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¡El Dolor del Alma!

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 28/09/2010 14:57:51


por Dárcio Cavallini - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

En el mundo moderno es común encontrar personas con el alma enferma. Son buenas, caritativas, cumplidoras de sus deberes para con la familia y la sociedad, pero por razones incomprensibles se sienten vacías, tristes y casi sin deseos de vivir, llevando la vida como si no hubiese ningún motivo para estar encarnado en esta existencia.

Gente honrada, trabajadora, que incluso gusta de hacer caridad y en la medida de lo posible participan en movimientos ideológicos de naturaleza filantrópica. Toman parte en campañas como las de: abrigo en el invierno, donando ropas aún en buen estado que ya no usan. Alimentos para formación de canastas básicas para familias necesitadas, y tantas otras manifestaciones espontáneas cuyo objetivo es el bien del prójimo.

El hecho es que la mayoría de los brasileños se siente más feliz si da un regalo a alguien que si lo recibe. Y en ese contexto parece que participar en esas campañas alivia un poco el alma como si hubiese una obligación de hacer el bien.

Y, ciertamente, forma parte del programa de vida de esas personas la participación activa en la vida común ejercitando la práctica del bien al prójimo. Es una cuestión de evolución espiritual, patrón ya alcanzado por la mayoría de nuestra población. Por ello somos ese pueblo tan “buenecito”, que es de paz y todo termina en una “pizza”.

Está inserto en ese contexto el acto de “no juzgar”.

Y con tanta bondad expresada en las actitudes de lo cotidiano, de una familia normal, con empleo y residencia fija, ¿cómo es posible que en el corazón de esas personas haya esa sensación de vacío que inquieta y hace buscar la felicidad, que parece estar distante de la realidad?

El día de trabajo parece interminable, la mismidad de la semana que pasa en un abrir y cerrar de ojos, el mes, el cumpleaños, las navidades que parece que fueron ayer… dentro de poco volverá a ser navidad y aún no se ha logrado iniciar los proyectos del último final de año cuyas promesas hacemos al brindar por el año nuevo que llega siempre lleno de esperanza.

Y, así, vamos caminando en esa jornada sin saber hacia dónde ni por qué estamos en esa situación. El caso es que no estamos llevando la vida que nos gustaría.

La salud, el dinero y las relaciones siempre están desquiciados y parece que nada cambia y dan ganas de desistir, de no hacer nada, pues parece que no se adelanta…

Esa sensibilidad de saber que no vamos bien, sin tampoco comprender qué es lo que realmente deseamos alcanzar para ser felices, forma parte del progreso evolutivo de nuestro pueblo.

Puedo afirmar que la gran mayoría de los brasileños son “sensitivos”. Por ello nacieron aquí en este momento de transición del planeta, que necesitamos preparar para la generación de “acuarius” que está llegando. Niños evolucionados que tienen la misión de cambiar el patrón energético del planeta, tan conturbado en este momento histórico.

Y en esta vida atribulada en que estamos hasta el cuello de compromisos, nos hemos olvidado de examinar cuánto somos y cuánto podemos.

Esa sensación de vacío es falta de alimentar el espíritu. ¡Sí! Estamos hambrientos de amor que es el verdadero alimento que impulsa nuestro deseo de realizar y ser lo que somos.

Tenemos mucho amor en el corazón y poco conseguimos exteriorizar.

Es que tenemos una glándula llamada TIMO, bien en el centro de nuestro pecho, por encima del corazón, y esta glándula es la responsable de echar el amor fuera de nuestro cuerpo. Y esto se procesa a través de un chakra que le es correspondiente y actúa en nuestro campo emocional.

Se nos ha educado para que en la sociedad nos mantengamos en plena actividad, interactuando con todos, pero, con reservas en cuanto a distribuir nuestro amor indistintamente.

Cuando somos niños, no tenemos prejuicios y convivimos con otros amiguitos con naturalidad, compartiendo nuestros juguetes y todo lo demás. No tenemos en nuestra mente la información de que debemos tener la posesión de las cosas, sino servirnos de ellas en la medida que nos conviene.

Y esto es lo mismo que hablar sobre amar indistintamente a quien nos rodea, sin límites de familia o amistad y menos aún de grupos religiosos, razas, etc.

Por ello no abrazamos a las personas con facilidad y nuestros saludos son formales en el trato con las personas.

Para suavizar esta situación hay un ejercicio, que cito en mi libro: S.O.S. ESPIRITUAL, que puede hacerse en segundos, y nos ayuda a recuperar esa característica de ejercer el amor en su plenitud universal.

Basta golpear ligeramente el pecho, en el centro, con la mano o la punta de los dedos e imaginar con los ojos cerrados que estamos expandiendo nuestra aura, ensanchando nuestro campo de protección energética.

Así, además de hacer aflorar la capacidad de distribuir amor, estamos aumentando nuestro campo de protección espiritual. Porque cuando estamos en la sintonía del amor, estamos enteros, integrados en todos nuestros “yo” y en esta condición lo podemos todo, no tenemos límite.

¡Hasta la próxima!
Dárcio Cavallini


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