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Padre y Madre - La cura necesaria

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 18/11/2009 19:06:45


por Irineu Deliberalli - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Tengo la plena convicción de que somos una única familia universal, siendo cada uno de nosotros una célula de este enorme cuerpo cósmico llamado Dios. Y, por ser así, nuestras relaciones se convierten en los desafíos y conquistas más importantes de nuestras vidas.

La manera que he elegido para conocerme y aprender quién soy ha sido ayudar a las personas a comprender sus propias vidas y quiénes son. Además de la formación académica, en estos últimos 40 años, mi formación espiritual guarda, en la memoria consciente, informaciones de cerca de 40 encarnaciones diferentes; y como psicólogo, la experiencia con TRVP, tras algunos cientos de regresiones de memorias, me ha llevado a comprender la necesidad que existe de la alternancia en los personajes.

Mi historia personal y la de mis pacientes informan que, a cada encarnación, vamos cambiando los papeles para que se adecuen al crecimiento deseado.
He visto a hermanos de vidas pasadas que se convierten ahora en padres e hijos; a amantes que se convierten en madre e hijo o padre e hija en esta existencia; enemigos feroces de varias vidas, que se convierten en padres, madres o hijos e hijas de sus verdugos... y así sucesivamente. ¿Qué motivo hay para esto? La cura, el perdón, el amor universal que nos une en toda la esencia de la familia cósmica una y que nos separa tan solo en la experiencia individual de la personalidad.

Todos nosotros los que reencarnamos para vivir la experiencia humana tenemos un cuerpo emocional que almacena todas las emociones vivenciadas en vidas precedentes; y en este cuerpo se ponen de manifiesto los archivos de las situaciones negativas. En cambio, el cuerpo causal guarda las experiencias que han sido positivas y felices, que permanecen esperando el momento de poder acceder a ellas y utilizarlas.

Las experiencias guardadas en los archivos del cuerpo emocional son los contenidos de nuestro Niño Interior... Ese Niño Interior, que todo adulto tiene, se convierte en el mayor desafío de nuestra encarnación, pues estos contenidos son los registros de nuestros dolores emocionales; los mecanismos de defensa de nuestra personalidad hacen de todo para que esos contenidos queden escondidos e intocables, y mientras no los conozcamos y liberemos, no saldremos de la rueda de las encarnaciones.

Los tres contenidos principales del Niño Interior de toda la humanidad son: culpa, miedo y juzgamiento; no obstante, hay otros muchos. En general, todo ser humano presenta a nivel inconsciente estos tres elementos y son estas informaciones de los archivos del pasado lo que nos impide estar en armonía y ser felices y realizados en nuestra vida.

Nuestra cura solo se verifica si hacemos catarsis de nuestros dolores emocionales, o revisamos las pautas de sufrimiento que hemos provocado en otras personas, o sea, si podemos recapitular las experiencias que han dejado marcas y dolores, para ver si en la existencia actual podemos comprenderlas y liberarnos de ellas. Así, somos puestos en la rueda de la encarnación dentro de una programación perfecta, llevada a cabo en el plano etérico.
Y, en este programa, elegimos a los padres y madres ideales, que, incluso por el contenido emocional que aportan en su equipaje, avivarán en nuestra memoria nuestros registros que necesitan salir a la superficie para ser curados.

Hay padres que activan en nosotros el miedo, otros la culpa, el orgullo, la rabia, la inseguridad... y así en adelante. Por eso afirmo con toda certeza que nuestros padres en esta encarnación son los correctos y adecuados para este nuestro momento cósmico, y si ellos fuesen mejores con nosotros, como muchos desean, no estaríamos enfrentando los contenidos emocionales de nuestros archivos necesitados de curación.

Es importante comprender que la ausencia que siento de la figura materna o paterna, en mi formación, es la misma que hemos desarrollado en otros momentos, o que hemos creado en otras personas y, como no hemos sabido lidiar con estas estructuras, pedimos nacer de aquella madre y de aquel padre.
Venir en esta familia con ciertas características que yo he heredado (de padre o madre), que representan también las dificultades de ellos, y aparecen determinantemente en nuestra formación de personalidad, ciertamente ha sido elección mía. Entonces, es responsabilidad mía el curar.

Hay una gran equivocación cometida por las personas durante la vida, la de quejarse de madre y padre, protestar mucho por lo que han hecho o dejado de hacer, e incluso odiarlos y maldecir, en algunos casos, el haber nacido en aquella familia.

En mi consultorio llevo a cabo una buena anamnesis, o sea, una pesquisa en la vida anterior de cada paciente, donde se levantan muchas cosas con el objetivo de dar al terapeuta un conocimiento de su historia, a fin de poder ayudarle a encontrar un nuevo camino.

Así, nos ponemos en antecedentes de la historia de vida con la madre o padre que tiene cada paciente y, de esta forma, ya comenzamos a hacernos una idea de la problemática y de la queja que trae el paciente a la terapia, buscando encontrar un camino de cura. Si vemos a una persona que tiene problemas con la llamada matriz de identidad, ciertamente algún aspecto de su vida no anda bien.

Es común ver a hombres con problemas no resueltos con su madre, y su elección de compañeras afectivas normalmente será de mujeres con el perfil de la madre problemática. Las mujeres que tienen situaciones no resueltas con su madre, tienden a ser sumisas o agresivas en sus relaciones y apegadas a los hijos, con el certero miedo de no repetir los patrones semejantes a los de su madre, con quien están en conflictos. La madre representa aquello que queda entre las cuatro paredes del hogar.

Los hombres y mujeres que arrastran problemas no resueltos con sus padres reflejan esos dramas en su trabajo y es común que la figura de los jefes provoque sensaciones parecidas a lo que no está resuelto con sus padres.

Proyectamos en el jefe, que es una autoridad, los mismos problemas que hemos tenido con la autoridad de nuestro padre. El ejemplo más común es ver a un hijo o hija con dificultades para expresar sus sentimientos por el padre – respecto del cual han quedado resentimientos y otros dolores – y no logran acercarse a sus jefes o bien mantienen el mismo tipo de conflicto que no han resuelto con su padre.

Desde que aprendí esto, he podido comprender que esta relación parental de nuestras matrices de vida es la principal relación en la vida de cada uno de nosotros, y no lograremos alcanzar equilibrio en la vida adulta ni paz en el corazón mientras no curemos las heridas que estas relaciones pueden habernos dejado.Mientras no aceptemos a padre y madre y no comprendamos que ellos dieron lo que tenían o entendían como mejor, y mientras no perdonemos los posibles resentimientos que han quedado en estas relaciones, nuestra vida de adultos tenderá a mostrarse renca, sufrida e incompleta.

Si quieres tener tu vida en tus manos y ser dueño (a) de tu destino, cura las heridas que han quedado en tu Niño Interior con relación a tus padres. Perdona, comprende y ama a tu padre y a tu madre y acepta su modo de ser, que es la manera en como lograron expresar sus vidas...
El que más ganará eres tú, pues te liberarás de los dolores de tu Niño Interior y podrás empezar a dejar que tu lado adulto tenga cuenta de tu vida y destino.

Irineu Deliberalli - Psicólogo clínico


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