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Tus creencias se tornan tus pensamientos - Parte 1

por Graziella Marraccini em STUM WORLD
Atualizado em 26/08/2009 13:04:21


Traducción de Teresa - [email protected]

En un libro que estoy releyendo por cuarta o quinta vez, que se llama ‘A Biologia da Crença’ (La Biología de la Creencia) (Bruce H. Lipton – Edit. Butterfly) encontré estas sabias palabras que son atribuidas a Mahatma Gandhi:
Tus creencias se tornan tus pensamientos
Tus pensamientos se tornan tus palabras
Tus palabras se tornan tus actos
Tus actos se tornan tus costumbres
Tus costumbres se tornan tus valores
Tus valores se tornan tu destino.


¡Os habréis dado cuenta de que me encanta leer y filosofar sobre la vida! Solamente los animales no hacen preguntas sobre el sentido de su jornada en la Tierra. Ellos simplemente viven porque el destino de la célula es la supervivencia, son atraídos por aquello que les da la vida y se alejan de todo cuanto la amenaza. A esto llamamos instinto. Los animales no son movidos por la necesidad de controlar un destino que ellos no han elegido. En cambio, nosotros los seres humanos, tenemos la pretensión de tener respuestas para todo y con nuestra mente ‘pequeña y condicionada’ consideramos poder comandar nuestro destino, incluso porque no creemos haberlo elegido previamente. Sin embargo, la Astrología no tendría sentido si no creyésemos en el propósito de la existencia y en el propósito de cada encarnación. En el libro en cuestión (¡que es bastante complejo, debo confesarlo!) el científico – biólogo – llegó a la conclusión de que DIOS existe. ¡Analizando el comportamiento de las células ha llegado a esa conclusión! ¿No es magnífico?

Contrariando la teoría darwiniana, este brillante biólogo explica que son nuestras creencias las que controlan la biología (o sea, el comportamiento de las células) y, por tanto, controlan nuestra vida. Para Lipton, la vida no evoluciona solamente a causa de la supervivencia física (adaptación al ambiente, ley del más fuerte, etc.) y en su opinión nuestro destino está condicionado por nuestros pensamientos. Él piensa como Gandhi, que no era biólogo ni tampoco científico.
A lo largo del libro, Lipton explica que es la unión de las células, en colaboración unas con otras, las que forman seres multicelulares (como nosotros) actuando por el poder de la atracción, o sea, por el poder del AMOR que las une en torno a un objetivo común. Lindo ¿no es cierto? ¿Y no decimos siempre que Dios es amor y que es el amor lo que nos hace evolucionar? ¡Pues he aquí que la ciencia explica esto!

Bueno, pero ¿cómo entran las creencias en esta historia? Lipton refuta la tesis de que son los genes los que controlan nuestra vida. Él afirma categóricamente que los genes solos – nuestro DNA – no controlan nada, solo determinan ciertas tendencias innatas. Entonces, cuando la Astrología afirma que ‘las estrellas no obligan, pero inclinan’, está afirmando lo mismo, o sea, que tenemos libre albedrío, que nuestro mapa indica en qué momento celeste nacemos, cuáles son nuestras tendencias y cuál es nuestro destino, ¡pero las estrellas no nos obligan a un ‘destino cruel’, como afirmaban los griegos en sus tragedias!
Confieso que he tenido dificultades para comprender la validez de esa afirmación y voy a explicar por qué. Empecé a estudiar Astrología a causa de un triste acontecimiento ocurrido en mi vida: una querida amiga, en un acto de locura premeditado y vengativo, asesinó a sus tres hijos adolescentes y se suicidó a continuación, como la Medea de la tragedia griega. Ella no había aceptado la separación y el derrumbe de su matrimonio. Un año antes, una astróloga había hecho una lectura de su mapa y había advertido a una amiga común sobre la posibilidad de que ocurriese una ‘tragedia’ en la vida de esa amiga nuestra. ¡He aquí que ocurre la tragedia! Horrible, chocante. Y yo me pregunté: ¿Cómo la astróloga podía afirmar que iba a producirse una tragedia? Y si había esa posibilidad de ‘saberlo anticipadamente’, esa tragedia ¿podía haberse evitado? ¿Cómo? Ella, mi amiga, ¿podía haber evitado la tragedia si conociese su posible desenlace? Y entonces empecé a estudiar Astrología. Yo quería las respuestas, quería saber hasta dónde llegaría el libre albedrío de las personas.

Confieso que al comienzo estudié una Astrología determinista, que no dejaba mucho margen al libre albedrío, y que durante muchos años me parecía que teníamos poco margen de maniobra sobre nuestro destino. Sin embargo, a medida que mis estudios avanzaban en dirección a una Astrología más humanista, más holística y más abierta a los nuevos conceptos espirituales, acabé encontrando algún margen de maniobra.
Sí, hoy creo que tenemos libre albedrío y que éste está en el conocimiento, en la comprensión y en la interacción entre nuestras creencias y nuestro destino. El efecto creencia confirma nuestra habilidad de cura mente/cuerpo. ¡‘Mens sana in corpore sano’, ya lo decían los antiguos romanos, o sea, mente sana en cuerpo sano!

La mente es energía, y genera energía, energía saludable si nuestros pensamientos son equilibrados. Tenemos los recursos, las herramientas y la capacidad para superar nuestras dificultades, cualesquiera que fuesen. No necesitamos elementos externos para mantener la salud de la mente y del cuerpo. Por eso debemos controlar nuestros pensamientos, pues de ellos depende nuestra salud. Yo sé que es muy difícil aceptar esto, incluso porque razonamos condicionados por nuestras creencias. Ejemplo: la criatura que nace, sabe nadar. Échese a un bebé recién nacido a una piscina y él saldrá nadando, automáticamente. El agua es un elemento natural del recién nacido que salió de la placenta. Después él crece y la madre lo aleja de la piscina diciéndole que el agua es peligrosa. Él se condiciona con ese pensamiento. Y más tarde aún esa misma madre lo pone en una escuela de natación para ‘aprender a nadar’. ¿No es incongruente? ¿No sería más fácil dejarlo nadar desde que nació? El bebé entonces ya habrá adquirido el ‘miedo a nadar’, y habrá de hacer un esfuerzo para volver a sentir el agua como un elemento de placer, alejando el miedo.A mi modo de ver, somos condicionados de esta manera por la sociedad en que vivimos. Desde pequeños aprendemos que, si tenemos un dolor cualquiera, debemos temerlo, eliminarlo, y no comprenderlo. No obstante, el dolor es una señal del cuerpo que nos quiere ‘decir algo’. No se puede simplemente eliminarlo con un comprimido y después pasarlo por alto, ya que volverá, puesto que esa es la razón del dolor. Y nosotros, que no hemos escuchado lo que nuestro cuerpo quería decirnos, tendremos que sufrir nuevamente, pues el dolor volverá, y volverá como dolencia que habrá de causar un estrago todavía mayor en nuestro cuerpo. Y entonces, nuestra mente tendrá que redoblar sus esfuerzos para hacernos comprender la razón del dolor, la razón de la enfermedad. Recuérdese que las células tienen como función la perpetuación de la propia vida, y son atraídas por aquello que las nutre, alejándose del peligro que podría destruirlas. Y nosotros ni siquiera pensamos en esto cuando tomamos un cigarro para fumarlo, bebemos demasiado o nos alimentamos de manera incorrecta.

Volviendo a la Astrología, he aprendido que la Astromedicina puede ayudarnos a comprender dónde van a manifestarse las enfermedades y por qué. Ella nos enseña que ciertos órganos del cuerpo son regidos por determinados planetas y, consecuentemente, se relacionan con determinados signos zodiacales. Con ese razonamiento, la Astromedicina demuestra que tenemos ciertas tendencias hereditarias y genéticas también en la manifestación de las dolencias y no solo en el comportamiento. Por ejemplo: Saturno (¡siempre él!) se relaciona con las dolencias crónicas y obstinadas, con los reumatismos, con la sordera, con la cristalización de sales. Saturno rige los huesos, dientes, cartílagos, uñas, cabellos, y las articulaciones, el bazo, la bilis y las sales minerales. Él nos indica si tendremos problemas cutáneos, dolencias por el frío, tuberculosis, atrofias, enfermedades de la espina dorsal, etc.
Aquí diréis, pero entonces, si yo tengo a Saturno en mal aspecto en mi mapa ¿tendré TODAS esas enfermedades? Claro que no, pero ciertamente tendrás tendencia a padecer una o más de esas dolencias, que se manifestarán de una u otra forma a lo largo de la vida, dependiendo de las circunstancias externas que servirán de gatillo. Imaginemos entonces que tengas – como yo – a Saturno en Géminis. Ciertamente, a lo largo de tu vida tendrás problemas de reumatismos y dolores en brazos (y manos y hombros), sufrirás dolores articulares (rodillas), problemas causados por el frío (enfermedades respiratorias y pulmonares), y tendrás asimismo tendencia a fracturas (¡yo me he roto las muñecas tres veces!). Pero ¿sabéis cuándo se manifiestan esas dolencias? ¡Cuando mi equilibrio mente/cuerpo está quebrantado por algún aspecto exterior! O sea, cuando mi mente, mis pensamientos están en desequilibrio con el ambiente externo. ¡Yo padezco rino-sinusitis cuando me irrito con alguien de mi convivencia, o sea, cuando el aire que comparto con alguien en mi casa se hace irritante para mí! ¡O cuando sufro a causa de alguna situación que me impide ‘respirar libremente’! Para evitar ese sufrimiento – que se hace crónico con la edad – he de modificar mis pensamientos y mis creencias. ¡Por tanto, debo condicionar nuevamente mis pensamientos de forma a no estar irritada!

Entonces, ¿volvemos a Gandhi? ¿Analizamos nuestras creencias y las analizamos para comprender mejor nuestras relaciones? Recuérdese que no es suficiente ‘pensar en positivo’ para alejar las creencias o los pensamientos negativos. Así como no es suficiente pensar en positivo para atraer salud, riqueza o felicidad. Los condicionamientos están en el subconsciente y no en el consciente y no es fácil modificarlos. La industria farmacéutica, ayudada por los médicos y por los medios de comunicación, nos afirma que ‘esta píldora es la que alejará para siempre tus males’ o entonces, ‘el descubrimiento del gen de la tristeza librará a los hombres de los peligros de la depresión para siempre’ ¡ya que la industria farmacéutica va a inventar la píldora de la felicidad! ¡Lo que pasa es que la industria farmacéutica no inventa la salud! Quienes inventamos la salud somos nosotros, con nuestros pensamientos, nuestras creencias, nuestras palabras y nuestras actitudes, ¡y no las píldoras, los medicamentos! Solo pensando de esta forma cambiaremos nuestro destino y nos haremos coautores conscientes de nuestro desarrollo físico y espiritual

Con la intención de despertar nuestra intuición e iniciar nuestro ‘proyecto de bien vivir’, meditemos con el nombre del genio cabalístico de nº 37, ANIEL, cuyo nombre significa Dios de las Virtudes. El salmo de oración es el 79. Escanead las letras que componen Su nombre y recitad el salmo durante 7 días.

YUD NUN ALEPH

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37. La visión del conjunto


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¡Una semana llena de Paz y Armonía para todos!
São Paulo, 3 de agosto de 2009


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Graziella Marraccini é astróloga, taróloga, cabalista e estudiosa de ciências ocultas e dirige a Sirius Astrology. Conheça meus serviços on-line
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