Menu

¿Qué es lo que realmente pretendemos con eso?

por Rosana Braga em STUM WORLD
Atualizado em 11/02/2011 11:52:34


Traducción de Teresa - [email protected]

Después de haber abandonado esa costumbre durante unos dos años, por casualidad me he deparado frente a la tele asistiendo, no solo a una sino a dos telenovelas seguidas. La emisora y los horarios poco importan. Lo que de veras interesa fue mi inconmensurable indignación, que sentí ante algunas escenas y comportamientos de personajes que vi.

Pero antes de relatarlas, me gustaría dejar bien claro que mi reflexión nada tiene que ver con ser púdica, moralista, sexista o enarboladora de cualquier bandera. ¡No! Defiendo absolutamente la libertad de expresión y de elección. Con todo, la primera cuestión que me planteé fue: ¿son los personajes quienes dictan los comportamientos de las personas en el mundo real, o el comportamiento de las personas es el que dibuja el perfil de los personajes?

Pienso que esa es una vía de doble sentido. Aparte de eso, he de admitir que una obra de ficción emplea buena dosis de exageración en algunos perfiles, para transformar el folletín en una atracción polémica y que enganche la atención del telespectador.
Sin embargo – y muy sin embargo, ciertamente – me pongo aquí a pensar: ¿sería preciso llegar hasta ese punto? Y si llegamos ¿qué es lo que está pasando? ¿Qué es lo que realmente pretendemos?

Bien, la primera escena fue la de una mujer madura dando el “golpe de la barriga” a un supuesto caso (chico mucho más joven), para finalmente conseguir destruir su matrimonio y, quizá, quién sabe, quedarse con él. La segunda escena fue la de una chavala, que tendría como máximo 18 años, contando a su hermana que necesitaba de un “incauto” que le quitase la virginidad, puesto que ya no soportaba tener que contar a las personas que aún no se había acostado con nadie.

Y, la tercera escena, protagonizada por una pareja adulta, mostraba a él intentando dar el golpe del baúl a ella. Pero ella, no sé si por espabilada o por estar completamente interesada en el sexo, salió con el guaperas, mirándolo y tratándolo como si él fuese un suculento bistec y ella una hambrienta, y lo hizo servir de payaso toda la noche. Tanto que, a ciertas alturas, el bistec de esa vez fue el camarero del establecimiento donde estaban y ella no tuvo dudas: fingió que iba al aseo, atacó al tal sujeto en una salita cualquiera y, al vestirse, aún le preguntó que cuál era su nombre. Volvió a la mesa con la cara más deslavada del mundo, puso una disculpa desarrapada y fue a atacar en otra feligresía, dejando al malandrín con una cuenta abultadísima para que la pagase él solo.

Nuevamente, repito: no se trata de sexismo, pero si de pensar que nosotras, las mujeres, hemos venido luchando durante los últimos 50 años para conquistar una supuesta libertad o igualdad de derechos ¿para qué? ¿Para convertirnos en eso? Después de tanto criticar y sentirnos ofendidas con determinadas actitudes hasta entonces predominantemente masculinas, después de indignarnos por el modo grotesco e insensible con que algunos de ellos trataban a algunas mujeres, ¿estamos repitiendo exactamente esos mismos comportamientos?

Confieso que me quedé pro-fun-da-men-te decepcionada con la imagen femenina que vi retratada en dicho horario noble. Y me puse a cuestionarme sobre qué es lo que realmente pretendemos vivir y hacer con todas las brillantes conquistas que hemos alcanzado. ¿Libertad o venganza? ¿Evolución o un jueguecito mediocre, que no permite ganadores? ¿A donde queremos llegar?

Y a fin de cuentas ¿qué será lo que nos sobra en esa dinámica sin sentido?
¿Será cierto que ese tipo de comportamiento es lo que nos ha venido garantizando al menos sentir más excitación, más orgasmo y más placer? ¿Será que así, al fin, nos hemos sentido más satisfechas, más amadas y más respetadas – que es por lo que lucharon nuestras abuelas, nuestras madres e incluso nosotras mismas, las que tenemos 35, 45 años de edad?

No lo sé, pero tengo la impresión de que lo que realmente queremos es, sí, sexo con placer, derechos iguales, complicidad entre los sexos, fin de los prejuicios, y muchos amigos, trabajo, salarios justos y diversión. Pero estoy segura de que todo eso no es sinónimo de vulgaridad, futilidad o promiscuidad. Y más segura aún de que, con independencia de lo que muestran las teles, nosotros, los hombres y las mujeres, lo que de veras deseamos es vivenciar relaciones íntegras, placenteras y que sirvan para convertirnos en personas mejores.


estamos online   Facebook   E-mail   Whatsapp

Gostou?   Sim   Não  
starstarstarstarstar Avaliação: 5 | Votos: 1


foto
Rosana Braga é Especialista em Relacionamento e Autoestima, Autora de 9 livros sobre o tema. Psicóloga e Coach. Busca através de seus artigos, ajudar pessoas a se sentirem verdadeiramente mais seguras e atraentes, além de mostrar que é possível viver relacionamentos maduros, saudáveis e prazerosos.
Acesse rosanabraga.com.br para mais conteúdos exclusivos!
Visite o Site do Autor

Saiba mais sobre você!
Descubra sobre STUM WORLD clicando aqui.

Deixe seus comentários:



Veja também

As opiniões expressas no artigo são de responsabilidade do autor. O Site não se responsabiliza por quaisquer prestações de serviços de terceiros.


 


Siga-nos:
                 


© Copyright 2000-2024 SomosTodosUM - O SEU SITE DE AUTOCONHECIMENTO. Todos os direitos reservados. Política de Privacidade - Site Parceiro do UOL Universa