¿Tú qué quieres, aprobación o evolución?
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 05/06/2018 10:09:05
Traducción de Teresa
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¿Te ha dicho alguien alguna vez que eres un buenazo? ¿Que lo aceptas todo y evitas demostrar contrariedad porque no te gusta el barullo? O quizá seas el tipo de persona que vive repitiéndose a sí misma que prefiere ser feliz antes que tener razón…
Ser feliz, sí, es fundamental. Pero felicidad sin discernimiento es irracionalidad, insania y, en última instancia, algo inhumano. Somos los únicos seres racionales y esta dádiva tiene todo que ver con la capacidad de analizar, elegir y tomar decisiones.
El caso es que cuando no asumes lo que sientes y lo que quieres y vas tragando lo que venga porque tu mayor interés – consciente o inconscientemente – es ser aprobada, es ser considerada una persona querida y especial “por todo el mundo”, tu carácter se va endeudando de tal forma que, tarde o temprano, te pasa factura. ¡Y una factura bastante alta!
Vivir no se trata de ser aprobado, sino de evolucionar. Nadie nació para pasar de curso, sino para hacer por merecer una nueva dimensión. Y eso tiene que ver con madurar y convertirse en una persona mayor, no en un buenazo.
El que es demasiado buenazo afloja su personalidad más allá de su integridad. Pierde la ocasión de encarar los desafíos y crecer. Desperdicia la oportunidad sagrada de mirarse y ser auténtico. De posicionarse y asumir riesgos.
Claro que ser amable es esencial para la evolución de la humanidad. Sin amabilidad no hay flexibilidad. Y sin flexibilidad, la vida se rompe ante la menor inestabilidad. Pero hay una diferencia crucial entre ser amable y ser excesivamente carente hasta el punto de necesitar sentirse amado por todos.
Amabilidad es proceder con firmeza y suavidad. Es conocernos y conocer tan bien nuestro propósito que, incluso pudiendo equivocarnos, confiamos en nuestra propia verdad. Pero si eres una persona cuya mayor necesidad es ser aceptada, elogiada y guay, entonces el espacio para las convicciones se pierde.
Fácilmente cambias tu compromiso con quien deseas ser, por el compromiso del otro en hacer que te conviertas en quien él desea que tú seas. Fíjate en que se trata de dos caminos brutalmente distintos. ¡Y nadie pude darse cuenta de eso y cambiar el rumbo de esa dinámica, excepto tú misma!
El mundo necesita urgentemente de personas decididas a evolucionar y no a ser buenazas y aprobadas. Y cualquier relación de amor sólo puede ser creativa y servir como inspiración para esa evolución si está basada no en la liquidez de los deseos infantiles, sino en la autenticidad de los actos.
