio y crecimiento, es mucho mejor encontrarse antes consigo mismo para solo después permitirse el encontrarse con el otro.


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zago
Rosemeire Zago é psicóloga clínica CRP 06/36.933-0, com abordagem junguiana e especialização em Psicossomática. Estudiosa de Alice Miller e Jung, aprofundou-se no ensaio: `A Psicologia do Arquétipo da Criança Interior´ - 1940.
A base de seu trabalho no atendimento individual de adultos é o resgate da autoestima e amor-próprio, com experiência no processo de reencontrar e cuidar da criança que foi vítima de abuso físico, psicológico e/ou sexual, e ainda hoje contamina a vida do adulto com suas dores.
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