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Expectativas

Expectativas
Publicado dia 1/7/2010 2:28:06 PM em STUM WORLD

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Traducción de Teresa - [email protected]

Siempre que un nuevo año se inicia, la mayoría de nosotros nos sentimos ansiosos con relación al futuro, sobre lo que el nuevo año nos reservará. Pensamos en todas las cosas que hemos conquistado y en aquellas que todavía no hemos logrado realizar y nos enfocamos de modo especial en nuestros deseos.
Sin embargo, a medida que el tiempo corre y no conseguimos materializar todo cuanto anhelamos, nos embarga un sentimiento profundo de frustración. Por más que nos esforcemos, muchas situaciones no dependen únicamente de nuestra voluntad; por eso hemos de aprender a desarrollar una lección esencial, que es la aceptación.

Este es quizá uno de los mayores desafíos que hemos de enfrentar durante nuestra existencia: aprender a lidiar con el desengaño cuando no alcanzamos la realización de lo que deseamos. Aceptar no significa necesariamente desistir de aquello que queríamos, sino encarar los acontecimientos tal como se presentan. Por más que insistamos en la conquista de algo, cuando las condiciones ideales no se encuentran reunidas, nada podrá hacer que aquello llegue a concretarse.

En este sentido el I-Ching hizo una contribución esencial a la humanidad, pues trajo a la luz una enseñanza muy simple, pero que la mayoría de nosotros tenemos dificultad para comprender, o sea, para ser feliz es preciso que el hombre aprenda a actuar en sintonía con las leyes de la naturaleza. Todo cuanto ocurre sigue leyes muy claras y, si logramos mantenernos atentos a esta cuestión, ciertamente comprenderemos con más exactitud las razones por las cuales determinadas situaciones no se producen, y otras muchas se repiten en nuestra vida.

Las expectativas que creamos son, por lo regular, dirigidas por objetivos motivados por el ego y, por eso mismo, aunque queden satisfechas, pronto serán sustituidas por otras, en un ciclo que nunca tiene final. Aprender a discernir entre lo que deseamos y aquello que, de hecho, podrá proporcionarnos paz y serenidad, es la única manera de precavernos contra expectativas que no colmarán nuestras reales necesidades.

El desear es el problema
Has hablado acerca de muchos métodos y muchas técnicas. El deseo de triunfar en ellos es muy grande. ¿Cómo podemos suplantar nuestra gran impaciencia?
Dos cosas hay que recordar. Primera: la espiritualidad no puede venir del deseo, porque el deseo es la raíz causal de toda nuestra ansiedad y angustia. Y tú no puedes dirigir tus deseos hacia el reino espiritual. Pero esto sucede, es natural, porque conocemos solamente un movimiento – que es el deseo. Nosotros deseamos las cosas del mundo. Alguien desea riqueza, alguien desea fama, alguien desea prestigio y poder, u otra cosa cualquiera. Deseamos cosas del mundo y, a través de ese desear, quedamos frustrados.

...Tú puedes alcanzar la riqueza, pero la esperanza que estaba colgada allí – el sueño de felicidad, de bienaventuranza, de una vida extasiada – eso no queda colmado. Si la riqueza es alcanzada, entonces también te sentirás frustrado, porque la promesa no se ve colmada, el sueño no queda colmado. Todo está allí. Los medios están allí, y el fin ha escapado. El fin es siempre ilusorio.

...Y el desear es el problema, no lo que tú deseas – esto no es el problema. Lo que tú deseas no es el problema – el que tú desees es el problema. Ahora estás nuevamente deseando y de igual manera te quedarás frustrado. Si lo alcanzas, quedas frustrado. Si no lo alcanzas, quedas frustrado. Lo mismo te ocurrirá a ti, porque no has sido capaz de ver el pormenor, has perdido el pormenor.

...Y cuando tú deseas, la impaciencia fatalmente está presente, porque la mente no quiere esperar, la mente no quiere aplazar. Ella es impaciente. La impaciencia es la sombra del deseo. Cuanto más intenso el deseo, más impaciencia habrá. Y la impaciencia creará perturbación. Así, ¿cómo alcanzarás la meditación? El deseo creará movimiento en la mente y, entonces, el acto de desear creará impaciencia, y la impaciencia te llevará a más perturbaciones.

...Así, sucede – y esto lo observo diariamente – que una persona que ha vivido una vida muy mundana, no era comúnmente tan perturbada. Cuando esa persona empieza a meditar, o a buscar la dimensión religiosa, se vuelve más perturbada, más que nunca. El motivo es que ahora ella tiene un deseo todavía más intenso, por lo tanto, más impaciencia. Y, con las cosas mundanas, todo era tan real y objetivo, que podía esperar por ellas – ellas estaban siempre a su alcance. Ahora, en el reino espiritual, las cosas son tan evasivas, tan distantes... – ellas nunca parecen estar al alcance. La vida parece muy corta y, ahora, el objeto de deseo parece infinito – hay más impaciencia y, entonces, más perturbación. Y con una mente perturbada ¿cómo puedes meditar?
Así, esto se convierte en un enigma. Intenta comprender esto. Si estás realmente frustrado y has llegado a sentir que todo lo que está fuera es fútil – dinero o sexo o poder o prestigio, todo fútil – si has llegado a esta percepción, entonces, también hace falta además una profunda percepción. Si esas cosas son fútiles, entonces, el acto de desear es incluso más fútil: tú deseas y deseas y nada sucede – y tu acto de desear crea la miseria.

Contempla el hecho de que el acto de desear crea miseria. Si tú no deseas, no hay miseria. Así, abandona el acto de desear. Y no crees un nuevo deseo: simplemente abandona el acto de desear. No crees un deseo espiritual. No digas: “Ahora voy en busca de Dios. Ahora voy a descubrir esto y aquello. Ahora, voy a percibir la verdad.” No crees un nuevo deseo. Si lo creas, eso muestra que no has comprendido tu miseria.

Mira la miseria que el deseo crea. Siente que el deseo es miseria y abandónalo. Ningún esfuerzo es necesario para abandonarlo. Recuerda: si haces un esfuerzo, crearás un nuevo deseo. He aquí por qué necesitas algún otro deseo, porque, entonces, puedes dejarlo. Si algún otro deseo existiese, puedes colgarte de él. Puedes agarrarte al nuevo deseo y puedes dejar el antiguo. Dejar el antiguo es fácil si tienes algo nuevo para conseguir, pero, entonces, estás perdiendo todo el pormenor. Simplemente deja el deseo, porque él es miseria; y no crees un nuevo deseo.

Osho, The Book of the Secrets.

por Elisabeth Cavalcante

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Sobre o autor
elisa
Elisabeth Cavalcante é Taróloga, Astróloga, Consultora de I Ching e Terapeuta Floral.
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