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La gracia

por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLD
Atualizado em 09/10/2010 12:37:39


Traducción de Silvana Partucci - [email protected]

La mayoría de los seres humanos tiene dificultades en entender como actúa la Ley de la Gracia. Algunos consideran la gracia de Dios como un regalo que, por alguna razón, se encuentra disponible apenas para pocos privilegiados.

Sin embargo, la gracia es algo disponible para aquellos que creen en ella com la totalidad de su ser. No existe una regla o una fórmula mágica para hacer que se manifieste en nuestra vida.

Ella surge como resultado de nuestras propias actitudes y de la manera como nos relacionamos con lo divino. No basta pedir a Dios para que las cosas sucedan, precisamos hacer la parte que nos corresponde.

Ufa, dirán algunos, yo ya hice todo lo que estaba a mi alcance y ni así alcance lo que necesitaba.

Sin embargo, hacer nuestra parte no siempre significa solamente actuar en el aspecto exterior, existe una misteriosa ley que rige nuestra relación con Dios y que se expresa a través de la confianza.

Es ahí, donde creo que fallamos la mayoría de las veces en lo que respecta a nosotros. La confianza no es un palabra vacía, ella es un sentimiento profundo, una certeza inquebrantable de que la respuesta vendrá, a su debido momento.

El problema es que, la mayoría de las veces, deseamos que ella se manifieste inmediatamente, visto que nuestras necesidades, dictadas por el ego, son siempre urgentes.

Y cuando ella no viene en el plazo que nos gustaría, pasamos a dudar de que Dios esté dispuesto a ayudarnos. En muchos momentos nos sentimos verdaderamente relegados o abandonados por Él, sin justicia por no ver respondidas nuestras súplicas.

Sea lo que sea que la vida nos reserve, tiene un propósito único: el de enseñarnos algo, que ni siempre conseguimos ver. Si cada acontecimiento contiene en si una lección, solo nos resta reflexionar, sobre lo que precisamos aprender con aquel hecho. Y si éste se repite por mucho tiempo, tal vez sea porque nos recusamos a percibir el aprendizaje que precisamos aceptar.

La aceptación es sin dudas, unas de las más complejas lecciones de nuestra vida, pero sin ella difícilmente conseguiremos establecer las condiciones necesarias para recibir la gracia divina.

Lo real se vuelve disponible solamente cuando trabajas con él en su totalidad.
Pero recuerda, yo no estoy diciendo que lo real se vuelve disponible solamente a través de tu trabajo…hay una paradoja en él. Tú tienes que trabajar duro; pero no sucede por tu trabajo solo. Él sucede por la gracia…

Tú trabajas duro – nunca sucede sin el trabajo duro, es una cosa cierta, sucede solamente cuando has trabajado duro - pero solamente creas la situación para suceder. No es como causa y efecto. No es que calientas el agua a cien grados y entonces ésta evapora, no es eso.

Es una segunda ley, una ley de gracia, totalmente diferente. Tú trabajas duro, vienes para la posición de grado cien, entonces, esperas ahí pulsando, esperanzado, vivo, feliz, celebrando, cantando, danzando. Tú esperas ahí, em el punto del centésimo grado.

Es una necesidad, debes venir para el punto del centésimo grado, pero ahora debes esperar, tienes que esperar paciente y amigablemente. Cuando el momento correcto viene, cuando tu trabajo está completo y tu espera también está completa, entonces la gracia baja.

O, puedes decir que la gracia asciende – ambos significan lo mismo, porque ella viene del centro más profundo de tu ser. Parece bajando porque no hás conocido tu profundidad más intima hasta ahora. Parece como si algún lugar arriba viniese hacia ti – viene realmente de algún lugar dentro de ti. Pero el interior es también el más allá.

Trabajo duro es necesario para alcanzar la gracia, pero la cosa final solamente sucede por la gracia. Es una paradoja. Es difícil de comprender.

Por causa de esta paradoja, millones de personas han perdido su camino. Hay muchos que dicen – y ellos son muy lógicos, su lógica es impecable - si viene solamente por nuestro esfuerzo, por qué preocuparse acerca de la gracia de Dios?

Si sucede solamente por nuestro esfuerzo, entonces ok, nosotros haremos todo el esfuerzo y nosotros haremos que suceda. Entonces, ellos no mencionan la gracia de Dios. Ellos perderán porque nunca sucede solamente por su esfuerzo.

Entonces hay personas que dicen que si sucede solamente por la gracia y nunca sucede por el esfuerzo, entonces por qué preocuparse? Precisamos esperar, y cuando Dios venga, sucederá.

Ambos pierden. Unos pierden por culpa del egoísmo- solamente mi esfuerzo es suficiente, solamente yo soy suficiente. Los otros pierden por culpa de la pereza, la letargia. Ambos pierden.

Aquél que llega a casa sigue el camino paradoxal. Ésta es la paradoja.

Yo tengo que trabajar duro. No solamente duro, tengo que poner mi ser totalmente, como sustentación. Solamente entonces, me vuelvo capaz de recibir la gracia. Pero sucede a través de la gracia.

Un momento viene cuando haya hecho todo lo que puedo hacer, y entonces rezo porque ahora nada más es posible de mi lado, ahora algo es necesario del otro lado. Y Dios comienza a trabajar sobre ti solamente cuando tú ya hayas hecho todo lo que podías hacer. Si algo aún está faltando y una parte de tu ser aún no está involucrada, entonces Dios no podrá ayudarte. Dios ayuda solamente aquellos que se ayudan a si mismos.

Esta es la paradoja….él trabaja duro y además confía que el último florecimiento vendrá solamente por la gracia de Dios.

Y es bonito. Nosotros somos muy pequeños, nuestros esfuerzos no pueden crear mucho. Nuestro fuego es muy pequeño, solamente a través de este fuego no podemos poner en llamas toda la existencia.

Nosotros somos apenas gotas, no podemos crear océanos a partir de éstas gotas. Pero…cuando la gota relaja, se vuelve capaz de contener océanos em si. Ella es pequeña si miras apenas su alrededor; es tremendamente vasta si miras a partir de su centro.

El hombre es ambas cosas. El hombre es paradoja. Él es la partícula menor de la conciencia: atómico, muy atómico. Y además contiene lo vasto. Todo el cielo está contenido en él.


OSHO - The Art of Dying


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Elisabeth Cavalcante é Taróloga, Astróloga, Consultora de I Ching e Terapeuta Floral.
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