Integración
por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLDAtualizado em 27/09/2015 12:05:56
Traducción de Silvana Partucci - [email protected]
Vivir el proceso de integración interior es el principal objetivo de nuestra jornada en el plano físico. Esta experiencia, descripta en el Tarot en la carta llamada El mundo, significa alcanzar un estado de plenitud en que todos los opuestos dentro de nosotros se armonizan.
Estos no dejan de existir, pero pasan a complementarse de modo absoluto, cuando adquirimos la consciencia de su existencia y aprendemos a utilizarlos a nuestro favor.
Un ejemplo claro de eso es la integración de las energías Yin y Yang, masculino y femenino, cuando finalmente aprendemos a actuar en el mundo utilizando estas dos facetas de nuestro ser, de manera totalmente equilibrada y consciente.
Existen circunstancias en la vida en que necesitamos actuar, hacer algún movimiento, expresar nuestros insights creativos concretamente; así como al contrario, hay situaciones en que la actitud más sabia es la pasividad. Volverse receptivo, dejando que la existencia traiga lo que deseamos, en el momento que le parezca apropiado.
Claro que esto no es un aprendizaje fácil. Además, aplicarlo en nuestro cotidiano, que es siempre dirigido por la mente, puede ser bastante difícil. Pero, a través de la observación permanente de nuestros procesos internos podemos, en algún momento, comenzar a percibir si estamos avanzando o retrocediendo.
No importa cuantas veces sea necesario retomar el camino… siempre que nos desviemos de nuestra verdad podemos conscientemente corregir la ruta y retomar la jornada, sin desistir o desanimar. Al final, la existencia es paciente y generosa y nuevas oportunidades siempre nos son concedidas.
Para estar presentes en el día a día, ayuda mucho estar profundamente enraizados dentro de nosotros. De lo contrario, la mente que tiene un impuso increíble nos arrastrará con ella, como un río caudaloso.
Enraizado en el interior significa ocupar el cuerpo completamente. Tener siempre la atención concentrada en el campo energético interior del cuerpo. Sentir el cuerpo bien allá en el fondo, como se diría. La consciencia del cuerpo nos mantiene presentes. Ella nos da la base firme en el Ahora.
En un cierto sentido, el estado de presencia podría ser comparado a la espera. Jesús empleó la analogía de la espera en muchas de sus parábolas. No se trata del tipo de espera de costumbre, tediosa o agitada, que es una negación del presente y sobre la cual ya comenté. No es una espera en la cual la atención está focalizada en algún punto del futuro y el presente es percibido como un obstáculo indeseable que nos impide alcanzar lo que deseamos. Existe un tipo de espera que requiere una prontitud total. Alguna cosa puede suceder en cualquier momento y, si no estamos absolutamente despiertos y calmos, vamos a perderla. Ese es el tipo de espera de la cual Jesús habló.
En ese estado, toda nuestra atención está en el Ahora. No hay espacio para fantasías, pensamientos, recuerdos, anticipaciones. No hay tensión, ni miedo, apenas una presencia alerta. Estamos presentes con todo nuestro Ser, con cada célula del cuerpo. En este estado, la parte de ti que tiene un pasado y un futuro, en otras palabras, la personalidad, difícilmente está allí. Y, aún así, no se perdió nada de valor. Tú eres aún esencialmente tú. En realidad, eres mucho más enteramente tú de lo que has sido jamás. En realidad, eres mucho más enteramente de lo que jamás has sido, o mejor, solamente ahora tú eres realmente tú.
Se como un ciervo esperando por el retorno de tu señor, dice Jesús.
El siervo desconoce a que hora el señor va a llegar. Entonces se queda despierto, vigilante, ordenado y sereno para no perder la llegada del patrón.
Ekhart Tolle. El poder del Ahora
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