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Una mente acelerada es una mente desequilibrada

por Bel Cesar em STUM WORLD
Atualizado em 30/05/2006 12:12:47


Traducido por Melissa Park - [email protected]

El Sábado, 13 de mayo de 2006, inauguramos el hospedaje y el gompa (sala de meditación) de Vida de Clara Luz, con la presencia del Lama Michel. Éramos un grupo de más o menos ciento cincuenta personas. Durante casi una hora, sentados en la grama alrededor de las estatuas de los Cinco Dhyani Buddhas, escuchamos las enseñanzas del Lama Michel sobre la relación entre la mente, el cuerpo y el medio ambiente. El sol estaba suave, el cielo azul con pocas nubes. Todos estaban naturalmente atentos y en silencio. El bienestar general era notorio. Se podía reconocer en el grupo la presencia de dos cualidades que evidencian la total ausencia de ansiedad: el equilibrio, la mente atenta al momento presente y la espontaneidad amorosa.

Esta experiencia de calma y satisfacción se tornó un contrastante dos días después cuando vivimos, en San Pablo, un día de susto e intensa alarma con la rebelión de los presos. Este día el malestar general era notorio!

A partir de estas situaciones tan contrastantes, podemos comprender de manera más profunda cuanto nuestro Sistema Nervioso Central (nuestra mente) necesita de una situación de confort y de seguridad para disfrutar de la sensación de reposo y de bienestar!

Cuando nuestra percepción se pone alerta por una situación de amenaza, surge la ansiedad. Ella es recurrente de una descarga de noradrenalina, un neurotransmisor producido en las suprarrenales que nos ayuda a enfocar la atención para la defensa. Mientras nos preparamos para huir, hay un aumento del cortisol y de la adrenalina. Cuando el susto pasa estas hormonas caen y surge un aumento de serotonina para reconstituir el bienestar. Por lo tanto, un cuerpo equilibrado sabe lidiar tanto con las situaciones de amenaza como las de reposo. Pero infelizmente la mayoría de nosotros perdió esta habilidad porque vivimos en constante stress!

No podemos olvidarnos que evolutivamente hace muy poco tiempo que salimos de los tiempos de la caverna. En aquella época era positivo ser ansioso, pues la ansiedad era una señal de alerta delante del peligro inminente, con la función de capacitarnos en la toma de medidas necesarias para enfrentar la vida. La excitación del Sistema Nervioso Central era necesaria para estimular nuestro cuerpo, sea para luchar o para huir.

Mientras lo que hoy interpretamos como amenazador trascendente dista de ser el peligro de vida biológico. Hoy en día, el simple recelo de perder el confort, poder económico, afecto o aún los privilegios ya son factores !suficientes para desencadenar el estado de ansiedad! Cuando hay un desequilibrio emocional, o aún el simple contacto con lo nuevo o con situaciones inesperadas ya es suficiente para generar ansiedad.

La ansiedad es una fuerte sensación de incomodidad e inquietud que surge cuando el futuro nos parece amenazador. Cuando ese estado se intensifica, puede provocar diferentes síntomas en cada persona: falta de aire, taquicardia, sudores, problemas digestivos (presión en el estómago, náuseas, gases), hambre exagerada o ausencia de apetito.

Los miedos que surgen durante un ataque de ansiedad acostumbran ser irracionales y sin sentido. Según el psiquiatra Dr. Sergio Klepacz, cuando nos sentimos solos, la imaginación tiene más efecto sobre el cuerpo ¡que la propia realidad!

La ansiedad aumenta en la medida que surgen exigencias conflictivas y paradójicas. Esto es, cuando queremos y no queremos ¡una cosa al mismo tiempo! Por ejemplo, a veces queremos intensamente hacer algo, pero terminamos con un estado de ansiedad al querer hacerlo de manera perfecta. Debido al miedo de errar, nos sentimos incapaces de actuar y terminamos perdiendo nuestra voluntad inicial. Es así que ya no queremos hacer lo que tanto nos gusta por el simple hecho que buscamos la perfección… La ansiedad nos roba el placer de la realización.

A veces ni nos damos cuenta que estamos ansiosos. Eso ocurre porque estamos conectados al piloto automático y actuamos sin tener conciencia de lo que estamos pensando y sintiendo. Nuestra mente está suelta, inquieta, perdida en pequeñas fantasías irreales que roban nuestra energía vital y estabilidad emocional. En esos momentos, corremos el riesgo de retro alimentar nuestros miedos y dudas como una bola de nieve que crece a medida que el tiempo pasa. Hasta que nuestro corazón y respiración se aceleran, y podemos sorprendernos frente a un ¡ataque de pánico!

La ansiedad surge a medida que alimentamos suposiciones que anteceden al futuro. Sea buenas o malas, las fantasías nos impiden de lidiar con la realidad: en la imaginación perdemos la habilidad de lidiar con el tiempo real de los acontecimientos. De esta forma, sufrimos antes de tiempo o idealizamos la felicidad como la zanahoria colgada delante del burro que lo estimula ¡a no parar de andar! Tener conciencia de nuestro propio acto imaginario puede, por si sólo, ayudarnos a superar la ansiedad.

Cabe resaltar que es benéfico pensar sobre el futuro. Planear no es soñar, y sí generar metas y estrategias que nos orientan en el momento presente.
Imaginar problemas futuros puede servir de base para reflexiones importantes sobre lo que debemos evitar. Pero, prever una dificultad no quiere decir vivirla por anticipado. La ansiedad surge cuando nos desconectamos de la realidad inmediata.

Cuando estamos ansiosos nuestra mente está más acelerada y en una tentativa insólita buscamos vivir anticipadamente el futuro que amenaza nuestro equilibrio por medo de los pensamientos. ¡Queremos desesperadamente vivir los acontecimientos futuros como una manera de tornarlo menos difícil! Pero sabemos que este esfuerzo es en vano.

Según investigaciones médicas, una persona podrá tener una tendencia mayor para la ansiedad cuando haya una predisposición genética en su familia. En estos casos las manifestaciones pueden ser bastante precoces: se nota desde temprano que el niño es hiperactivo, llora con facilidad y tiene dificultad para dormir. Un niño ansioso tiene más dificultad de incorporar situaciones nuevas o de lidiar con lo desconocido. Al final, lo conocido siempre trae la sensación de seguridad y control.

Sentirnos momentáneamente ansiosos es una reacción normal, necesaria para activar nuestras fuerzas y defensas delante de la conquista de lo nuevo. Pero, cuando la ansiedad nos impide pensar y actuar de manera constructiva, es necesario buscar ayuda terapéutica.La ansiedad normal no es general, pues ella se restringe a una determinada situación, que disminuye a medida que la persona se adapta a ella, aunque la situación se mantenga incómoda. Según los tratados médicos, si una persona permanece aprensiva por un período superior a seis meses, aún teniendo un motivo para tanto, debe buscar ayuda médica, pues el trastorno de ansiedad generalizada pode tornarse crónico. Las mujeres son dos veces más acometidas por la ansiedad generalizada que los hombres.

Como vimos, la principal característica psíquica del estado ansioso es la aceleración del pensamiento, como si estuviésemos elaborando la manera más rápida de librarnos del peligro. Pero, la mente acelerada se torna confusa, desequilibrada, sin claridad para reaccionar. Definitivamente, con la mente acelerada no conseguimos actuar de manera constructiva.

En estos momentos, lo mejor es dejar de seguir los pensamientos y observar el cuerpo. Más allá de que, es mejor aceptar convivir con la inseguridad cuando ella surge. No adelanta tener prisa en querer librarse de ella. Cuanta menos resistencia pongamos en reconocerla, mejor podremos sentirla en nuestro cuerpo, de esta manera, podemos hacer algo por nosotros. La ansiedad es así: cuanto más intentamos librarnos de ella, más ella se instala en nosotros.

Por tanto, para disminuir la ansiedad, es preciso inicialmente disminuir la actividad mental. Sólo entonces podemos recuperar la sensación de calma. Pero mientras no seamos capaces de desacelerar nuestra mente, es mejor aceptar nuestra falta de control y buscar ayuda terapéutica. Pues de nada sirve forzar nuestra mente, esto es, querer ir más allá de nuestra capacidad.

Una actitud importante para superar la ansiedad es poner la atención en el cuerpo: tomar conciencia de cual parte de nuestro cuerpo está paralizada por esta emoción. Entonces, cuide el cuerpo, sea masajeándolo o respirando algunas veces profundamente, llevando toda su atención a esta región. Al respirar lentamente, estamos desacelerando fisiológicamente el cerebro y por consecuencia la mente.

Una técnica muy simple, pero eficaz, es la de visualizar la forma, el color, la textura, la densidad, el peso y hasta el olor y el sabor de esta tensión. En seguida, piense intuitivamente en el color capaz de eliminar este punto de energía paralizada en su cuerpo. Inspire y en la expiración imagine que este color penetra como un rayo láser destruyendo todo este complejo de energía parada.

Después, sienta la diferencia. Mover un poco todo nuestro cuerpo también es muy bueno. Bostezar, emitiendo un sonido amplio y espontáneo es excelente para soltar cualquier energía parada. Por último, debemos concentrarnos en un punto a nuestro alrededor. Traer nuestra atención para algo que nos llame la atención. Sólo entonces, cuando estemos centrados, podremos cerrar nuevamente los ojos y regresar a recordar lo que estaba produciendo nuestra ansiedad. Pero, esta vez, sabiendo que el susto pasó, podremos mantenernos conscientes de nuestra capacidad de evaluar y reflexionar: “OK, ¿para donde era que me estaba dejando llevar?”. Es posible que nos sorprendamos con las ganas de reír de nosotros mismos...

El día lunes 3 de julio, a las 20:30h, el Dr. Sergio Klepacz dará una conferencia en la Sede Vida de Clara Luz en San Pablo sobre “Equilibrio Emocional”. Se usted desea participar ¡entre en contacto con nosotros!


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bel
Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia.
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