Menu

Soledad del Alma

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 25/05/2010 15:48:40


por Maísa Intelisano - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Quizá no haya en el universo sentimiento más profundo que este: la soledad interior. Esa soledad del alma. La constatación fría e innegable de que, sin que importe cuántas cosas o personas me rodean, o cuánto hayan otras criaturas contribuido en mi andadura, en mi conciencia yo estoy siempre sola, conmigo misma. En fin, solos… He aquí que, en algún momento de mi existencia, mi conciencia me obliga a la transformación, a la total, profunda y sincera revisión de todo aquello en que venía creyendo. Ella me hace examinar nuevamente todo cuanto he hecho, construido y aprendido y, de forma implacable, me pone frente a frente con todo lo que soy, de verdad, y que siquiera imaginaba.

No hay fuga posible, no hay cómo o dónde esconderme. Es como si todas las máscaras cayesen al mismo tiempo y yo me viese obligada a mirar un espejo vivo y límpido, donde están reflejadas todas mis verdaderas emociones, ideas, necesidades y tropiezos. Mis miedos y mis carencias.

Y, al depararme con tanto de mi verdadera esencia que yo desconocía e ignoraba, es como si algo se rompiese dentro de mí y crease un inmenso vacío, que me engulle y me deja sin suelo y sin techo, fluctuando, en completa suspensión. Es como si yo vagase dentro de mi propio vacío interior.

Las referencias momentáneamente se confunden, como si todo el tiempo yo estuviese siguiendo un mapa falso, para un tesoro que yo había idealizado y que nunca existió.

Las creencias se transforman en dudas, como si todo lo que yo sabía no fuese más que un enredo destinado solamente a justificarme a mí misma.

Lo que formaba sentido se vuelve pálido y desvaído, como si mi universo fuese solo el producto de una imaginación muy fértil, o el recuerdo de un sueño muy vívido, o una alucinación.

Y todo cuanto tengo es solamente a mí misma, en toda mi realidad cruda y desnuda. Ni más, ni menos. Soy yo desvistiéndome para mí misma, como nunca había hecho antes…

Y, entonces, viene el dolor… El dolor de percibir que, quizá, esa soledad sea tan solo reflejo de una elección, una postura, una creencia equivocada. El dolor de saber que quien se ha alejado he sido yo misma, en un movimiento de defensa infantil e inconsciente, en una huida asustada por miedo a sufrir, o a perder, o a ser olvidada. El dolor de darme cuenta de que, todo el tiempo, he huido tan solo de mí misma y que los otros solo han respetado mi fuga, dejándome que huyese.

Y el dolor, a veces, es tanto y tan grande, que faltan fuerzas para salir de ese paso, falta energía para hacerlo cesar o incluso para contemplarlo. Duele en el cuerpo y en el alma, duele por dentro y por fuera, duele pesado y profundo.

No pretendo anestesiarlo, no pretendo tampoco ignorarlo. No esta vez. Quiero experimentarlo hasta la última gota, si es posible, si llego a soportarlo. Quiero abrazarlo para que se transforme en luz, la luz que aún no he tenido el coraje de buscar para orientarme en mis caminos.

No quiero solamente pasar por él, sino pasar con él, caminar con él, compartir mis secretos, conocer su historia. Mi historia.

Sin embargo, él y yo estamos en el mundo. Y, estando en el mundo, caminamos con otras personas. Personas que están en otros momentos, personas que tienen otras necesidades, personas que solo alcanzan a ver en mí lo que ya conocen, sin lograr, siquiera por asomos, sospechar eso que también soy, que ellas no conocen y no consiguen percibir ni comprender. Y que ni yo misma conozco bien…

Y no hay cómo explicar. No es posible poner en palabras esa soledad que duele en medio de tanta gente, esa soledad plena que me hace sentir única como nunca me he sentido, esa soledad que me aleja de todo y de todos y, al mismo tiempo, desea desesperadamente estar en medio de otros que puedan, al menos, acogerla, exactamente como es.

No es posible descifrar, no hay cómo abrir el pecho y exponer lo que está sucediendo allí muy dentro, donde el dolor ha decidido instalarse. No hay forma de mostrar el corazón que duele, al lado de aquel que late, pues solo yo lo siento. Solo yo siento lo que él siente…

Y, en nuestro dolor, somos cómplices el uno del otro, en esa soledad que es triste, pero no es tristeza. Esa soledad que asusta, pero no es miedo. Esa soledad que hace daño, pero no deja herida. Una soledad que es más que estar solo, pues es soledad del alma.


estamos online   Facebook   E-mail   Whatsapp

Gostou?   Sim   Não  
starstarstarstarstar Avaliação: 5 | Votos: 1


clube WebMaster é o Apelido que identifica os artigos traduzidos dos Associados ao Clube STUM, bem como outros textos de conteúdo relevante.
Visite o Site do Autor

Saiba mais sobre você!
Descubra sobre STUM WORLD clicando aqui.

Deixe seus comentários:



Veja também

As opiniões expressas no artigo são de responsabilidade do autor. O Site não se responsabiliza por quaisquer prestações de serviços de terceiros.


 


Siga-nos:
                 


© Copyright 2000-2024 SomosTodosUM - O SEU SITE DE AUTOCONHECIMENTO. Todos os direitos reservados. Política de Privacidade - Site Parceiro do UOL Universa