Narcisistas Perversos 5
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:35:20
Traducción de Teresa - [email protected]
En pleno siglo XXI, cuando más que nunca gran parte de las mujeres anhela independencia económica, considerando las facilidades para divorciarse sin el antiguo prejuicio que antes rondaba este tema, cuando se observa que el escenario parece repleto de caminos para facilitar que el desarrollo de la individualidad se manifieste, sin embargo, esa es tan sólo una cara de la moneda. Incluso con todas esas evidencias, un clamor antes silencioso comienza a hacerse oír.
Miles de personas, en su mayoría mujeres aunque no sólo ellas, pese a todas esas conquistas permanecen sojuzgadas y detrás de velos de sufrimiento, y continúan siendo rehenes de relaciones abusivas, con parejas que ejercen cierto tipo de secuestro emocional que rápidamente se convierte en secuestro de alma, cuando estratégicamente roban a sus víctimas sus propios escenarios existenciales. Un tipo de manipulación perversa en que el cónyuge, hijo, empleado o lo que sea, va secuencialmente perdiendo referencias sobre sí mismo, sobre lo que de verdad tiene sentido para él. Son tácticas de inserción en una esclavitud velada, donde la vida de las personas que caen en esas tramas se ve literalmente robada.
La gran pregunta que se hacen los que están por fuera, sería por qué muchos, incluso cuando ya son conscientes de la condición en que se encuentran, aún así continúan la convivencia con parejas manipuladoras tipo secuestrador emocional. Otra cuestión sería cómo en esta actualidad, cuyo objetivo es la independencia a toda costa, hay personas que caen en tales situaciones y por qué ocurre esto.
Es preciso definir quiénes son ellos y cómo actúan, y por qué tanto esos tipos como sus víctimas están en evidencia en los días de hoy.
¿Quiénes son ellos? Los narcisistas perversos, ¿qué son? ¿Qué sería una relación abusiva y perjudicial?
El Narcisismo Perverso es una patología que se evidencia más en nuestra actualidad precisamente por las demandas de nuestro siglo. El narcisista perverso no soporta ver otro brillo que no sea el suyo. Cualquier persona cercana, en una relación más próxima, amenaza su frágil percepción de sí mismo. Como su vacío interior es grande, la luz del otro debe ser apagada inmediatamente, pero no de manera evidente, porque él conoce las leyes de la buena conducta y necesita, por su característica narcisista, salir bien parado en la película. Una de sus principales armas es la promesa de una relación de fusión, o sea, de compatibilidad absoluta en cualquier área que fuese. Pudiendo ser en la sexualidad, pero no solamente. Para ello, el grado de seducción sube a las alturas. En la fase de seducción las promesas forman el colorido de las conversaciones y con eso él va descubriendo qué es lo que falta en la víctima, dónde le duele y de qué tiene necesidad. Una vez producida la entrega afectiva de la víctima, cuando ésta cae en la ilusión de que sus carencias pueden ser sanadas, el lado negro del seductor narcisista perverso aparece. De un momento para otro la víctima pasará a ser criticada, nunca estará suficientemente bueno lo que hace, ni cómo, y además, en el mismo paquete, juntamente con las críticas, una amenaza siniestra de abandono estará incesantemente flotando en el aire.
Las víctimas, una vez han mordido el anzuelo, se olvidan de que hace poquísimo tiempo eran suficientes en su vida y tenían su brillo propio. Por cierto, el temor de estas víctimas es el del abandono. Funcionan en su mayoría como personas sociables que tienen la costumbre de agradar a los demás antes incluso de atender a lo que de hecho sería bueno para ellas. Con este temor, ahora amplificado por las artimañas del perverso, las víctimas a menudo acaban en un estado tan retrocedido que olvidan sus propios méritos personales, y pasan a funcionar emocionalmente como el niño temeroso de perder el amor que un día tuvieron, e incluso quienes no llegan a este lugar de modo consciente, no escapan a esos sentimientos de miedo al abandono. Así van funcionando como esclavas de la mirada de la pareja, denigrándose inclusive, todo por no perder el afecto, es decir, el sustento de la vida.
Las soluciones para este callejón sin salida son dos: consciencia del lugar donde se está y, en la mayoría de los casos, auxilio terapéutico para salir fortalecido de esto. Una oportunidad de sanar heridas emocionales escondidas, pero que claman fuertemente en las conductas que se tienen en la vida.
Hay también otras opciones para sobrevivir a una relación de ese tipo; una es la alternativa del no contacto. En ella la persona decide cortar toda forma de contacto. Se reconoce a este tipo de relación como tóxica, sí, como si fuese una drogadicción en que para descontaminarse y desintoxicarse totalmente hace falta una distancia absoluta. La necesidad de fusión, cuando aún no estamos completos en nosotros mismos, puede llevar a todo tipo de adicciones.
Debido a la repercusión de mi libro y de todo lo que está quedando en evidencia sobre las relaciones en estos tiempos, todos los días recibo a personas desesperadas, con total consciencia de dónde están, buscando ayuda a toda costa para poder liberarse del infierno en que viven. Y las consecuencias para quienes permanecen demasiado tiempo en él pueden ser devastadoras. En mi libro cuento casos reales, romanceados y redimensionados. Se hace evidente cómo las personas caen en esos robos y cómo pueden despertar y rescatarse con más madurez tras tanto sufrimiento.
