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Practicando la Gratitud - El mejor regalo de Navidad

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 25/12/2014 10:34:43


por Nadya Prem - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

¡Qué bueno es sentirse agradecido! Es un sentimiento que disuelve los miasmas, las formas-pensamiento, deshace los nudos, mejora el flujo respiratorio, hace al corazón palpitar en una cadencia suave. La levedad que el sentimiento de gratitud ofrece es incomparable. Hace fluir en nuestro ser el amor incondicional por todo, por todas las creaciones Divinas.

La gratitud nos hace entrar en contacto con el milagro de la vida y nos hace ver claro el por qué de estar aquí y ahora. Pasamos a comprender los sufrimientos como bendiciones que nos impulsan al progreso espiritual.
Apoyados por la ley de causa y efecto, comprendemos que el sufrimiento, la enfermedad y el dolor son respuestas de la vida para nuestras cuestiones mal resueltas.
Sí, es como si le preguntásemos a Dios: ¿Qué hacer para ser feliz? ¿Cómo resolver este vacío existencial? ¿Cómo aprender a amarme y a relacionarme con el prójimo?
Recibimos en la experiencia diaria todas las respuestas para nuestras “pendencias” con el compromiso espiritual de ser plenos.
Gratitud y aceptación y despertar de la conciencia.

Eckhart Tolle nos habla sobre los pensamientos, sobre cómo nos apegamos al pensar y adquirimos un ego.

(…) No existe pensamiento sin ego. La identificación con los pensamientos es el ego. Sin embargo, los pensamientos que pasan por tu cabeza están, claro, ligados a la mente colectiva de la cultura en que vives, de la comunidad como un todo. Entonces, ellos no son propiamente pensamientos tuyos, sino que tú los captas del colectivo y te identificas con él (…)

Cuando oímos de nuestros padres que no somos lo suficientemente buenos y creemos eso que dicen, incorporamos esa creencia; ese pensamiento se fija en nosotros como una forma viva en nuestro cuerpo mental y pasamos a enfocarnos únicamente en aquellas cosas que aún no sabemos hacer. Ponemos de lado y ofuscamos nuestro brillo interior, nuestros talentos.
Acabamos por elegir cosas equivocadas que no son acordes con lo que realmente podemos hacer. Dejamos de creer en nosotros mismos, en nuestra capacidad como co-creadores, en nuestro potencial. Quedamos presos en nuestras imperfecciones y practicamos el auto-sabotaje.

Pensar que nadie nos ama, por ejemplo, coloca toda nuestra atención y energía únicamente en las relaciones difíciles que aún no se fundamentan en el amor. Desperdiciamos el lado bueno de las personas, de los acontecimientos, y desvalorizamos cualquier forma de amor hacia nosotros, por el simple hecho de que no la notamos e incluso adulteramos su sentido.
Dar atención a las negatividades hace que nuestra mente se vuelva únicamente hacia ellas, sin percibir todo lo que hay de positivo. Entonces nos sentimos atraídos por esas negatividades. Es la ley de causa y efecto.

El exceso de elogios y de positivismo también puede ser perjudicial, porque nos colocamos por encima de cualquier sospecha. Creemos en la idea de que todo lo hacemos bien, nos aparcamos en la cima del orgullo.

Podemos asimismo responsabilizar al otro por lo que nos pasa, considerando que estamos acertados en nuestras actitudes, y continuamos atrayendo culpables a nuestra vida infeliz.

Nuestras energías se pierden en una nube densa, que envuelve el aura, constituida por esas formas-pensamiento, emociones negativas y miasmas que se adhieren a ella.

En el mundo dual experimentamos los dos lados, pero nuestra mente, según lo que alimentemos como creencia, se enfocará únicamente en uno de ellos con más fuerza. Concentrarse solamente en una de las partes, aunque sea tan sólo en el lado bueno y positivo, es caminar como un lisiado. Todo extremo impide que la consciencia sea plena.

Por eso Buda nos enseña el camino del medio. Asumiendo la dualidad tenemos una visión más amplia que acoge tanto nuestras deficiencias como nuestros talentos.
El crecimiento espiritual ocurre gradualmente, recibimos las respuestas de Dios en la vida diaria.
Traducidas a través de las adversidades en el ámbito familiar, social, profesional, amoroso, que representan nuestras relaciones con el otro, y por medio de las enfermedades. Aprendemos también a través del amor, de los momentos de salud, placer y felicidad.

Recibimos el amor emanado de lo Alto incesantemente, fuente eterna a la cual debemos unirnos. Por la gratitud nos ancoramos al amor incondicional y nos envuelve la paz interior.

Gratitud es el reconocimiento de ese proceso de aprendizaje. Comprender que las personas y situaciones que surgen en nuestra vida son bendiciones para evolucionar y ser plenos.
Pedimos a Dios nuestra felicidad, nuestra plenitud y recibimos el mapa para recorrer el camino hacia nuestro objetivo. Pedimos en nuestras oraciones que nos ayude y nos libere del dolor y del sufrimiento, que haga que el planeta sea menos violento, que cuide de cada uno de nosotros. Y la Providencia Divina no falla. Ella es piadosa y nos responde diariamente.

Gratitud es acogida y conexión con el otro, con el Todo.
Cada momento que recibimos como experiencia en nuestra vida, es una respuesta a nuestros actos, pensamientos y sentimientos. Entonces, elegir la gratitud como sentimiento hará que nuestros pensamientos y nuestras actitudes estén ancorados en ella.

Las creencias son pensamientos, que acogemos y fortalecemos apropiándonos de ellos como parte de nosotros. Rotulamos nuestro ser y el mundo, creando en nuestros cuerpos físico, vital, emocional y mental, el aura que refleja esa identidad que asumimos.

Cuando sentimos gratitud rompemos con el pasado porque ya no hay resentimiento, disgusto, remordimiento, melancolía o culpa. Rompemos también con el futuro, porque no hay de qué preocuparse, tener miedo o querer controlar el futuro. Nos entregamos a la vida, al aquí y ahora.

El estado de “presencia” es gratitud. Estar consciente del momento presente. Contemplas cada detalle de lo que tienes ante ti y no juzgas. No hay ninguna creencia, nada acertado o desacertado. Hay la acogida y la confianza que transmuta y expande la consciencia.

La expansión de la consciencia surge cuando conseguimos sobrepasar las barreras del pensamiento repetitivo, del automatismo de las viejas interpretaciones sobre nosotros mismos.
Eliminar pensamientos es lo liberador, y no reprogramarlos, porque la reprogramación significa cambiar de sendero dentro del mismo territorio mental inferior.

La mente inferior es un laberinto por donde el ego circula sin encontrar la salida.
Reduce tu flujo de pensamientos y aumenta tu conexión con el corazón.

Relájate, inspira profundamente, abre tus brazos y manos ¡como entregándote al mundo!
Expande tu región pectoral y percibe tu corazón abrazando el universo. Únete a él y da las gracias por cada momento de presencia.

Gratitud es un estado de espíritu que se traduce en prácticas para la vida plena.
Vivencia:

SENCILLEZ: Estas Navidades hazlo todo más sencillo. No hace falta gastar mucho dinero para regalar, ni hacer cenas grandiosas. No es preciso comprar ropa nueva ni demostrar nada a nadie. Haz de la Navidad un momento de compartir con el maestro Jesús. Abraza con cariño a aquellos que forman parte de tu vida y ora agradeciendo todas las bendiciones recibidas, todas las oportunidades de aprendizaje, y exterioriza tu Cristo interior.

HUMILDAD: Deja el orgullo de lado y revisa si hay en tu corazón algún resentimiento o culpa, disuélvelos mediante la gratitud. Si es algo que sientes hacia otra persona, aprovecha la oportunidad y llámala por teléfono, mándale un mensaje, pide disculpas si es necesario, pero, principalmente, agradece por haber sido ella el canal que se te ha enviado para enseñarte a abrir mano de tu ego orgulloso.

CARIDAD: Haz algo por el otro como demostración de gratitud hacia la vida. Nada excesivo, que pueda estar camuflado por el ego, que goza con sobresalir. Regala con amor una palabra de amparo, un gesto de cariño o vibra sinceramente por la salud y felicidad, principalmente, de aquel ser que se encuentra en las tinieblas de la violencia, la codicia y la ignorancia.

FE: La fe debe ser entendida como un sentimiento de entrega. Confiar en que nada es por acaso o en vano. Comprender con el corazón que el milagro está presente en nuestra vida. ¡En cada amanecer, en la naturaleza, en el otro que cruza nuestro camino, en las adversidades y en los momentos llenos de cariño, amor, amistad y mucho placer! Fe en la vida y en la muerte que es nuestro regreso al hogar espiritual.

¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!

¡Sé Amor!


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