Liberarse de los dolores causados por acontecimientos de nuestra vida no es una tarea fácil. Nuestra actitud habitual es luchar contra ellos, intentando ocultarlos bajo la máscara de la racionalidad.
Las personas excesivamente racionales tienden a utilizar esta estrategia por creer que así se protegen del sufrimiento. Pero esta es una ilusión, pues nada de lo que es reprimido y negado desaparece por sí solo. Por el contrario, tiende a hacerse aún más fuerte.
La única salida es asumir conscientemente los sentimientos y emociones, especialmente los negativos. Hacer como si no existiesen da lugar a un enorme desgaste de energía.
El conflicto interior que se vive al luchar contra los propios sentimientos es una fuente de enfermedades, tanto físicas como psicológicas.
Cuanto más pronto seamos capaces de mirar frente a frente nuestros dolores, mayores serán nuestras posibilidades de transmutarlos. Esto no significa que dejen de existir de la noche a la mañana.
No obstante, reconocerlos como inherentes a nuestro pasado y que por tanto deben permanecer allí, es el comienzo de la liberación. Nadie puede apegarse a lo que no tiene existencia en el momento presente. Éste es la única realidad a que pertenecemos. Lo demás no pasa de ser recuerdo e imaginación.
Cuanto más nos apegamos a una memoria de dolor, más fuertemente activamos nuestra imaginación en cuanto a lo que el futuro nos reserva. Y el futuro es exactamente eso, nada tiene de concreto.
Percibir de pronto que se está preso a algo irreal es el paso esencial en el proceso de cura y liberación.
Publicado dia 4/8/2020 11:35:22 AM em STUM WORLD
