La terapia floral y la jornada evolutiva
por Thais Accioly em STUM WORLDAtualizado em 10/10/2012 12:28:47
Traducción de Teresa - [email protected]
El Espíritu sopla donde quiere y se puede oír su voz, pero no sabemos de dónde viene ni a dónde va. Jesús
Mantener el foco en el presente, recordando siempre que somos eternos, es cuestión de higiene mental y emocional, necesarias para nuestra salud integral.
Mantenerse, por otra parte, atado al pasado (por nostalgia, rencor, resentimientos) o buscando todo el tiempo anticipar acontecimientos futuros (por ansiedad o curiosidad) nos hace pasar por la vida sin sentirla, lo cual da origen a una sensación constante de vacío.
Claro está que alguna que otra vez sí debemos echar alguna mirada al pasado para ver de dónde venimos, para corregir caminos, para desarrollar gratitud hacia los acompañantes de vida, para perdonar… pero nada que dure demasiado tiempo.
Lo mismo vale para las cuestiones del futuro… es muy interesante mirar nuestra vida, de vez en cuando, proyectándola hacia delante, a fin de ajustar las metas y los objetivos, fortaleciendo el paso o cambiando radicalmente de actitud para alcanzar mejor salud, a cualquier nivel que sea.
Pero nada más que eso.
Guardando siempre un tiempo para meditar. A través de la meditación es como mejor accedemos a la vida en su completitud, vivenciando el pasado, el presente y el futuro en un instante único.
Recientemente una paciente muy querida me dijo que echaba en falta vivir la vida con alma, con poesía. Y solo logra vivir así el que se dispone a estar por entero en todo lo que hace, en cada segundo, y claro, amando ser y estar y hacer lo que ese segundo le pide.
Ella, por ejemplo, como tantos de nosotros, estaba siempre presente de alma ausente. Si estaba en el trabajo su mente viajaba a su casa. Estando en casa, su mente divagaba pensando en el marido. Si estaba con el marido, se ponía a pensar en el trabajo de casa que estaba por hacer. Cuando hacía el trabajo para mantener la casa limpia y en orden se perdía en amarguras por no recibir la ayuda del marido.
Vivir la vida intensamente hace del momento presente la dádiva que es, pero para ello es necesario confiar en nuestras elecciones, para estar seguros de que estamos en el lugar correcto, haciendo o siendo lo que es preciso. Requiere de nosotros también dosis de aceptación, cultivo diario del perdón, tener el valor de ser auténtico, de llorar si es preciso, de amar y reír (especialmente de uno mismo), compartiendo, agradeciendo, haciendo que la vida tenga sabor.
El ser humano, intentando adecuarse a lo que la sociedad, creada por él mismo, exige, se ha ido alejando de sus verdades esenciales. Se pierde en devaneos de vivir en un mundo mejor, dentro de unos años, o en la nostalgia de aquello que ya no tiene modo de existir.
Ya no es capaz de sentir gratitud por la vida que tiene. Desea siempre algo diferente de lo conquistado hasta ahora.
Va viviendo robotizado.
Todos los días la misma rutina… y la rutina sin alma es violenta. Deprime. Angustia, origina desamor y rencor.
Necesitamos del amor como del agua y del aire.
Pero no digo de recibir amor, digo de sentir amor. Amor por lo que hacemos, por aquellos con quienes convivimos, amor por nosotros mismos, por nuestro trabajo, por lo que hemos elegido.
Por otra parte es imprescindible tener el valor de exponerse, de decir lo que se siente, verdaderamente, sin ofender, sin herir, ejercitando el derecho de existir respetando el derecho de existir del otro.
La terapia floral es maestra en ayudarnos en esa jornada.
Sí, porque las esencias florales trabajan directamente en nuestra conciencia, en un proceso auto-educativo, desarrollando el auto-conocimiento, la capacidad afectiva y de relación, favoreciendo el ensanchamiento de la propia conciencia como un todo, a lo largo del proceso de curación promovido por la Terapia Floral, para que podamos vivir con más alma y alegría, venciendo los niveles necesarios de aprendizaje en esta andadura por la Tierra, hacia mayores desafíos futuros.
