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El Camino - Parte 4

por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLD
Atualizado em 21/08/2008 11:52:46


Traducción de Teresa - [email protected]

Hemos llegado ahora al cuarto valle que, según Osho, es muy importante y difícil de atravesar.
“Entonces, llega el cuarto valle: el valle de las tribulaciones.

La entrada dentro del inconsciente sucede en el cuarto valle. Hasta ahora estabas confinado en el mundo del consciente. Ahora, por primera vez, entrarás en los más profundos campos de tu ser, el inconsciente, la parte más oscura, la parte de la noche. Hasta ahora, estabas en la parte del día. Era más fácil. Ahora, las cosas se harán más difíciles. Cuanto más alto vas, más tienes que pagar. A cada escalón más alto, la jornada se hace más ardua y la caída más peligrosa. Y hay que estar más alerta. En cada peldaño, más conciencia será necesaria, porque estarás moviéndote en planos más altos.

El valle de las tribulaciones es la entrada en el inconsciente. Es la entrada en aquello que los místicos cristianos denominan “la noche oscura del alma”. Es la entrada en el mundo loco que ocultas a ti mismo. Es muy misterioso, muy caprichoso, bizarro. Hasta el tercer valle, un hombre puede seguir sin un maestro, pero no más allá del tercero. Hasta el tercero puedes ir por tu propia cuenta. En el cuarto valle un maestro es una necesidad.

Y cuando digo que se puede ir hasta el tercero por cuenta propia, no quiero decir que se tenga que ir y tampoco quiero decir que todo el mundo estará apto para ir. Simplemente estoy hablando de una posibilidad teórica. Hasta el tercer valle es teóricamente posible que se pueda seguir sin un maestro. Pero en el cuarto, un maestro se convierte en una necesidad absoluta – porque ahora andas a tientas en un cuarto oscuro. No tienes ninguna luz propia de que puedas servirte en esta oscuridad. La luz de alguien será necesaria – alguien que ha entrado dentro de esta noche oscura y a través del cual se ha hecho posible ver en esta oscuridad.

La parte negativa del valle de las tribulaciones es la duda - ¡una gran duda surge! Tú no sabes qué cosa es la duda, ¡no lo sabes todavía! Todo lo que piensas que es duda no es más que escepticismo, no es duda. La duda es un fenómeno completamente diferente.
Alguien dice: “¡Dios existe!”; tú dices: “Lo dudo”. Tú no dudas. ¿Cómo puedes dudar? Tú solamente estás siendo escéptico. Tú estás solamente diciendo “Yo no sé”. En vez de decir “yo no sé”, empleas la palabra muy fuerte “duda”. ¿Cómo puedes dudar? La duda es posible cuando te encaras con una realidad.

Por ejemplo, tú nunca has visto un fantasma. Y dices: “Yo dudo de la existencia de fantasmas.” Esto no es duda, es apenas ser escéptico. Simplemente estás diciendo: “yo nunca me he cruzado con ninguno, entonces ¿cómo puedo creer? Yo dudo.” Esto no es duda. Duda será cuando, un día pasando por el cementerio, ¡de repente te cruzas con un fantasma! Entonces todo tu ser será sacudido. Entonces sí estarás en verdadera duda, intentando saber si aquello que ves es realidad o alucinación.
La duda es muy existencial; el escepticismo es intelectual. El escepticismo sólo está en la mente; la duda entra en tu propio ser, todo tu cuerpo-mente-alma. Tu estabilidad se ve sacudida.

En esa noche oscura del alma, la duda surge. Duda acerca de Dios – porque estás buscando más luz y ocurre esto, justamente lo opuesto. Estabas buscando éxtasis y has caído en la noche oscura. Surge una gran duda sobre si estás acertado, sobre si esta búsqueda tiene valor – porque buscabas oro, buscabas luz, e iluminación, y nirvana, y samadhi, y ((Satori es el objetivo espiritual del Zen Budismo. Satori podría traducirse como Iluminación individual o flash de sabiduría. Satori es una preciosa e intuitiva experiencia) ) sator(*)i, y en vez de satori y samadhi, te ha envuelto esta noche oscura. Incluso aquellas luces que solían existir, ya no existen. Incluso aquellas certidumbres que solían existir, ya no existen.

Tú solías saber algunas cosas; ahora ya no sabes nada. Tenías cierta seguridad. Hasta eso se ha ido. La propia tierra ha resbalado bajo tus pies; te estás ahogando. Entonces, la duda surge. Aquí empiezas a sentir que tal vez toda esta imagen religiosa sea insensata, tal vez no haya Dios, tal vez estés engañándote, tal vez hayas elegido algo absurdo. Sería mejor vivir en el mundo, ser del mundo. Sería mejor tener muchas más cosas: disfrutar el poder, el dinero, el sexo. ¿Qué he hecho? ¿He perdido todo y este es el resultado?

A todo buscador le llega ese momento. Y si surge esta duda, entonces, naturalmente, el buscador empieza a defenderse contra la oscuridad. Crea una armadura en torno a si mismo contra la oscuridad, la oscuridad invasora. Es preciso protegerse, si lo haces, te verás arrojado de vuelta a la parte consciente de la mente. Perderás el misterio de la oscuridad. La luz es linda, pero no es comparable a la oscuridad. La oscuridad es más linda, más fría, más profunda. La oscuridad tiene profundidad, la luz es rasa. Y a menos que seas capaz de dar la bienvenida a la oscuridad, no serás capaz de dar la bienvenida a la muerte.

Entonces, lo primero es que tienes que dar la bienvenida, aceptar, relajar. Esta oscuridad es el primer vislumbre de Dios. Es oscuro, pero, más tarde, comprenderás que no era oscuro. Es que, en verdad, por primera vez has abierto los ojos en dirección a Dios y era muy deslumbrante, por eso te parecía oscuro. No era oscuro; la oscuridad era interpretación tuya.

Mira para el sol durante algunos segundos y en seguida estarás rodeado por la oscuridad. Es demasiado, no puedes encararlo. Un hombre puede quedarse ciego si mira mucho para el sol. Mira para el sol durante algunos segundos y luego entra en casa: encontrarás toda la casa llena de oscuridad. Hace un momento, estabas allí y podías ver todo. Ahora, no puedes ver nada; tropezarás en las cosas.
Aquello que está oscuro es interpretación. Es natural. Más tarde, cuando sobrepases el valle, estarás apto para mirar hacia atrás y ver la realidad. Sólo un maestro puede tomarte de la mano en esta noche oscura del alma y hacerte confiar, puede decir y convencerte: - “No te preocupes. Tan sólo parece oscuro, no es oscuro. Es el primer encuentro con Dios. Te estás acercando más.”Hay tres cosas que comprender: sueño, muerte y samadhi.
El sueño es como la muerte. En Oriente, decimos que es una muerte pequeña, minúscula.
Morimos todas las noches y desaparecemos en la noche oscura. Entonces, llega la muerte – una muerte mucho mayor que el sueño. El cuerpo desaparece, pero la mente permanece y nace nuevamente. Entonces llega la última muerte, la muerte definitiva – samadhi – cuando el cuerpo desaparece, la mente desaparece y tan sólo el más recóndito núcleo, la conciencia, permanece. Esta es la muerte definitiva.
En el cuarto valle te deparas con el primer vislumbre de cómo te sucederá la muerte definitiva. Si la rechazas, si te defiendes contra ella, si creas una armadura, serás arrojado de vuelta al tercer valle y perderás. Y una vez hayas perdido el cuarto, siempre tendrás miedo de ir nuevamente a través de él.

Mi observación sobre las personas es que las que han entrado en el cuarto valle en alguna de sus vidas pasadas, han quedado muy amedrentadas y han escapado, son las personas que siempre tienen miedo de alguna cosa más profunda. Amor – y tienen miedo. Orgasmo – y tendrán miedo. Amistad – y así en adelante; además de eso, tendrán miedo. Discipulado – y tendrán miedo. Rendición – y tendrán miedo Plegaria – y tendrán miedo. Tendrán miedo de todas aquellas cosas que puedan traerlos de vuelta al cuarto valle. Pueden no ser conscientes de qué es lo que temen.

El cuarto valle es muy importante porque está en medio. Hay siete valles, el cuarto está justamente en medio. Tres están a este lado y tres están al otro lado. El cuarto es inmensamente importante; es el puente. El maestro es necesario en este puente porque pasas de lo conocido a lo desconocido, de lo finito a lo infinito, de lo insignificante a lo profundo.

La parte positiva es la confianza, la rendición. La parte negativa es la duda, la defensa. El maestro empieza a enseñarte sobre confianza y rendición desde el principio, entonces, poco a poco, esto se convierte en tu atmósfera – porque esto será necesario cuando entres en el cuarto valle.
A veces, las personas vienen a mí y dicen: “¿Por qué no podemos quedarnos aquí sin rendición? ¿Por qué no podemos meditar y escucharte y ser beneficiados tanto cuanto queramos? ¿Cuál es el objetivo de la rendición?”
Ellas no comprenden. Al principio puede no parecer tan relevante. ¿Por qué? ¿Para qué? Tú puedes escucharme sin rendirte y puedes meditar aquí sin rendición. Parece perfectamente bien. La rendición no parece necesaria. Pero no tú no sabes qué va a pasar en el futuro. Para eso, la preparación tiene que comenzar ahora mismo. Tú no puedes esperar por aquel momento. Si la preparación no se hace antes, tú perderás. Entonces, cuando llegue el tiempo, cuando tu casa esté en llamas y todavía no hayas cavado el pozo, empezarás a cavarlo, pero sólo lo habrás terminado cuando la casa ya esté transformada en cenizas.

¡Es necesario cavar el pozo antes de que la casa prenda fuego! Ahora, puede no parecer relevante. Puedo comprenderlo. Lógicamente, eso no es relevante en este momento. Escuchándome, ¿por qué es necesaria la rendición? Sin embargo, cuando entres en el cuarto valle, la rendición será necesaria. Y no puedes aprender repentinamente los caminos de la rendición. Tienes que ir aprendiéndolos antes de que surja la necesidad. La rendición tiene que convertirse en tu atmósfera.”
Osho, The people of the Path.


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Elisabeth Cavalcante é Taróloga, Astróloga, Consultora de I Ching e Terapeuta Floral.
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