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Estefanía, nazi y niña/luz

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 15/04/2015 11:56:49


por Wilson Francisco - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Ella desencarnó a los doce años, en 2000, de una dolencia que los médicos no conocían.
En el torrente sanguíneo las moléculas de hemoglobina tenían un defecto en la mitocondria, que es la parte que capta la molécula de oxígeno y la transporta a las células del cuerpo.
Estefanía se moría cada día, asfixiada, y el pulmón de acero (respirador mecánico) le era de auxilio, en su constante permanencia en el hospital.
Su madre, Doralice, una joven señora madre de otras dos niñas mayores, y su padre, arquitecto, le daban mucho cariño y atención.

Un día, en 1991, alguien le habló a la madre acerca de Denir, y ella le mandó una carta con un retratito de Estefanía con un añito y medio, antes de que la enfermedad le minase el cuerpo.
Y este amigo mío, en su grupo de fraternidad, cuya sede aún estaba en su casa, en un cuartucho trasero, empezó a atender a Estefanía, cariñosamente llamada Teté. Y a petición del Dr. Frederich (espíritu), Denir y Cleusa iban de cuando en cuando a la ciudad de Estefanía, para visitarla y atenderla personalmente.

Juntándose a algunas personas del equipo mediúmnico del Centro Espírita de allá, se reunían en casa de Estefanía; y ella allí, en el cochecito de bebé, asistía a todo. No hablaba, no movía los miembros, la cabeza siempre tumbada, pero indicaba que lo entendía todo.
Fueron atendiendo a Estefanía y descubriendo su pasado y entonces sucedió una historia preciosa, dentro de toda aquella tragedia de la ley de acción y reacción...

En una reunión, surgió un joven médico/espíritu que se identificó como Rómulo, y declaraba todo su amor por Estefanía.
Unas veces venía por una médium, otras veces por otra, y siempre cojeando del lado derecho y con el brazo derecho encogido. Actuaba aquí por la médium Marisa y, en Barra do Piraí, por la médium Valeria.
Imponía las manos sobre los enfermos y muchos se restablecían. Nada fue contabilizado, pues el Dr. Frederech (orientador espiritual) informaba no ser importante.
Los enfermos venían y después desaparecían, como ocurre en esas circunstancias cuando el beneficio es recibido.

Rómulo fue visto por los médiums del centro de la otra ciudad, pero no le fue dada la oportunidad de actuar, pues la casa espírita de allá no acepta la acción mediúmnica de sanación.
Y en el desdoblar de la historia, aportada por los espíritus dirigentes del grupo y por el propio Rómulo, él y Estefanía fueron médicos en el tiempo del Nazismo, y se dejaron llevar por la masiva divulgación de Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, sobre la necesidad del arianismo o raza pura y sobre la eugenesia.

Ellos habían trabajado como científicos médicos en los experimentos con seres humanos, en la tentativa de perfeccionar la raza humana; y así, engañados por sí mismos, corrompieron el juramento de Hipócrates a que se habían comprometido el día en que recibieron sus diplomas de médicos.
Rómulo había muerto, aún durante la guerra, cuando una máquina eléctrica que estaba perfeccionando estalló y lo electrocutó, quemándole totalmente todo un lado del cuerpo. Ese era el motivo de su cojera y su defecto en el brazo cuando se presentaba en las sesiones.
Estefanía había llevado a cabo experimentos en judíos, con gases mortíferos; para crear elementos que anulasen una posible batalla por bombas de gases, prohibidos por el tratado de Versalles después de la primera contienda mundial.

Cuando Estefanía, ahora niña, sucumbía en asfixia, y era ingresada para permanecer presa al respirador mecánico, Rómulo exultaba, pues consideraba que ella iba a morir y que pronto podría tenerla en sus brazos.
Estefanía sobrevivía, y Rómulo permanecía en su obra humanitaria, mejorando y curando a muchos y siempre agradecido por la oportunidad que le era ofrecida.

Cierta vez, desprendida del cuerpo, Estefanía vino a una reunión y fue vista como una joven guapa.
Habló con el grupo normalmente, pero no comprendía muy bien lo que le ocurría, y hablaba con cierta altivez, como si fuese superior.
Su percepción visual era imprecisa, pero oía nítidamente en su lengua germánica y el grupo la oía en portugués sencillo.
Agradecía, no obstante, todo el bien que estaban haciendo por ella.
Las cortas y repetidas manifestaciones mediúmnicas de Rómulo iban dándole la oportunidad de reducir sus deformidades. Éstas eran resultado de la mente culpable e idealizada en el momento trágico de su última desencarnación.
Cuando Estefanía dejó el cuerpo, ya blando y frágil, y se fue para el plano de los espíritus, Rómulo desapareció sin despedirse, tenía prisa por socorrer a su amada.
Rómulo dejó saudades en el grupo. Era siempre una alegría su participación en las reuniones.

De cuando en cuando Denir telefoneaba a la familia, o la madre le telefoneaba a él y después, un silencio más prolongado.
Hace unos veinte días, la madre telefonea toda feliz para contar que, en un curso sobre mediumnidad en que ella está participando, a la hora del entrenamiento, Estefanía vino para agradecer y decir que pronto renacería, para hacer el bien únicamente, en la carrera ineluctable de resarcimiento de todos los males que practicó estando equivocada, porque en la época pasada pensaba que aunque algunos muriesen en experimentos, otros muchísimos se salvarían.
El modelo macabro de ideología del nazismo que hizo destruir el camino evolutivo de muchos de aquellos que nacieron en esa época, y teniendo ante sí una decisión tan terrible, no tuvieron coraje o no supieron eximirse. (¡Ah! El libre albedrío cuando es mal aplicado!)

En la reunión mencionada por la madre, Estefanía se acordó de aquel señor con bigotes (la médium no supo interpretar el nombre de Denir) y pidió a su mamá que le trasladase su gratitud. A estas alturas, el grupo de Denir, acreditado por la experiencia Estefanía/Rómulo, ya estaba en tratos con otros "nazis", espíritus presos aún a la situación en que estaban envueltos y con los mismos ideales locos de dominio del mundo.
Y algunos Espíritus, ahora reencarnados, son jóvenes atraídos a la escuela espírita junto al grupo, por la Ley Divina y por la afinidad.
Uno de ellos, que sufre males menores de difícil diagnóstico por la medicina oficial, es educado y atento con todos. Otro es un joven estudiante aplicado y "médium", nacido de madre enferma, y con una cultura natural excelente, lector inveterado de todo cuanto cae en sus manos y a menudo ya enterado con facilidad enorme de todos los temas.
Descubrieron quiénes fueron ambos en tiempos del nazismo, y ahora forman parte del equipo mediúmnico.
Muchos espíritus "judíos" vengadores, en su natural exigencia de justicia por las propias manos, empezaron a atacarlos y también al grupo. Surgieron muchos problemas en las reuniones y fue difícil mantener el equilibrio. Estos espíritus se irritaron porque el grupo ayudaba a aquellos "opresores inocentes".

La metodología del grupo es no acusar a espíritu alguno ni llevarlos a ver vidas anteriores, lo cual puede impactar.
"La siembra es libre y la cosecha es obligatoria".

El grupo únicamente abre los corazones, y mientras tales espíritus, perseguidores implacables, no logran sentir las vibraciones de cariño y amor, permanecen dentro de sus armaduras, pero cuando la vibración amorosa es convertida en energías saludables por los espíritus especialistas que participan en las tareas de amparo, ellas les son de provecho.
Llega, entonces, el momento en que tales espíritus se deparan consigo mismos, y la misericordia divina, providenciada por los espíritus socorristas que los traen a la reunión (como en todas las casas espíritas), tales espíritus acaban por sentir el bienestar de las vibraciones transformadas en bálsamo calmante sobre ellos, y entonces otros espíritus, a menudo las esposas o madres, que los aman de verdad, se acercan, y ellos se dejan llevar, adormecidos, a lugares apropiados en el plano espiritual, donde iniciarán un proceso de reeducación mental, preparándose para la futura encarnación.

La batalla de rescate es continua, pues otros espíritus y encarnados "nazis" se acercan y aquellos a quienes ellos hirieron de muerte, hoy en el mundo espiritual, muchos permanecen en la indignación, tejiendo cadenas para sí mismos, y se alimentan de ese odio.
Es difícil desenmarañarlos de esa telaraña de horror revivida a cada reencuentro con sus verdugos, hoy, en la carne, o aún allá en el plano espiritual.
Estefanía necesita entrenarse, o mejor, volver a entrenar, todo lo que había aprendido de medicina, pero ahora en el arte de curar, y perfeccionar las técnicas de manipulación del fluido universal.

Entendiendo Denir que podría hacer un homenaje a Estefanía en alguna charla, se preparó, pensando siempre en ella, con cariño y añoranza.
Había, aún, algo que él no sabía, aunque lo presentía.
En el Cariño Menudo, nombre del grupo, ellos tienen siempre un orador, amigo o del movimiento espírita regional. Pero el invitado para el día 11 de febrero no pudo ir. Entonces él dio la charla.
Habló de Hipócrates y su juramento aceptado por todas las escuelas de medicina del mundo occidental, y también de la medicina de tiempos del nazismo, exponiendo la llaga de aquel drama terrible. Y contó la historia de Estefanía y Rómulo. El título de la charla fue "Estefanía y Rómulo. Un Amor del Otro Mundo o La Misericordia Divina".

Después de la charla, una de las médiums del Cariño Menudo declinó ir a la sala donde se atendía a la gente, por declararse muy cansada (ella es fotógrafa y muchas veces se queda en bodas y cumpleaños hasta la madrugada) su nombre es Débora. Sentada en una de las primeras sillas, cae en trance mediúmnico y Denir se acerca a atenderla.
Denir estaba emocionado, lo mismo que las decenas de personas del salón.

Y el espíritu se identifica, también emocionado. Es Estefanía, y quiere dar las gracias por todo, y entonces él pregunta si la médium acepta hablar para el público; ella contesta con naturalidad que sí (la médium, aunque es fotógrafa, es tímida en el tema de la mediumnidad). Denir hace levantarse a la médium y ella se vuelve hacia los presentes y habla firme y segura, diciendo cuán emocionada está por todo el cariño que le habían dado cuando iban a atenderla a su casa.
Y habla de su necesidad de ayudar a los enfermos que llegan a la casa espírita, deseando entrar enseguida en la sala donde se les atiende. Pero no fue posible, pues su emoción y la de todos era muy grande. Débora, muy emocionada, pero también temerosa y cansada, regresó a su casa a continuación.

Se iniciaba allí un nuevo orden para las tareas de amor al prójimo en el grupo.
Empezaron a organizar reuniones (lo hacen periódicamente, pero ahora se hace necesario que sea más constante) para esclarecer a todos, sobre el compromiso más serio que les sería exigido, en cuanto a la conducta personal de cada uno.
Y en todas las reuniones iban teniendo contacto con los espíritus planificadores de las tareas, que les alertaban para que buscasen la seguridad y practicasen el "Vigilad y Orad".

Wilson Francisco

Denir Lopes
Volta Redonda (RJ - Brasil) Febrero de 2007


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