El Todo - Inspiración en los viajes espirituales
por Wagner Borges em STUM WORLDAtualizado em 21/11/2010 08:08:56
Traducción de Teresa - [email protected]
Antes de otra cosa, saludos a todos los estudiantes de las experiencias fuera del cuerpo. Este es un tema que merece mucha atención, lucidez y objetividad en su abordaje. Se trata de un estudio sobre una de las mayores aperturas que el espíritu enredado en la carne puede lograr durante su estancia de aprendizaje en la Tierra.
Por consiguiente, se puede decir que tal apertura propicia innúmeras posibilidades y cada estudiante buscará aquello que se compagine con sus propias características y tendencias.
Por eso los antiguos maestros y hierofantes espirituales siempre aconsejaban a sus pupilos y aprendices a buscar objetivos elevados y aspiraciones sublimes. Dentro de la disciplina aplicada en el contexto iniciático de sus estudios, esos profesores de la consciencia enseñaban a sus pupilos el arte de los grandes vuelos espirituales. Primaban por los valores éticos y universalistas en el abordaje de los viajes espirituales fuera de la materia densa.
Aparte de la postura responsable, también hablaban de una alegría y de un amor que surgen dentro del corazón como estados de conciencia, que sirve bajo los designios del Gran Anónimo. Hablaban de una luz que brilla más que billones de soles juntos, pura esencia divina animando cada ser, sutilmente en la casa del corazón, sede del espíritu.
Y cuando hablaban del Todo que está en todo, sus ojos brillaban tanto… Entonces, sus pupilos notaban que sus profesores también eran pupilos de consciencias más vastas, con sede en algún lugar, en la inmensidad interdimensional de la vida.
Y, por encima de todo, El Todo, el Supremo Hierofante de todos los seres.
Cuantas veces, en aquellos momentos de inspiración profunda, los alumnos percibieron que sus maestros se situaban, durante una instrucción, bajo el efecto de una luz suprema que vertía sobre ellos trayendo inspiraciones celestes y sublimes. En esos momentos, las lágrimas bajaban, bajo el efecto del amor, operando las sutiles transformaciones en el corazón y en la mente.
Y allí, en el cierne de las iniciaciones espirituales – muchas de ellas, fuera del cuerpo, en grupo – llevadas a cabo con los amparadores que daban asistencia a aquellos trabajos, los alumnos aprendían a valorar las aperturas de consciencia y las posibilidades de entreabrir nuevos horizontes, siempre en nombre de la luz.
Esa misma luz que brilla en el corazón.
Esa misma luz que ama y sonríe, y que inspira los viajes espirituales profundos, y que siempre afirma, dentro del propio ser, su inmortalidad perenne.
Sí, esa misma luz que hace al estudiante espiritual volar sonriente y tranquilo, consciente de sus posibilidades, contento de sí mismo, agradecido por la apertura y soñando con El Todo, su verdadero Hierofante, la Causa de su vida, el Amor de su amor, la Luz de su luz, el Sol Creador de todos los soles…
El Todo, su inspiración en los viajes espirituales.
P.D.: Mientras tu cuerpo físico duerme, tú, en espíritu, alzas vuelo hacia otros planos y realidades conscienciales. O sea, te das una vuelta por la que es en realidad tu casa, el plano extra-físico, tu lugar de origen antes de esta vida actual. Y allí encuentras a tus afectos extra-físicos, amigos de esta y de otras jornadas, todos muy vivos, también en espíritu. El resultado de esto es una profusión de abrazos altamente energéticos, verdadera fiesta de la vida en otros planos de consciencia. Esa es una de las riquezas de las experiencias fuera del cuerpo: ellas llevan el espíritu proyectado fuera del cuerpo directamente al plano espiritual, sin intermediarios, y le demuestran, cabalmente, la existencia de la consciencia más allá de la materia. El resultado de esto es obvio. Desaparece el miedo a la muerte y su terror, y resta en su lugar una gran alegría, por reconocernos como consciencia imperecedera y partícipe de la existencia cósmica.
Agradezco a los amparadores extra-físicos del grupo de los Iniciados por la inspiración y apoyo en estos escritos proyectivos.
