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Entrevista sobre la importancia del Niño Interior - Parte 1

por Rosemeire Zago em STUM WORLD
Atualizado em 08/04/2020 11:35:16


Traducción de Teresa - [email protected]

"En todo adulto acecha un niño - un niño eterno, algo que está siempre empezando a ser, que nunca está completo, y que solicita cuidados, atención y educación incesantes. Esa es la parte de la personalidad humana que quiere desarrollarse y hacerse completa".
Jung


En esta entrevista la psicóloga y analista junguiana Rosemeire Zago desvenda el arquetipo (imagen del inconsciente) del niño interior, su importancia y cómo rescatarlo.
- ¿Qué es el niño interior?
Rosemeire: Para la realidad psicológica, el niño es un símbolo para expresar un hecho psíquico. El niño interior representa la totalidad de nuestra psique, la renovación psicológica, es nuestra verdadera esencia. En ella están presentes los malos recuerdos, los traumas, e igualmente recuerdos alegres, que posteriormente utilizamos como imágenes áncora.

- ¿Cuál es la importancia de encontrar el niño interior?
Rosemeire: Es importante entrar en contacto con el niño interior para vivenciar el proceso de individuación, o sea, nuestro crecimiento. Es el descubrimiento de nosotros mismos.

Esto ocurre cuando entramos en contacto con nuestros reales sentimientos, principalmente los dolores que han sido reprimidos por pura sobrevivencia, identificando las necesidades emocionales no satisfechas, las máscaras que creamos para soportar los dolores y la negación del self, el verdadero yo. Lo más importante es validar todos los sentimientos reprimidos, lo cual hará toda la diferencia en el proceso de curación.

Es preciso primeramente amar a nuestro niño, para después amar a otras personas y recibir amor; de lo contrario siempre elegiremos, inconscientemente, relaciones enfermizas y destructivas, recreando patrones de la infancia. Poseemos una única arma contra las dificultades internas: el descubrimiento emocional de la verdad sobre la historia de nuestra infancia, que a menudo incluye abusos y mucho sufrimiento en silencio.

Hoy el rescate del niño interior es el elemento más importante en el trabajo terapéutico. Oír a ese niño es esencial para el proceso de hacerse único. La necesidad de encontrar el niño interior forma parte de la jornada de todo ser humano que toma la dirección del auto-conocimiento y de su totalidad.

Nadie tuvo una infancia perfecta. Todos arrastramos cuestiones inconscientes que no han sido resueltas. Sabemos que entre el 80 y el 95% de las personas no recibieron atención adecuada cuando eran niños, así el rescate del niño interior se convierte en la tarea de la mayoría de las personas. A fin de cuentas, ¿qué hay de más rico y sagrado dentro de cada uno de nosotros, y que nadie nunca podrá tomar, robar o llevar sin nuestro consentimiento? Nuestros sentimientos. Y sólo llegamos a ellos a través del niño interior. Lamentablemente, muchos adultos no saben que sus dificultades tienen origen en sus primeros años, y según investigaciones recientes, desde la concepción. Entrar en contacto con el niño herido es romper con el sufrimiento del silencio de todos los abusos sufridos durante la infancia.

- ¿Dónde vive el niño interior?
Rosemeire: Simbólicamente encontramos nuestro niño escondido detrás de la puerta, bajo la cama, o dentro de un armario. Es como si se hubiese quedado congelado en los momentos de intenso sufrimiento, resultantes de abusos sufridos en los primeros años de vida. Y tu niño ¿dónde está escondido?
Pero él también está en nuestras fantasías, devaneos, sueños, deseos, imaginaciones, intuiciones y, principalmente, en nuestras emociones. Cuando tú lloras, quien está llorando es tu niño: abandonado, solo. Está presente también en la parte de nuestra psique que vivencia la angustia, el dolor y el sufrimiento; e igualmente cuando juegas, cuando sientes placer en lo que estás haciendo. Cuando creas algo también es tu niño, él es nuestra mayor fuente de creatividad.

- ¿Todos tenemos ese niño?
Rosemeire: Sí. Todos tuvimos una niñez, feliz o no.
El niño sobrevive dentro de nosotros y está aguardando el reconocimiento de su presencia.

Aún existe un niño vivo en cada uno de nosotros que continúa necesitando de padre y madre. Y nosotros debemos convertirnos en padre y madre de ese niño, ofreciéndole comprensión, amparo, atención, cariño y amor, y principalmente validar sus sentimientos reprimidos. El niño necesita urgentemente alguien que soporte con él su sufrimiento y angustia.

"No son los traumas que sufrimos en la infancia lo que nos hace emocionalmente enfermos, sino la incapacidad de expresarlos".
Alice Miller


- ¿Cómo perdemos el contacto con nuestro niño y cuándo?
Rosemeire: Lo perdemos por diversos motivos. Ocurre más o menos así: cuando el niño no se siente amado, importante, valorado, desde la concepción y en sus primeros años de vida, poco a poco va desarrollando mucha necesidad de agradar para ser aceptado y amado; con esto se va alejando de quien él es de verdad, de su esencia; y la consecuencia es: necesidades emocionales no satisfechas, máscaras, angustia, crisis y enfermedad.

Se pierde también el contacto con el niño cuando se siente no tener permiso para expresar sentimientos de tristeza, enojo, pérdida, frustración, dolor; cuando advierte que sus sentimientos no importan, cuando no se siente valorado, amparado, y tiene que reprimir todo lo que siente, como forma de sobrevivencia. Cuando hay abandono, críticas, exigencias, comparaciones, humillaciones, culpa, todo aquello que le hace alejarse de sus reales sentimientos y necesidades, o sea, de quien realmente es, convirtiéndose en aquello que quieren que sea. No importa lo que haga, nunca está bien. Nada de lo que dice, siente o piensa está bien. Se le considera loco, bobo, burro, feo. Y esa percepción de sí mismo puede perdurar toda una vida. El sentimiento que quedará registrado es el rechazo, el abandono.

Perdemos el contacto con nuestro niño interior en torno a los 5 o 7 años.

- Una duda muy frecuente es: los padres ¿tienen la culpa de todo eso?
Rosemeire: La verdad es, y siempre lo explico, que no andamos a la búsqueda de culpables, sino del origen de las dificultades y los síntomas del adulto.
Pero ¿cómo decir que un padre no es culpable, cuando abusa sexualmente de la hija pequeña que lo ama y confía en él, robándole su niñez y comprometiendo toda su vida? Sabemos que si los padres no han proporcionado algo, se debe a que ellos tampoco lo recibieron cuando eran niños, o también fueron niños abusados, y con eso tenemos a niños heridos criando a otro niño herido.

Lo que hemos de tener en cuenta es el peligro de repetición del patrón. Recreamos de adultos lo que hemos vivido en los primeros años de vida, principalmente con los hijos. Por ejemplo, una madre que llevó palizas de pequeña probablemente va a pegar a sus hijos, por mucho que prometa no hacer lo mismo. ¡Y eso hay que interrumpirlo! Y sólo logramos romper patrones con la concienciación, que se obtiene con el proceso de autoconocimiento.
De ahí la importancia de la psicoterapia/análisis y consiguiente toma de conciencia de la verdad sobre la niñez, rompiendo así el silencio del sufrimiento.

- ¿Quién es el autor de esa teoría?
Rosemeire: Carl Gustav Jung, psiquiatra suizo (1875-1961), que publicó el ensayo "La psicología del Arquetipo del Niño" en 1940.

Todo comenzó cuando él mismo rescataba recuerdos de su niñez. Él vivía bajo el dominio de una presión interna que le hizo revisar toda su vida.

Se le ocurrió entonces un recuerdo, cargado de afecto, de cuando tenía la edad de diez o doce años. Recordó que de niño le gustaban los juegos de construcción, hacía casitas y castillos, empleando botellas como soportes. Después empleaba piedras naturales y tierra. Ese recuerdo emergió acompañado de mucha emoción. Se preguntó cómo llegar a ese chiquillo, y percibió que había olvidado a ese jovencito, pero para él se hizo evidente que aquel niño continuaba vivo y quería algo de él.

Pensó que sólo le quedaba una forma de volver a aquel chiquillo y empezó a entregarse siempre que el tiempo lo permitía, al juego de las construcciones.

Denominó a esta actividad "jugar en serio". Esto ocurrió cuando estaba desesperado por la pérdida de su conexión con Freud y del rumbo de su vida profesional y personal.

Por medio de ese "jugar en serio" entró en contacto con aquel niño suyo olvidado y abandonado y lo trajo de vuelta a su vida.

Podemos decir que se convirtió en la madre y el padre perdidos de su propio niño triste. A través de ese contacto con el niño interior, empezó una inmensa oleada de creatividad. Siempre que se sentía bloqueado o necesitaba crear algo, se entregaba a jugar. Ese momento marcó un punto crucial en su destino. En la medida en que lograba traducir las imágenes que se ocultaban en las emociones, sentía paz. ¡Y eso es bárbaro!

Otros que también hicieron estudios sobre la infancia fueron, Ferenczi, que profundizó en el concepto de trauma, y Alice Miller, que estudió las consecuencias de los abusos sufridos y el silencio del sufrimiento en la niñez. Teoría que muchos profesionales, lamentablemente, ignoran.

- ¿Cuál es el principal síntoma de la desconexión interna con el niño?
Rosemeire: Los principales síntomas son: carencia, vacío, miedo a la soledad, dependencia financiera y/o emocional, necesidad constante de aprobación, de reconocimiento, atención, amor, repetición de pautas, baja autoestima, síntomas físicos y/o emocionales. El niño aprende muy pronto a agradar a todos como forma de ser aceptado, no importando el precio que tenga que pagar. Todo niño necesita aprobación; cuando no logra obtenerla, no tiene otra opción más que encontrar amor y aprobación junto a los otros. De adultos, continuamos en esa búsqueda, es como si fuese nuestro propio niño buscando a alguien que satisfaga sus necesidades emocionales de la niñez. Es un vacío nunca colmado, una carencia eterna.

Eso es carencia afectiva: necesitar que otros llenen un vacío enorme. En realidad, la persona se relaciona con el otro buscando aquello que no consigue darse a sí misma, se relaciona con la parte que le falta de sí misma. Esa carencia es el reflejo de ausencia dentro de sí, que empieza cuando nos alejamos de nuestros reales sentimientos.
Por eso las personas se sienten tan solas, carentes, y así mantienen relaciones destructivas, dependientes.

La conexión externa con los otros sólo podrá producirse cuando exista una conexión interna consigo misma. En este momento las relaciones serán mucho más sanas, pues estarán basadas en el intercambio, en el crecimiento mutuo y no en las carencias.

La falta de conexión con el niño interior emerge de forma más intensa en momentos de pérdida, sufrimiento, rechazo y abandono intenso. Pero el peor abandono se produce cuando nos abandonamos a nosotros mismos. Es cuando la persona se siente perdida, abandonada, en desesperación y con profunda angustia.

La desconexión con el niño interior empieza cuando la persona se aleja de sus sentimientos, de quien ella es de verdad, con el fin de ser aceptada. Claro que todo ese proceso se verifica de modo inconsciente.

Incluso siendo adulto busca una relación de dependencia, deseando, aunque inconscientemente, que el otro cuide de ella, la alimente, la salve, buscando desesperadamente todo aquello que no ha recibido del padre y/o de la madre. En general, se deparará con personas que le harán sentirse del mismo modo que su padre y/o madre le hacían sentirse de niño. Experimentando nuevamente la decepción, frustración, desesperación, y se sentirá aún peor, pues estará volviendo a traumatizar al niño interno.

"En todo adulto acecha un niño - un niño eterno, algo que está siempre empezando a ser, que nunca está completo, y que solicita cuidados, atención y educación incesantes.
Esa es la parte de la personalidad humana que quiere desarrollarse y hacerse completa".
Jung


¡Continuaré en el próximo artículo!


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zago
Rosemeire Zago é psicóloga clínica CRP 06/36.933-0, com abordagem junguiana e especialização em Psicossomática. Estudiosa de Alice Miller e Jung, aprofundou-se no ensaio: `A Psicologia do Arquétipo da Criança Interior´ - 1940.
A base de seu trabalho no atendimento individual de adultos é o resgate da autoestima e amor-próprio, com experiência no processo de reencontrar e cuidar da criança que foi vítima de abuso físico, psicológico e/ou sexual, e ainda hoje contamina a vida do adulto com suas dores.
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