¿TÚ TE VES COMO UN ÉXITO O COMO UN FRACASO?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 14/02/2017 09:47:57
Autora Irlei Wiesel
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Traducción de Teresa
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“Mientras yo me consumía en una mentira los otros jugaban, en su arrogancia, en el lado de fuera de mi vida. Yo oculté mi esencia para intentar ser aceptada. Eso fue un crimen, y eso ya pasó”.
Irlei Hammes Wiesel
Sufrí mucho en mi adolescencia. Yo era esquelética y súper alta. Mis compañeros de escuela eran bajos, y muchos, con sobrepeso. Para los cánones de la época yo era diferente, por eso sufría acoso escolar. Recuerdo que me consideraba fea. Percibía a toda la escuela hablando de mí y cada vez que eso sucedía, yo me derrumbaba. Lloraba por ser tan alta y delgada. Jamás imaginé que mis medidas serían perfectas para una modelo de pasarela.
Gisele Bündchen aún no había sido descubierta. Yo era literalmente el patito feo. Por anchas que llevase las ropas, o aunque me contorsionase toda para parecer más baja, yo continuaba siendo muy extraña. Ciertamente no me encuadraba en los cánones. Yo deseaba mucho ser como la mayoría, pero desentonaba. Yo era una adolescente con 1m78cm de puro complejo. Cuando me miraba al espejo hasta me veía bonita, me gustaba aquella estatura, mi rostro, mi apariencia.
Pero ante las miradas ajenas, inmediatamente me sentía extraña, esquelética, una verdadera jirafa a quien se miraba desde lejos. ¡Sufrí, sufrí mucho! Hasta que en el primer año de facultad el gremio estudiantil me invitó a ser candidata a reina. Obviamente no lo tomé en serio, pues pensé tratarse de una broma pesada. Pero ante la insistencia, acepté el reto.
¿Sabes qué sucedió? Yo vencí a numerosas candidatas. Me convertí en reina de la facultad. Asumí mi título, pese a sentirme confundida. No comprendía que una belleza tan fea pudiese ser una belleza bonita. El caso es que el título transformó la manera en cómo yo me veía, y además, los compañeros ya no pudieron considerarme el patito feo, puesto que me habían hecho reina. ¡Mira qué chic! Los motivos que muchos tenían para burlarse de mí ya no se justificaban.
¡Era hora de exigir respeto por mi apariencia! Conquisté el título precisamente por las características físicas que yo tanto despreciaba. Aprendí que mi belleza no era fea, era diferente y causaba envidia, por ese motivo yo me despreciaba y, me hacía daño. Fue preciso un concurso de belleza para que yo descubriese mi valor.
Pasé a mirarme al espejo con orgullo de mi caminar, así como de la apariencia que Dios me permitió heredar. Comprendí que nadie tiene derecho a destruir nuestra autoestima. Somos responsables por nuestra vida y por la dirección que damos a ésta. Hoy, cuando percibo la maldad en los ojos de alguien, respiro hondo, cierro los ojos y creo una especie de redoma mental, un escudo poderoso, impidiéndome ser alcanzada por la basura ajena.
Soy una persona libre y atenta, desfilando en la pasarela de la vida mis casi dos metros de altura y un peso un tanto diferente al de la adolescencia.
Sigo explorando mis potenciales y creyendo mucho en ellos. En cuanto a la opinión de los demás, bueno discúlpame, pero la pasarela es más importante.
¿Cómo te ves tú??
¿Cómo te colocas en el mundo?
¿Hasta cuándo vas a aceptar el título de patito feo?
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